Una noche fría le tocó a Cuatro Pesos de Propina para volver a la “reina del Plata”. Fue su primera presentación aquí sin Diego Rossberg, su ex cantante que dejó la banda en enero. El desafío, como para Bersuit Vergarabat sin Gustavo Cordera o para Los Pericos sin el Bahiano, era idear una estrategia para que la falta de una figura emblemática y de mucho carisma pase desapercibida. Efectivamente, lo lograron. Los tres “pelados” fueron muy importantes para sus respectivas bandas, pero todas pudieron sobreponerse a su partida.
Pero no es necesario adelantarse, porque antes del show de los Cuatro Pesos subió al escenario Borregos Border. La banda oriunda de la zona sur del Gran Buenos Aires (se fundaron entre Turdera y Lomas de Zamora) comenzó su set de ska y reggae pasadas las ocho con “Ruge pueblo”, tema emblemático de su último disco.
Borregos sonó permanentemente ajustada tanto en lo armónico como en lo rítmico, y se apoyó en el carisma de su cantante y trompetista Jason Cruses para llevar a la gente hacia adelante y ponerla a bailar y saltar desde temprano.
Varias fueron las referencias políticas durante el show: engancharon el final de “El vendedor” con “Mal Bicho” de Los Fabulosos Cadillacs (referenciando una vuelta a los 90), tocaron “323” en referencia a una línea de colectivos en la que se hacías razzias y pusieron a todo Groove a cantar que “nuestra lucha no va a terminar” en “Un lápiz alzar”.
Para eso, Cruses cruzó todo el recinto en una pasarela por arriba y llegó hasta las barras del fondo a arengar al público que aún permanecía atrás. Hacia el final, hicieron un medley de Sumo que incluyó “Reggae de paz y amor”, “El ojo blindado” (con pasillo al mejor estilo Árbol incluido) y “Debedé”. Excelente presentación de una banda que atraviesa un gran momento y que aprovechó muy bien la ocasión para darse a conocer.
21:20 hs pasaditas subió Cuatro Pesos de Propina, con su guitarrista y nueva voz “principal” Gastón Puentes ocupando el centro del escenario. Las comillas en “principal” no son azarosas: la estrategia elegida por la banda para mantener su sonido es repartir las voces entre prácticamente todos los integrantes. “Vente pa aquí” enganchada con “No hay tiempo” fue el puntapié inicial, que el público – al que se notaba expectante por la novedad – recibió con mucha algarabía. Luego, una nueva versión (tirando al hardcore) de “Sacamelá” demostró que ninguna circunstancia iba a lograr que la banda se prive de innovar, porque eso siempre estuvo en su esencia.
“Hoy sopa hoy” llevó la estrategia de varias voces a su punto máximo: en distintos momentos del tema se hicieron cargo de la voz principal ¡cinco! integrantes diferentes (el mencionado Puentes, Gastón Pepe – percusión -, Rodrigo Baleato – saxo -, Rodrigo Calzada – bajo – y Andrés Bolognini – batería -). Con ese gesto quedó todo dicho: prevalece el equipo por sobre los nombres.
“Caigo y me levanto” y “Sayonara” seguirían dando curso al pogo y mostrando que uno de los integrantes con más responsabilidades en el nuevo esquema es Joaquín Carriquiry, cuya guitarra es la única que suena en los (muchos) momentos en los que Puentes solamente canta.
Una vez que la audiencia se acostumbró a una nueva formación que muta según lo requiera cada tema pero que nunca deja de sonar como siempre, llegó el momento del primer tema nuevo de la noche: “Hardcore el mambo”, seguido por “Latino”.
En “Navegante” se vieron dos curiosidades: el primer solo de Gastón Puentes en toda la noche (nótese que es la novena canción) y la incorporación de uno de los plomos como percusionista para liberar a Gastón Pepe, que se hizo cargo de la voz.
Por parte de la banda, la única referencia al contexto se dio después de tocar otro tema nuevo y antes de “Náufrago”: “pasamos algunos momentos complicados pero recibimos muchas expresiones de cariño, así que esto es una excusa para estar acá y agradecerles”.
A esto siguió un pequeño segmento acústico: un tema nuevo dedicado al público fue acompañado por fragmentos de “Pa que nos brille la buena”, “Solari” y “Maldita ciudad”. La idea de generar un clima tranquilo en este momento del show se acentuó cuando Puentes pidió colaboración para cantar una canción en la que “todos conectamos y sale increíble”.
Así, la gente entonó en soledad las primeras estrofas de “Mi revolución”, que fue seguida por otro tema nuevo: “Sigo creyendo”. Y en ese momento comenzó una seguidilla que dio pie a una fiesta que solo terminó con el fin del show: “Ea ea a pe pe”, “Que no te pierda”, la sorpresa “La máquina II”, “La balacera”, “Muerto pero vivo” y “No habrá forma del dolor”.
Literalmente, la banda amagó a irse, pero se quedó. Su saxofonista aclaró que “en este momento haríamos el teatro de que nos vamos para que nos pidan más y hacer los bises, pero preferimos compartir más música”. Acto seguido, Puentes contó que el que venía a continuación fue “el primer tema que pusimos en la lista cuando la armamos”. “Glu glu” hizo sentar en el piso a todo el campo, que coreó a grito pelado el “cuatro pesos, cuatro pesos, cuatro pé”. Todo como si hubiera sido la primera vez. “La vaca II” y “Sontalverkapolka” dieron fin a un show que tuvo canciones de todas las épocas y para todos los gustos.
Cuatro Pesos de Propina no solo demostró que su vocación por innovar y su eclecticismo están intactos, sino que los utilizó para suplir una ausencia que se preveía difícil de llenar. Inclusive, se dio el lujo de dejar afuera de la lista canciones importantes para la banda (como “Esa mezcla de placer y dolor”, “Buena nueva” y “Pirata”). sin resentir el show La felicidad genuina que demostraron los músicos al agradecer al público y al irse bailando del escenario dejó claro que, superado este paso fundamental, ahora solo queda mirar para adelante y seguir creciendo.
Fotos de Sinónimos Fotografía
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