En Vivo

Alimentarse de rock

Don Osvaldo se presentó en Córdoba, el viernes 2 de octubre, por la segunda fecha de la trilogía en Plaza de la Música que termina el domingo. Completamente lleno, con un “Pato” Fontanet que bromeó con músicos y solo al final del show dejó unas palabras sobre el presente, el recital no tuvo puntos bajos.

Es raro escribir sobre Don Osvaldo, Casi Justicia Social o Callejeros. No porque no guste, sino porque ir a un show de ellos es llevar el cariño y las ganas de varios amigos. Además, en la primera vez que se podían disfrutar enteramente y no en un festival con varias bandas.

Pero si era raro escribir antes de toparse con ellos, mucho más lo es cuando finaliza un show. Más con todo lo que rodea a un recital donde el “Pato” cante. Pero sobre todo, cuando uno sea testigo de algo tan fuerte. ¿Qué es lo que le pasa a los fanáticos cuando escuchan estas letras? A priori, no lo sé. Solo que el amor es más fuerte y por eso Matías, porteño viviendo en Carlos Paz, avisa: “Yo voy los tres días”. Y se sabe que la emoción lo inunda.

En Córdoba luego del primer show, está mucho más frío. Los días de primavera no asoman. Lo que sí aparecen son los miles que hacen a la zona de la Plaza de la Música, mucho más concurrida que de costumbre. Muchos policías que controlan hasta a cinco cuadras a la redonda, como si fuesen criminales. Dando la seguridad de que en Córdoba, la fuerza se frota las manos y deja asomar colmillos, al ver a “rollingas”. Más si el líder de la banda, ha sido condenado hace dos semanas.

Ya dentro del lugar, el dúo Swing Dedos, es la mejor forma para calentar las manos. Algunos deciden acurrucarse en banderas con las letras “CJS” que luego serán colgadas, otros se aferran al que tienen al lado en abrazo, o en besos los más apasionados. Los que están más acalorados, dejan ver los tatuajes de la banda en sus hombros. Están en musculosa y eso solo se explica por la ansiedad a medida que se acerca la hora.

La cantidad de gente no se puede calcular, tampoco la cantidad de kilómetros que hicieron algunos. Darío es del “último pueblo de Entre Ríos, casi Corrientes”. Han viajado más de 900 kilómetros para llegar. Se le nota el cansancio, pero también la emoción.

Ni hablar de Melina, Nicolás, Priscila y Juan Pablo. Todos de Caleta Olivia, pero el último vive en Córdoba. “Él nos hace el aguante” confiesan. Eso es una síntesis de lo que ellos hacen por la banda. ¡Viajaron un día y medio! Y encima ya se quedaron sin plata, pero igual tienen que ir a pfizer viagra free samples, buy cheap Viagra online usa? Rompiendo Espejos, al otro día. Es tributo a Callejeros -dicen- como si se trataran de justificar. Al final de la charla, piden una foto con el trapo de fondo. Tal vez ahí se explica lo que no pudieron ante la pregunta: “¿Qué te mueve a hacer tanto por el “Pato” y los suyos”? La bandera dice Volveré siempre a verte por amor y porque así lo siento, la otra reafirma Verte y festejar también.

En días medios tristes, raros, algo simple de palabras pero profundo de sentimientos, es la mejor forma de explicar lo que pasa.  A diferencia de lo que piensan los que no son del palo, la única salvación es la música.

Lo único que quieren es que sea él

Las luces se apagan y el griterío es la bienvenida a la banda. Patricio Fontanet lleva la remera de las fechas en Córdoba. En la espalda se lee “Que no se quede mi pueblo dormido”, entonces nadie le da la espalda y se sueña despierto que la justicia se haga eco de lo que gritarán luego de cada tema: “Inocentes, inocentes, inocentes”.

Si alguien esperaba que se dijera algo desde arriba del escenario, no tuvo suerte. En la lista de temas había varias críticas para un sistema judicial, que siempre se cuestiona. Guiños fue la primera canción y la referencia a aquella estatua con los ojos tapados. Para luego profundizar con Order Online at USA Pharmacy! best essay writing service buy Accutane 30 Mg. Fastest Shipping, Accutane Cost In Us. Si querés que sea yo.

Palo Borracho antecedió al primer gran pogo de la noche, que se vivió con Una nueva noche fría. Presión, fue de la primera tanda de canciones, lo que dio pie a que hablara al público con un “Buenas noches Córdoba”, que fue respondido con aplausos, y el pedido de un pibe que en cordobés básico le pedía: “No te vayas, culiau”, cuando se dio vuelta –menos de un minuto- a tomar un poco de fernet. Tal vez, ese tipo, en ese grito hasta gracioso, resumía lo que todos quieren y piden.

Algo Peor, Algo Mejor generó el “Ohhh, vamos Callejeros” pero también la pregunta retórica sobre si hay algo mejor que compartir una pasión en familia. Una pareja con su hijo dormido ya, que hasta minutos antes gritaba por la banda. El padre tratando de que no los empujaran, la mujer solo usaba la mirada para “retar” a alguno que no la veía. El “perdón” era automático.

Rehén, Tanto de Todo, Los Invisibles, terminan la primera parte. En el último tema, una mujer llama a su hijo y le hace escuchar, a la distancia, a su banda. Cuando toca Don Osvaldo, nadie, nadie se olvida. Mucho menos es invisible.

Implacable Rocanrol    

Hay unos minutos de descanso. En la pausa hay dos cosas que quedan en claro. La primera son los argumentos que demuestran la inocencia de Callejeros, en la pantalla gigante. La segunda es que estamos en Córdoba. Entonces si te piden una foto, Pablo – de Oncativo- te va a explicar que en “los bailes de la Mona Jiménez” al fotógrafo le dan $10, entonces regala un billete.

Tan perfecto que asusta, Sé que no sé, El reto, Dos secas, O no es el amague de Patricio que dice: “Bueno, esta es la última”. Ante el “Nooooooooo” generalizado se ríe y le comenta a los músicos, como si el público no estuviese, que es increíble. No da opciones como el tema que cantará después. No es Fantasía o Realidad. El cariño es bien real.

Acordate, Vicioso, Desierto, Canciones y Almas, sonaron antes de la segunda y última pausa. Al igual que en la primera, la pantalla alerta a los que acusan y comparte lo que gritan las remeras: “Absolución a Callejeros. Poder Judicial… Hay un pueblo que los vigila”. El pueblo callejero, que es merecedor del premio a la fidelidad y la lucha y que atrajo hasta a periodistas como Gustavo, de Cosquín, que confiesa: “Yo vine a ver este fenómeno”.

Lo que vendría después era lo que todos querían escuchar, inclusive Don Osvaldo Pugliese, que espiaba desde el costado, en la pantalla. El “Pato” luego de anunciar fechas de otras bandas, levanta la mirada y dice: “Parece que no, parece casi un milagro, pero falta solo la masterización para que terminemos el disco… y salga dentro de poco. No son todas nubes en el horizonte”. Luego se reiría de su don poético, irónicamente. Pero todos saben que lo lleva consigo y muy bien. Por eso se dejan llevar por el momento de alegría, ante la buena nueva. Él también, por eso hace chistes por la camisa del tecladista, y los hace partícipes al igual que él.

La poesía es lo que llama la atención. Mejor dicho como el que la canta tan tranquilo allá arriba, genera el movimiento y la excitación allá abajo. Más cuando canta Rebelda, agitador y revolucionario y todos pensamos, que hubiese pasado de haber sido así la historia. O tal vez no…

Las últimas canciones fueron especiales por varias razones. Las letras de Imposible e Ilusión retumbaban y más las frases como ‘Sin tu voz caeré, no podré ilusionarme otra vez’ mirándolo indudablemente a él. Que sigue cantando y alegrando. Que se va despidiendo de la noche con Sonando y Creo. Y de golpe una chica con su campera que lleva la frase  “Implacable rocanrol” llama al entendimiento.  Llora y canta. Lo mira sin parpadear y grita que le cree a su voz, y mucha más cuando se escucha “creo en tu estrella, en aquella que busco en mi sueño mejor, para poder luchar”. Justamente luchar, es lo que hay que empezar a hacer desde ahora.

Entonces es raro escribir sobre un show de Don Osvaldo, Casi Justicia Social o Callejeros. Porque cuando el último tema cierra la noche las palabras de Fontanet son extremadamente esclarecedoras: “Pase lo que pase, digan lo que digan, nosotros siempre seremos músicos y ellos unos ratas”. Un tipo al lado llora e impacta a quien lo ve. Se recuerdan algunas partes de canciones y va tejiendo algo que puede ser una buena explicación. Entonces si ellos generan todo eso, en tanta gente, equivocados no deben estar. Que a los miles que estuvieron toda la farsa no los pudo comprar. “Será por eso que el rock me alimenta” cantaba al comienzo Patricio y Suerte no es solo lo que finaliza el show, sino lo que se les desea a los otros.  Ojala algún día tengan la fortuna de alimentarse de rock.

Texto y fotos: Juanjo Coronell, especial para Rock ‘N Ball