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Bienvenidos, pasajeros

Zambayonny abrió las puertas de su “Hotel de Canciones” en un Teatro Ópera prácticamente colmado y confirmó que está en su mejor momento. El show fue, más que nunca, “ese verdadero viaje de placer”.

Zambayonny
Zambayonny

Una pregunta para arrancar: ¿alguna vez olieron que están un show histórico para un artista? No huele a estación terminal del recorrido – tras la cual, inevitablemente, solo resta descender del vagón -, sino a una estación intermedia muy, pero muy importante en la que se recarga combustible y se toma impulso para empujar aún más el tren hacia adelante. Es un perfume muy particular. Huele a objetivo cumplido, a triunfo del esfuerzo, a ganas de parar el reloj durante dos horas y media para contemplar lo recorrido antes de ir por más. Para una banda de rock, eso se olía en un primer Obras hace unos años (hoy, en un primer Malvinas Argentinas o Luna Park). En el primer Teatro Ópera de Zambayonny, ese tufillo inconfundible inundaba cada rincón.

Alrededor de las 21:40, solo cuarenta minutos después de lo anunciado, las luces se apagaron de a poco mientras se proyectaba un video que conmemoraba los 10 años ininterrumpidos de presentaciones en vivo del cantautor. Cuando el video terminó, subió él con toda su banda y recitó un poema especial para la ocasión, en el que jugaba con los nombres de sus discos para terminar espetando que “con perdón de los presentes, que se jodan los ausentes… ¡Esta noche hay milanesa!”, previo al redoble de tambor de “La hija de la vecina”, que abrió un show de galera y bastón.

Esa elegancia se la dio, justamente, la Elegante Suite Band, que acompaña a Zambayonny. La banda está conformada por músicos que son increíblemente profesionales y están sin dudas entre los mejores del país técnicamente, por lo que suena cada día más ajustada. El Ópera fue su punto máximo hasta ahora, pero – tal como su líder – parece no tener techo. Nobleza obliga, sus integrantes son Meliza Blanco (coros y armónica), Augusto Argañaraz (batería), Chelox Rodríguez (bajo), Juan Mayo y Gianni Dusio (guitarras), Diego Savoretti (teclados), Nico Díaz (flauta traversa) y Facundo Bainat (trompeta). Algunos de ellos tendrían tiempo de presentar sus canciones a lo largo de la noche. Ninguno de ellos erraría una sola nota.

“El equilibrio del mundo”, un clásico a esta altura, encendió al público del Ópera, siendo apenas la segunda canción. Luego, “Viernes” precedió a la primera canción escrita para “Hotel de Canciones”: “Margarita”. Hasta allí, el disco nuevo ya había aparecido por duplicado, pero también estaban presentes “Salvando las distancias” y “Los años locos”. Faltaba “Búfalo de agua”, que aparecería inmediatamente, cuando el cantautor pidió hacer un movimiento hippie para cantar todos juntos el estribillo de otro himno instantáneo: “El Roger”. Un comienzo absolutamente a la altura de los acontecimientos.

Merece un reconocimiento la humildad de Zambayonny, que cedió momentos de su show para que distintos integrantes de su banda presentaran sus canciones. La primera fue Meliza Blanco que, acompañada de la banda, interpretó “Ole ole”. Eso dio lugar a una sección marcada por el sonido de los vientos que comenzó con “Botas de lluvia”, también del flamante trabajo de 2016, y que siguió con la gran sorpresa de la noche: una versión con banda de “El whisky de dios”, una brillante canción de “Salvando las distancias” que no sonaba en vivo hacía largo rato.

“Me dejo hablando solo”, “Don Fermín” y “El corazón de las muñecas” parecían completar esa sección, a la que le faltaba la primera invitada de la noche: Dalia Gutmann, comediante que había trabajado en un espectáculo para el día de los enamorados a dúo con el anfitrión. No le costó absolutamente nada ganarse el favor del público, y se “llevó” a la banda a los camarines, para dejar a Zambayonny cara a cara con su gente.

Si bien el momento acústico fue breve, resultó muy contundente. “Retiro voluntario” hizo estallar de risa a los presentes, y dio lugar al segundo invitado de la noche: Hernán Casciari, con su maravilloso cuento “Canelones”, que hizo reir y llorar por igual. Sin embargo, la alegría volvió a ganar terreno con “Retiro Voluntario 2”, y la banda volvería inmediatamente con “Cultura pop”, del guitarrista Juan Mayo.

Los recitales de Zambayonny son, en general, un in crescendo permanente. Así, las siguientes cinco canciones funcionaron como un preludio para el estallido final, propiciando los primeros pogos incipientes. “May day”, en una versión muy rockera, mostró al cantautor  con un gorro, lentes de aviador y una flamante remera de su nuevo disco, aunque se cambió el atuendo en mitad de la canción para volver a su típica gorra con remera. “El último peaje” rompió todas las gargantas de la sala, que acto seguido entonaron con lo poco que quedaba “La mesa de Marechal”. “Al ras del suelo” comenzó el pogo y “Cuentos chinos” – el nuevo clásico instantáneo – dio pie al descontrol, comandado por el Sindicato del Pedazo, club de fans del Dr.

Vanessa Azuaga Ph.
Vanessa Azuaga Ph.

El momento del estallido fue un popurrí, que Zambayonny siempre hace pero cuyos componentes varían. En este caso, “La incogible”, “Las cosas que dejé” (sí, la de la paja), “La conga de la poronga”, “Averiguá si cojo mucho”, “Llamame”, “Se va a poner muy lindo” y la introducción de “Las vacaciones son peligrosas”, todo con Fierita Catalano como último invitado, tiraron el teatro abajo. Literalmente: la gente se acercó parada al escenario para bailar y poguear lo que quedaba que, se sabía, no era demasiado. “Cama cama” empezó la despedida, y el tecladista Diego Savoretti, con su hermosa canción “El valle que no fue”, le puso suspenso.

Eso duró poco, porque el final es de esos que son hermosamente previsibles. El recital completo funciona, prácticamente, como un preludio de ese estallido culminante. “Ji ji ji” lo era para los Redondos, “Hablando de la Libertad” lo es para La Renga… Y la trilogía compuesta por “Volviste muy, muy puta de Gesell”, “Los años locos” y “Milanesa de pija” (con presentación de músicos incluida) lo es para Zambayonny.

Vanessa Azuaga Ph.
Vanessa Azuaga Ph.

La promesa se convirtió en realidad. El ex trovador zarpado de culto es hoy un cantautor hecho y derecho que puede llenar un teatro para 1800 personas sin deberle nada a nadie, con una banda que suena espectacularmente bien, con letras profundas y bien escritas y – sobre todas las cosas – con una humildad digna de los grandes. Irá por más, seguramente, pero esta noche de 25 canciones va a quedar en su retina, y en la de su público, por mucho, mucho tiempo. Fue una estación hermosa con olor a consagración, pero el viaje continúa.

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La hija de la vecina
El equilibrio del mundo
Viernes
Margarita
El Roger
“Ole ole” (Meliza Blanco)
Botas de lluvia
El whisky de dios
Me dejo hablando solo
Don Fermín
El corazón de las muñecas (stand up de Dalia Gutmann)
(Zambayonny solo con la guitarra) Retiro Voluntario
(Cuento de Hernán Casciari) Retiro Voluntario 2
(Vuelve la banda) “Cultura pop” (Juan Mayo)
May day
El último peaje
La mesa de Marechal
Al ras del suelo
Cuentos chinos
Popurrí (“La incogible”, “Las cosas que dejé”, “La conga de la poronga”, “Averiguá si cojo mucho”, “Llamame”, “Se va a poner muy lindo”, “Las vacaciones son peligrosas”, con Fierita Catalano)
Cama cama
“El valle que no fue” (Diego Savoretti)
Volviste muy, muy puta de Gesell
Los años locos
Milanesa de pija

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Fotos por Vanessa Azuaga Fotografías

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Politólogo por vocación, futuro economista por curiosidad, periodista por elección. Hincha de Alvarado de Mar del Plata y de alma menottista. El mundo es redondo y de ricota. Si por mí fuera, haría asado todos los días.