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EL BORDO EN EL LUNA PARK: EL PARAÍSO SOÑADO

El quinteto se presentó por primera vez en el mítico estadio y le regaló a sus seguidores una noche épica que tuvo 32 canciones como protagonistas.

El Bordo
El Bordo

La ecuación parece fantástica: un grupo de amigos se juntan tocar, lanzan siete discos y coronan su carrera con un Luna Park con entradas agotadas en menos de 20 años. Así se resume en poco espacio la vida de El Bordo. Paso a paso, como titularon un primer demo, fueron pisando nuevos lugares, cada vez más grandes y emblemáticos. Pasó Cemento, Obras Sanitarias, Malvinas Argentinas y llegó un estadio para ocho mil personas.

El boca en boca, el volante dado en mano y el afiche pegado en la calle fueron recursos que, mirando en retrospectiva, explican el fenómeno bordolino. Un extenso cuento que en cada uno de sus capítulos, se encuentra un final feliz. Capitulo 2016: Estadio Luna Park.

El reloj en lo alto del lugar marcaba 21:40. El estadio quedó en oscuridad y las pantallas laterales empezaron a transmitir. La primera imagen fue a metros del escenario, con los músicos abrazados, en la típica arenga previa a salir a tocar. Brazos en alto a modo de saludo mientras se acercaban a sus posiciones y tomaban sus instrumentos. Sin algún aviso ni introducción, El Bordo dejó que la música hable, como lo realizaron en el camino recorrido.

Soñando despierto” abrió la noche histórica y de inmediato comenzó el ritual de las banderas flameando, con frases, barrios y hasta otras bandas. El termómetro también lo marcó “En la vereda” que siguió al instante. Comenzaban a sobrar los buzos y camperas en Av. Madero 420 con la energía que emanaban los presentes.

CC_ElBordo_01Diente de león” le permitió a Pablo Spivak, bajista, Migue Soifer, baterista, y Ale Kurz, guitarrista y cantante, realizar pequeños solos y jugar con el público que celebraba cada acción que sucedía arriba del escenario. La primera caricia para los seguidores de antaño llegó con “Quiero ver”, un viaje directo al 2004 pero con un marco gigantesco comparado a los sitios donde tocaban en aquella época. Así como lo vienen soñando desde diciembre los bordolinos y los integrantes de la banda, se escuchó: “Bienvenidos al primer Luna Park de El Bordo”, a segundos de comenzar “Noche extraña”.

La contundencia fue uno de los ejes de la extensa lista de 32 canciones que interpretaron en el mítico espacio de Capital Federal. El comienzo se caracterizó por la potencia y constancia que mantuvieron, con descansos acotados y exprimiendo el tiempo al máximo, con la música como estandarte. La versionada “Tipo nuevo” fue lo primero en sonar de El Carnaval De Las Heridas con arreglos cercanos al punk con la fuerza lirica característica. Hubo espacio para que Diego Kurz juegue con su guitarra y el público apruebe con aplausos. Uno de los pogos más grandes del domingo lo trajo “Puerto escondido”, desde Yacanto para un repleto Luna Park, sin escalas.

Sin alas, sin miedo, como si fuera el final”, relata “Siento”. Resulta una síntesis perfecta de la actuación de El Bordo. Con los pies sobre la tierra, como lo marca su historia. Con lo arriesgado de jugarse a un estadio de la magnitud del Luna. Y con la efusividad sonora y hasta física, como si fuera el ultimo show, como sucede en cualquier escenario. La melancolía de “Dejar caer el sol” se veía reflejada en las siete pantallas que ocupaban parte de la gigantesca escenografía con imágenes de amaneceres. Una sonrisa que no entra en el rostro de Ale Kurz acompañó un: “¿Llegamos o no llegamos al Luna Park?”, replicado con alaridos de un campo colmado. Con la facilidad de estar tocando el patio de su casa o la sala de ensayo, Pablo Spivak arrancó desde su bajo “Paseo lunar” que invitó a bailar a los presentes.

No estaríamos acá sin bandas como La Renga. Y La Renga no estaría sin Manal, Pappo, Vox Dei, entre otros”, explicó el cantante. Así fue el pie para darle la bienvenida a Ricardo Soule, voz y viola de Vox Dei, ante una ovación respetuosa, a la altura del personaje en cuestión. La muy cantada “¿A dónde vas?” volvió a las listas con el músico de la vieja guardia del rock nacional en el violín, ideal para la melodía del track de Historias Perdidas. Se quedó sobre el escenario para interpretar una pieza propia: “Libros Sapienciales”. Un buen guiño a la historia de la música criolla por parte del quinteto formado en Capital Federal. Minutos más tarde, otro referente se sumó a la fiesta de El Bordo: Claudio “el Tano” Marciello, guitarrista de Almafuerte. Se pidió por la educación pública y la versión de “La patada” cuadraba justo con el reclamo. “La revolución está en las mentes”, se gritó con furia.
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Hubo Un Grito En El Viento con “El grito”: “Y dale, y dale, dale, El Bordo”, con tintes festivos por la histórica noche. Momento ideal para que los trapos flameen con más fuerza en el meridiano del show. Migue Soifer se animó a robarse la atención con su batería en un solo que tuvo al público en sus manos. Las paredes del Luna Park latieron con el enorme aplauso que se llevó luego de batallar durante tres minutos con su instrumento. Viejos conocidos en los recitales bordolinos no podían faltar a una cita tan importante. Maikel y “el Mono” de Kapanga se hicieron presentes para tocar una canción que suelen hacer en donde los escenarios juntan a las dos bandas: “Silbando una ilusión”.

El cantante de la banda quilmeña exclamó: “¡Que lindos que son estos pibes!”, a lo que Kurz replicó: “El que no quiere al Mono, no quiere a su mamá”. Lejos de achicarse, Fabio aclaró: “Habría que preguntarle a mi vieja”, entre risas.

El marco era ideal para estrenar una canción. “El traidor” vio la luz ante una multitud con una buena recepción por parte del público. Así se abrió una seguidilla de canciones amenas para acercar a los no tan fanáticos de la banda, como la tranquila “Volando”. Con una dedicatoria para los que se acercaron de distintos puntos del país, cayó “La banda”, como lo pedía una fiesta así. La fuerza de las voces bordolinas superaba a la del propio cantante, quien terminó tirado en el piso con guitarra en mano mientras la euforia lo ayudaba a vocalizar.

Fiesta de El Bordo en su máximo esplendor. “Casi hago mierda el micrófono”, remató. Y si de fiestas se trata, “A mi favor” remonta a viejos tiempos, debilidad de los seguidores quienes celebran esos regalos por parte de la banda. Antes de retirarse del escenario por unos minutos, “Hermanos” coronó las dos horas y media de presentación.

Agregamos un temita. Porque somos unos manijas y ustedes son unos guerreros del viento”, bastó decir para que el Luna Park se ponga a saltar y los vientos, de la mano de Pablo Fortuna, acompañen al quinteto. El recital había llegado a su punto más alto de relajación y se podía observar a los músicos en un estado más descontracturado que lo que se había visto en los primeros temas. El afianzarse con el imponente marco abrió el camino a “Los perdidos” que no perdió la vigencia desde aquel 2002 del debut discográfico. No era extraño toparse con rondas en distintos sectores del lugar, cada una de ellas con personas bailando al ritmo de El Bordo.
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Así como pasó “Existir”, Ale Kurz se cambió su remera de Bob Dylan para ponerse una oscura con la leyenda “Gracias. 22-5-16”, a lo que el público no tuvo más opción que reventarse las manos en la ovación. En el registro rápido de lo tocado en la noche, faltaba una de las que no pueden quedar afuera de la lista: “El regreso”. Luces encendidas, los que entregaron su noche en el pogo, los que agotaron sus gargantas para acompañar las melodías. Todos en uno mismo, para cerrar el círculo de la épica puesta por la banda formada en 1998. Lejos de mostrar cansancio, el cantante siguió mostrando sus dotes de líder carismático y se desconectó, se descolgó su viola y clavó su mirada en el público. Dos, tres y cuatro pasos de carrera y a volar. Directo a los brazos de sus seguidores, a esa altura del show, devotos de El Bordo.

No quedó duda alguna de que los cinco integrantes mantienen la esencia de los pibes de 15 años que soñaron este grupo de estadios como algo utópico. La ruta avanza y nunca le escaparon al camino, el domingo dio sus frutos, ¿Quién podrá vencerlos?

Fotos de Cinthia Anabella Fotografía.

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