La piba del vestido naranja advierte a sus amigos que esta noche llora. Sí, llora. Dice que no se va a poder aguantar, que esta noche la van a tener que bancar, porque hoy seguro se acuerda de sus primeras vacaciones con Santiago, allá por el ’97, esas que musicalizó con Don Leopardo. Sus dos amigos se ríen, uno le hace un mimo en la espalda y el otro aprovecha para preguntarle si estuvo en esas vacaciones, porque no se acuerda de haber ido a San Bernardo con ella y Santiago, pero sí se acuerda de Don Leopardo y, un par de años después, allá por el 2000, de Hijos del Culo, sonando incansablemente en el Renault 9 camino a la costa. Años felices, dicen los tres, brindan con el único vaso de birra que los abastece y se juran volver a la playa este enero, juntos, más esposas, nuevos novios, hijos y alguna que otra mascota colada. Pasan los años, pasa la vida, pero la línea de tiempo tiene una constante: un antes y un después de Bersuit Vergarabat. Y esta noche, la segunda del festejo por 25 años de existencia de esta gran banda, dos discazos nos invitan a dar presente en el Teatro Vorterix. Por eso no ahorro en gracias, Bersuit, gracias por volver.
Los baños se colman de gente que no los usa para mear, que solo traban la puerta para poder cambiarse la ropa careta por ropa de cama. Un teatro decorado con pijamas de viajes pasados. Trajes murgueros atados a las paredes, compitiendo con el brillo de los espejos en las barras de tragos. Bersuit Vergarabat es una banda aparte, con un alma que trasciende los nombres y los hombres. Será por eso que después del alejamiento del Pelado Cordera, de un capítulo De Bueyes y alguna que otra hoja en blanco, vuelven a las tablas más fuertes que nunca, como si aquí no hubiera pasado nada.
La gente corea los hits que huelen en camino, se apagan dos luces y se abre el telón. Varios papeles higiénicos cruzan de este a oeste desarmándose por el aire. La fiesta ya arrancó, es noche de cuervos y un angel lloró, se recibe al primer tema, “La Vida Boba”, el 10, el jugador destacado de Hijos del Culo (2000). Una figurita estrella entre los clásicos bersuiteros, sucedida por “El Gordo Motoneta” y “La del toro”, también de Hijos, como si fuera doloroso separarlos.
La piba del vestido naranja ya está llorando, pero salta, canta, me pisa y anticipa que en unos temas más va a estar calmada, aunque seguramente afónica. Y resulta curioso mirarlo al Cóndor Sbarbatti, o a Daniel Suárez, las voces de esta Bersuit, y notar cómo parecieran sorprenderse, aún después de tantos años de trotes, por la gran convocatoria y, sobre todo, porque si ellos decidieran callarse la boca y dejar de cantar, no habría en el público una sola persona incapaz de tomarles la posta en el micrófono.
Seguimos en Hijos del Culo y ahora es tiempo del infalible “Toco y me voy”, garantía de éxito, precedido por “Desconexión Sideral”, “Canción de Juan”, “Veneno de humanidad”, “Espíritu”, “Yo no fui”, “Cielo trucho” y “Abundancia”, ya puerteando un poco a Don Leopardo (1997), con invitados de la talla de Mariscal Tito y, ya en el siguiente tema, de los históricos Charly Bianco y Limón García. Juan Subirá agradece a la muchachada por haber copado el Vorterix y anuncia que ahora “nos metemos en una zona poderosa y dura”, pero que la van a pasar de mil maravillas. Y así sucede: “Ruego”, “Querubín”, “Piel de Gallina”, hasta llegar al ansiado “Laten Bolas”, en el que pueden verse manitos unidas haciendo círculos encima de las cabezas.
Pero es tiempo del casting de colas y las petizas van enfilando al escenario como si supieran que pronto se les viene la chance de agitarla frente a los presentes. Piden 5 culos, suben 20, hay sobreoferta. “La Petisita culona” le pone sal a la fiesta que ya a esta altura está más que bien condimentada. Para el último tramo de este show de dos horas, Bersuit tiene reservados varios temas infernales: “El Viejo de arriba”, “La Bolsa”, y la explosión que este tema implica, “Humor linyera” y el gran “Negra Murguera”.
“Nos vemos el 17”, dice Daniel: “Este ha sido uno de los desafíos más grandes que esta banda tuvo en toda su historia”. El desafío es la vigencia, y el triunfo es la permanencia. “Algunos cumplimos 17 años, otros 25, otros 30″, arremete Subirá, y promete: “Hasta cumplir 50 no paramos”. Comienza a escucharse “Es Importante”, es el fin de la noche. Feliz cuartito de siglo, Bersuit. A seguir celebrando.
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