En Vivo

19 veces Caligaris en Groove

La banda cordobesa volvió a Buenos Aires para festejar su decimonoveno aniversario como banda en un show que repasó sus siete discos.

Era difícil captar un ambiente o un contexto de festejo especial en el show de Los Caligaris en Groove. La excusa de festejar los 19 años de vida de la banda cordobesa resultaba amena para disfrutar en Palermo. Pero faltaba lo curioso, lo distinto. Pues un recital del numeroso grupo resulta una fiesta cada vez que suben al escenario, en la pócima que sale entre lo sonoro, la energía de cada integrante y la predisposición de un público preparado para saltar, bailar y cantar con vasos en mano. “El ritual de festejar cualquier cosa”, exclama “Cada vez”, la canción elegida para abrir la presentación. Una simple y corta explicación del recorrido hecho.

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La salida fue plagada de alegría, acorde a Los Caligaris y al momento que atraviesan. La música de feliz cumpleaños comenzó a rebotar en Groove cuando aparecieron los 12 músicos bailando  mientras se acomodaban en el, por suerte, enorme escenario. El denominador común aparecía en la vestimenta, con una campera celeste con la leyenda “Generación Caligaris” sobre la espalda. Los globos de colores, lanzadas por los seguidos, empezaban a volar por todos los rincones de Groove. “El secreto” ponía a bailar las almas que se acercaron hasta Palermo y abría un método que se repetiría varias veces en la noche: enganches que unieron diferentes estilos y canciones. En esa sintonía, “El colectivo” trajo el cuarteto a tierras porteñas y, lejos de la búsqueda de dejar quieto al público, apareció la añeja “A vos”. El segmento finalizó con “No estás”, que los presentes se encargaron de corear uno de los estribillos a capela.

Juan Telab, el cantante principal y guitarrista del grupo, se paró en el centro del escenario con una criolla colgada. Interpretó uno de los cortes de difusión de Circologia, el último disco, llamado “Aunque no quiero”. La banda se reestructura tema a tema, como si fuera un cubo rubik en constante cambio de lugares e integrantes a cargo de los instrumentos. “Tus besos” desde Transpirando Alegría, puso romántica a la banda cordobesa. La cumbia se adueñó de Groove cuando los acordes de “Palito bombom helado” sirvieron como la introducción a “Mentime la verdad”.

Una de las guitarras comenzó a interpretar parte de “Bohemian Rhapsody” de Queen como la entrada a “Quereme así”, una de las históricas de Los Caligaris. Los vientos, a cargo de Marcos Ozamis, Federico Zapata y Agustín Cuadrado, dieron el puntapié inicial a “Razón”, una de las más celebradas de la noche. Y por celebradas se habla de baile, abrazos y un grupo energético en el medio que se encargaba de saltar sin parar durante los tres minutos de canción. Un cañón idéntico al que aparece en la tapa de Circologia, lanzado en 2015, disparó una lluvia de papeles sobre el final, lo que produjo una imagen de un Groove empapelado de efervescencia cordobesa.

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La primera media cerró con el conteo de ¡14 temas! con la contundencia sonora y la optimización del tiempo empleada al máximo. El recuerdo a Norberto “Pappo” Napolitano se hizo presente con el adn del grupo a flor de piel, con una versión en cuarteto de “Rock and roll y fiebre”. Una bandera con el logo de la banda desplegaba a lo largo del escenario que ocultaba a los músicos permaneció durante unos minutos, mientras que sonaba una versión instrumental de “El genio del Dub” de los Fabulosos Cadillacs. El abanico de influencias recorre distintos géneros que marcan la identidad Caligaris.

Diego Pampiglione, o mejor conocido como Raúl Sencillez, tomó el micrófono y se plantó en el centro del escenario. En la batería, su posición original, fue reemplazado por Ramiro Ambrosi que se encarga de las percusiones del grupo. “El amor nunca pasa de moda” le permitió demostrar todo su potencial de frontman para divertirse con los seguidores, al igual que en “La Carta”. “Quiero que sean un público bipolar”, exigió con su celular en la mano filmando. Luego de pedir insultos hacia él, finalizó la canción con “Yo no guardo rencor”, que dio lugar a la inevitable ovación.

Un sobretodo, sus lentes característicos y un micrófono en su mano. “Ole, ole ole, oleee, Pipoo, Pipoo”, comenzó a escucharse en Groove a los segundos de ser presentado. Pipo Cipolatti se sumó a la multitudinaria banda para hacer “Mis tres amores”, de Rodrigo, pero antes le dedicó unos minutos a la historia del tema escrito por él en el mismo edificio, aunque aclaró: “Voy a ser breve, sino parezco Felipe Pigna”. Después del cuartetazo, se mantuvo en el escenario para hacer “El estudiante” de Los Twist para que el pogo y el coro del estribillo retumbe en Palermo con un clásico de esa magnitud.

El cierre estaba al caer y los éxitos Caligaris desfilaron en el tramo final. “Kilómetros”, una declaración de principios para el grupo cordobés, tuvo las remeras revoleándose en el aire como es costumbre. El teclado de Valentín Scagliola hizo bailar a Groove con “Asado y fernet” que tuvo a Fierita Catalano y Alejo de Jinete Hendrix como invitados, en medio del ambiente ameno que plantearon desde el minuto cero. Juan Comas, baterista de Las Pastillas Del Abuelo, se sumo para hacer “Mi estanciera y yo”. Raúl Sencillez bromeó al final: “Le pegó con todo, no lo vamos a invitar más”.

Martin Pampiglione, cantante y guitarrista, comenzó su despedida y mientras la melodía indicaba que “Que corran” era la última, comentó: “Seguimos despacito, recorriendo el sueño de Los Caligaris”. Las manos estaban rojas de aplaudir, los pies dolían de saltar, la transpiración se marcaba en las remeras y la banda solo regalaba sonrisas y agradecimientos a su público. La extensa bandera que rezaba: “Muchas gracias”, bajaba el telón del energético show que celebró los 19 años del grupo formado en Residencial América, Córdoba.

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Fotos por Cinn Carrizo.

Siempre tengo sueño. A veces juego a escribir. Alegre o triste voy cantando.