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Maximus Festival: El metal tuvo su fiesta con propuestas para todos los gustos

El sábado 6 de mayo, Linkin Park, Prophets of rage, Slayer y Rob Zombie se dieron cita en Tecnópolis para hacer poguear a más de 20.000 almas.

Maximus Festival
Maximus Festival

La comunión metalera es posible. Por lo menos así lo dejó ver la segunda edición del Maximus Festival, que se celebró el 6 de mayo en Tecnópolis. Desde hace años, en eventos musicales, existe un acercamiento del heavy metal a otros géneros, con el caso más emblemático y cercano del Lollapalooza en el que tocó Metallica.

Haciendo un ejercicio de memoria, muchos podrían obtener ejemplos de esa índole, incluso con experiencias personales. Y la versión 2017 del festival, más allá de haber crecido en cantidad de bandas principales, también mejoró en propuesta, pues de lo que se considera metal más puro, solo se encontraba Slayer, y la paleta se amplió con rap (o nu) metal con Prophets of Rage y Linkin Park; Un símil industrial alternativo con Rob Zombie, el doom de Ghost, el stoner de Red Fang, y el hardcore/groove metal de Hatebreed y Five Fingers Death Punch. Así pasaron las casi 12 horas de música pesada, máscaras, personajes pintados y más de 20.000 personas en el Maximus 2017.

Red Fang

Para sacarle la fiaca al público de la posible resaca de viernes, Red Fang largó con su fiesta cervecera antes de las 14 en el escenario Maximus y sus siete temas alcanzaron para enamorar al público. Vale decir que muchos se acercaron a Tecnópolis bien temprano para escuchar a los barbudos de Portland pues gracias a su inventiva para videoclips y su actitud de Auténticos Decadentes, la gente quería ver que tenían para ofrecer en vivo. “Blood like cream”, “Crows in swine”, “Dirt Wizard” y “Flies” fueron parte del breve set, que culminó con “Prehistoric dog”. Desgraciadamente, la birra solo podía ser bebida en un parque especial, así que muchos se quedaron con las ganas de rockear con Red Fang y una rubia en la mano.

Un rato más tarde, pero en el Thunder Dome por algún cambio en la producción, Hatebreed esparcía su brutalidad para que aparecieran las remeras de Suicidal Tendencies, Agnostic Front y demás grandes valores del hardcore. Si bien la propuesta de los liderados por James Jasta se aleja cada vez más del estilo nuclear del que forma parte, mantiene un séquito importante que lo sigue bajo esa bandera. “Honor Never Dies”,To the threshold”, “Looking Down the Barrel of Today” fueron salvajemente bailados en el mosh pit por las bermudas y bandanas presentes en el lugar.

Five Fingers Death Punch

Si bien entre las opciones gastronómicas, la exposición de automóviles clásicos y chopperas, las chicas y “monstruos” del circo del horror que podían encontrarse en el predio eran un buen entretenimiento para la audiencia, la poca diferencia con la que salían las bandas a escena hacía casi imposible disfrutar de otra cosa más que de la música estridente.

Después de las 15, cuando todo se había acomodado y gran parte del público ya estaba en el sector de los escenarios principales, que se encontraban uno pegado al otro, Böhse Onkelz hizo de las suyas con su rock garagero amagando con el punk rock. Cuestionados en una época por su cercanía con movimientos neonazis, su presencia en el Maximus no revistió ningún tipo de accidente o episodio que se pueda relacionar a ello. De todas formas, las canciones en alemán no ayudaban al entendimiento de su mensaje, aunque fueron festejados por varios rubios gringos y algún que otro borrachín alegre que quería bailar desde temprano.

Böhse Onkelz

Con telón de Iglesia pagana corrido por el viento, la misa negra de Ghost dio comienzo a las 16 en el escenario Rockatansky, y por más que el Papa Emeritus ya no vista el hábito que lo hizo famoso, la presencia de la banda es tan oscura que no necesita de la animosidad que tienen algunas bandas de black metal.

Los “Nameless ghouls” con sus máscaras plateadas son hasta simpáticos con el público y Emeritus, con su acento falaz italiano es un galán salido del infierno que nunca pierde modales ante sus seguidores. “Square hammer”, “From the pinnacle to the pit”, “Ritual” “Cirice”, “Year Zero”, “Absolution” y “Mummy dust” fueron las siete canciones interpretadas por el sexteto que incluye dos guitarras, batería, bajo, teclados y obviamente la voz de Emeritus. Excelentes canciones para hacer headbanging, para bailar, saltar, y adorar a satán bajo el sol de Villa Martelli.

Ghost

Al término del concierto de los suecos, la gente se movilizó hacia el escenario principal para esperar a Rob Zombie. El guitarrista John 5, el bajista Piggy D, y el batero Ginger Fish salieron a escena mientras sonaba “The Last of the Demons Defeated” como intro, y todo explotó cuando Rob pisó el escenario como un estrafalario hippie con campera de flecos mientras atrás un King Kong gigante en tela miraba atento al público.

La banda comenzó con el tribunero “Dead City Radio and the New Gods of Supertown”, tema de tempo ideal para saltar hasta transpirar. “Superbeast”, “Living Dead Girl”, “Never Gonna Stop”, “House of 1000 Corpses” sonaron en la lista del ex White Zombie, que homenajeó a su antigua banda con los himnos “More human than human” y tras un solo de guitarra un tanto extraño de John 5, el riff inconfudible de “Thunder Kiss ’65” sonó con fuerza por todo el predio. En el medio del tema “Blitzkrieg Bop” de Los Ramones renovó el pogo.

Rob Zombie

El final -y a la espera del show que Rob brindaría el día posterior en Museum– fue con “Dragula”, para exteriorizar el circo que es el grupo y la cabeza de Zombie, lleno de películas clase B de terror y bizarreadas del estilo.

Five fingers death punch comenzó a despedir el sol con sus brutales y super norteamericanos temas. El comienzo con “Lift Me Up” para llamar a sus fanáticos a poguear, hacer rondas y golpearse de lo lindo. Con algunos mayores mirando atónitos la descarga de violencia injustificada que se promovía desde arriba, abajo era puro griterío y empujones cuando sonaban “Wash It All Away”, “Jekyll and Hyde”, “Burn MF” y “Under and Over It”, con demagogia incluída por parte del líder carapintada Ivan Moody al ponerse la casaca argentina.

Five Fingers Death Punch

El final llegó con “The Bleeding” y tras el saludo final, se despidieron con una versión contradictoria de “House of rising song” ya que es demasiado pesada para el mensaje original. En su primera visita, los yanquis aprobaron para su público pero no parecen haber convencido a más gente acerca de su música.

La tarde se hundió en la noche cuando Tom Araya y Kerry King tomaron el Maximus por asalto. Si la violencia era inusitada hasta ese momento, a las 19 se transformó en necesaria. “Repentless” abrió el fuego -y los fuegos como escenografía fabril a los costados- y el thrash más veloz y poderoso hipnotizó a los miles de pelilargos.

Slayer

“Postmortem” revivió aquel clásico “Reign In Blood”, disco que cumplió más de tres décadas de su edición pero que sigue vigente en los corazones “jevis”. Lo mismo sucedería con “¡¡¡¡Waaaaaaaaaar Ensemble!!!!!”, como gritó Araya al presentar la canción, en este caso uno de los tracks pertenecientes a “Seasons in the abyss”. Pero la temporada en el abismo duró más de una hora, con el riff inicial de “Dead Skin Mask”, con la violencia de “Hell Awaits” y con el final de “South of Heaven”, que es la clara pista de aterrizaje para el sonido de tormenta que inicia el tema que todos van a querer escuchar: “Raining Blood”.

Parecerá un cliché, pero tras ese tema varios se fueron heridos y hasta con sangre en el rostro, producto de algún golpe con tachas o trompada -golpe accidental- de la gigante ronda que se formó para ritualizar con el mantra de lluvia roja. Sin perder intensidad se pegó “Black Magic” y “Angel of Death”, ese final que tanto esperaban los bateros para ver en vivo a Dave Lombardo y ese doble bombo imposible golpear los tímpanos, en el Maximus sonó gracias a Paul Bostaph. Gran baterista, sí, pero nadie puede no extrañar a Dave Lombardo y su inhumana forma de tocar.

Prophets of Rage

Cuando Donald Trump ganó la presidencia de Estados Unidos, Tom Morello, Tim Commerford, Brad Wilk de Rage Against the Machine, Chuck D y DJ Lord de Public Enemy y B-Real de Cypress Hill dijeron “hay que salir a gritar”. Y así lo hicieron con varios conciertos pequeños bajo el nombre “Prophets of rage”, que mezcla el nombre de la banda de rap metal con la canción de Public Enemy.

El movimiento creció y llegó hasta el Maximus, en donde se dieron cita fanáticos del metal y del rap. El inicio fue con el tema que le da nombre al sexteto, pero todos revolearon la remera cuando sonó el raspado con gua gua y la batería in crescendo de “Testify”. El show de la combativa banda se basa en los temas más importantes de RATM pero con la voces más aletargadas de Chuck D y B-Real. “Take the Power Back”, “Guerrilla Radio”, “Bombtrack”, “People of the Sun”, “Sleep Now in the Fire”, “Bullet in the Head” y “Know Your Enemy” fueron celebrados por los presentes que aprovechaban para cantar más las melodías de guitarra y bajo que rapear sobre las voces de los cantantes.

Zack de la Rocha se extraña cuando llegan las memorables partes en las que gritaba pero es decentemente reemplazado en el rapeo, obviamente con dos super experimentados en el tema.

Prophets of Rage

Para que los instrumentistas descansen. El Dj y los raperos se quedaron sobre el escenario para hacer un mix de temas de Cypress Hill y Public Enemy. “Hand on the Pump”, “Can’t Truss It”, “Insane in the Brain”, “Bring the Noise”, “I Ain’t Goin’ Out Like That”, “Welcome to the Terrordome”, más el clásico de House of Pain “Jump Around”.

En la última parte del recital, los Prophets Of Rage, cuyo público vitoreó constantemente gritando “Moreeeello, Moreeeello” y “Olé olé olé ole, Prophets, Prophets”, el guitarrista hizo un solo increíble sacando esos extraños sonidos que solo él puede sacarle a la viola y concluyó dando vuelta el instrumento para mostrar el mensaje: “Para las madres de los desaparecidos”, ganándose la ovación de todos los presentes. Vale decir que Morello es activista de derechos humanos y da su opinión y apoyo cada vez que tiene la oportunidad.

Tom Morello, con Prophets of Rage en el Maximus.
Tom Morello, con Prophets of Rage en el Maximus.

Del disco que saldrá dentro de poco tiempo, Prophets presentó “Unfuck The World”, muy pesado pero con el groove ganchero que siempre le pone la base bata/bajo de Tim y Brad. El final del primer concierto de los profetas fue con “Bulls on Parade”, la tribuneada de “Seven Nation Army” para que cante el público y para erizar la piel de todos, dio arranque la excelente introducción de “Killing in the Name”. Saludo final, agradecimientos por ser “el mejor público”, y B-Real diciendo “legalicenla” para introducir el estribillo de “Yo quiero fumar” y que todos respondan “moooo-taaa”.

Cansancio en las caras de los presentes, varios que ya comenzaban a irse -aunque el éxodo comenzó al final de Slayer-, pero quedaba el show principal de la noche, la banda de cierre que curiosamente para un festival de metal, se trataba de una de las más cuestionadas dentro del género.

Linkin Park

Linkin Park, que desde hace años viene cultivando un perfil ecléctico y cada vez más alejado de su pasado “pesado”, se hizo esperar por varios minutos tras el horario estipulado de las 21.30, y con la iluminación preparada para su salida, su ejército de fanáticos transformó el espacio en una marea de celulares iluminados que querían filmar desde el primer segundo.

Más cerca de las 22 y tras el sampleo de “Roads Untraveled”, los un metaleros más pop dieron inicio con “The Catalyst”. En lo que fue una clara demostración de personalidad, sin importar que los que asistieron esperaban una poderosa descarga con distorsión y guitarras al frente, “The Catalyst” es más electrónica y pop que otra cosa, y sumando al bajo sonido -fue la banda que menor volumen tuvo de las 15 que se presentaron-, la oferta era evidente: Estos chicos están en otro “yeite”.

Linkin Park

Pero para devolverle vida al rock, el segundo tema fue “Wastelands”, que si bien no será recordado como himno de la música pesada, en comparación al primer tema parecía un cover de death metal. El tercero del setlist fue un regalo para los argentinos, pues se presentó en sociedad, en estreno mundial, el tema “Talking to Myself” perteneciente al álbum que editarán este año “One more light”. Al ser el primer concierto de la banda completa en un largo período –Mike Shinoda y Chester Bennington venían tocando como dúo- se dieron el lujo de tocar por primera vez en directo “Battle Symphony”.

Para el asombro de todos, LP mechó de su primer trabajo discográfico “Hybrid Theory” la canción “One step closer” que hizo rememorar la adolescencia a muchos presentes que sobrepasan las tres décadas de vida. “Castle of Glass”, “Leave Out All The Rest” y “New Divide” fueron ejemplo de esa decadencia del rock al pop en la que se encamina LP y que culmina en temas despreciables como “Good Goodbye”.

Linkin Park

Más allá de la desilusión de muchos por el show que escénicamente era perfecto pero en lo musical podía transitar el patetismo digno de un after hour de Palermo con música chill out, “Breaking the habit”, “Somewhere I Belong”, “What I’ve Done” y “Faint” de alguna manera salvaron la noche del completo derrumbe.

“In the End” fue del público. La idea era que tras los primeros versos de Chester, la audiencia acompañara, pero era tan claro y fuerte el cántico masivo que incluso cuando comenzó a tocar la banda, el coreo se mantuvo -el volumen bajo obviamente fue cómplice para el mágico momento-. Una versión a piano y voz de “Crawling”, la tristeza del acoso escolar de “Numb” y la melancólica nueva “Heavy” fueron las partes más calmas, que despejaron el ambiente para el gran final. “Papercut”, nuevamente haciendo presente la vieja escuela -si es que eso existe en LP- y “Bleed It Out” levantaron a los seguidores que aguantaron hasta pasadas las 23 en un lugar de difícil acceso. Todo sea por los más polémicos del nu metal.

Por Martín Darío Pérez

Fotos de Héctor Palacios // Grizzly FV