El segundo y último día del Cosquín Rock 2022 en el Aeródromo de Santa María de Punilla tuvo mucho sol, alegría, emoción y un apellido -Jiménez- por todos lados. Hubo shows para todos los gustos que dejaron postales inolvidables con un cierre a puro baile.
Brillante sobre el Cosquín
Nueve años pasaron para que Fito Páez volviera al Cosquín Rock. Si a eso le sumamos la pandemia, el resultado es más o menos una eternidad. Por eso, desde el vamos, la fiesta y la alegría del rosarino estuvieron aseguradas.
“¡Qué hermosa es esta fiesta popular argentina!”, “Qué hermoso ver a todas las tribus juntas” fueron algunas de sus frases acompañadas de una sonrisa que no se le fue en ningún momento. Inclusive cuando alguien desde el público le tiró una remera con Spinetta y Charly García estampados y, sin dudar, salió corriendo a buscarla y se la calzó: “Obvio, nosotros no seríamos nada sin ellos”.
El atardecer con Fito era la imagen perfecta, porque el paisaje lo mejoró él con sus canciones. Con una hermosa “11 y 6” erizando la piel; “Al lado del camino”, “Tu vida, mi vida” (para abrazar fuerte, fuerte a quien estuviese acompañando) y “Brillante sobre el mic” erizando el alma. Para esta última pidió que se encendieran los celulares y así iluminar el Valle.
“Circo Beat” fue “circo cordobés” en uno de los tantos guiños y alusiones que hizo para con Carlos “La Mona” Jiménez, quien cerraría el Festival a la medianoche. “Guarden energía que las van a necesitar tiró en medio del show”, pero a la gente no le importó. Por un momento no importaba más nada que él, en la tarde del domingo. Es la manera de saber que “si el mundo se cae a pedazos” lo podemos sostener escuchando a Fito Páez.
¿Las aplanadoras pueden emocionar?
Sí, sobre todo si las conducen Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella. Un resumen de lo que pasó cuando subió a tocar Divididos fue la cara embobada que tenía Florencia, una chica cualquiera entre el público, al ver los pies descalzos del baterista poseídos para tocar de la manera que lo hace. Una especie de conexión entre ellos tres y con la gente, que no tiene ningún tipo de fisuras, al igual que su sonido.
Ricardo inició el show saludando a La Mona, el protagonista de la jornada y también homenajeándolo cuando “Sobrio a las piñas” mezcló “¿Quién se ha tomado todo el vino?”. El pogo estaba asegurado y el buen espectáculo como marca registrada también. Pero no sólo homenajearon al “groso” en palabras del líder del trío, si no que también a Pappo en “Sucio y desprolijo”, a Sumo con temas como “El ojo blindado” y a Sandro en “Tengo”.
“El mundo de sensaciones” que siempre regalan los tres, hizo el mejor pase de la tarde a la noche, mientras la luna se asomaba con más fuerza y el llamado de atención de Ricardo también: “Así como en El 38 decimos que ‘En el oeste está el agite’, ahora parece que en el oeste del país también”, dijo refiriéndose al reclamo patagónico contra Lewis en Lago Escondido.
Al final la gente se anticipó al “ojalá pronto volvamos a darnos abrazos que sanan”, porque el pogo mientras ellos sonaban fue un abrazo multitudinario y muy esperado.
Emociones al norte
El primer gran momento de la tarde se dio con Airbag, quienes fueron los primeros convocantes en la tarde del domingo. No había ninguna nube cuando subieron al Escenario Norte, pero tampoco había ninguna chance de irse de ahí – pese al solazo que había- sobre todo por el magnetismo que tiene Pato Sardelli.
Versionaron a La Renga, con “La balada del diablo y la muerte” (para hacer más llevadera la espera hasta el ultimo finde de febrero, cuando toquen en el predio); brindaron sus mayores éxitos cerrando con “Solo Aquí“, pero el punto más alto fue cuando tocaron el Himno Nacional Argentino. Un momento que no sabíamos que necesitábamos y lo disfrutamos muchísimo.
María, la del pueblo
Cuando hay muchas corridas para el lado del Escenario Sur se sabe que algo importante está por pasar. Y en esta edición, María Becerra lo fue. La artista argentina más escuchada en la actualidad dio grandes muestras del porqué: Un hit tras otro en menos de una hora, una banda potente, una puesta impactante con coreografías por doquier y la preocupación por una persona del público que se había desvanecido, por quien cortó el show justo cuando iba a sonar “Cerquita“. Todo muy intenso y sin respiro, como los miles de likes y reproducciones que que acumula día a día.
Un viaje constante
Parecería un oxímoron decir que a Bandalos Chinos le tocó bailar con la más fea. No sólo por lo que generan ellos arriba del escenario, sino porque al frente – a casi unos mil metros – estaba ya sonando el “Rey Monky”. Pero ellos -los reyes actuales del pop- dieron un show como debían frente a una gran cantidad de público que se dejó llevar por el magnetismo del líder -como lo que pasaba en el Norte, con los “moneros”-.
Cuando “Goyo” Degano” los suyos terminaron con “¿Vámonos de viaje?“, la sensación que quedó era de: “lo volvieron a hacer”. Eso se traduce en sonar igual que en espacios cerrados, manteniendo el buen sonido y la calidad de su actuación y demostrando el grandísimo momento que están pasando y por el que piden pista, el año que viene, de estar más tempranos y, por qué, no en el escenario principal. Porque todos ya sabemos que escuchar y presenciar a Bandalos es un viaje de ida… Igual que el Cosquín Rock.
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