José Palazzo, alma máter de este Festival, había dicho en la previa que ya el más grande de Latinoamérica. No se equivoca. Le dan la razón los miles y miles de peregrinos y peregrinas, que este año, se reunieron para festejar los 20 del Cosquín Rock. Le dan la razón quienes estuvieron manija todo un año, que explotaron las boleterías, que armaron el viaje hacia Santa María de Punilla con mucho tiempo, que colapsaron la ruta, que viven estos dos días con la “manija” necesaria.
Hay que estar en estas tierras para experimentar en carne propia lo que se vive: carpas al lado de las vías de quienes vienen en tren (no en avión), los autos que tardan más que los peatones; la sonrisa de Florencia de Unquillo, por ejemplo, que sabe que este Cosquín será intenso e inolvidable; la cara de Pedro, de Morteros, que viene por primera vez y está en la carpa de prensa totalmente emocionado; el saludo de Ezequiel, de Junín, que es albañil y trabaja todo el año para venir en febrero; las fotos de Nicolás Papa y Sebastián Fissore, en la muestra por los veinte años, para entender lo que es compartir con ellos la fosa, pero también la mirada de semejante evento… Todo, todo, absolutamente todo eriza la piel acá.
No te copes mal, Cosquín…
…Terminó diciendo Hilda Lizarazu, en alusión a David Lebón y su viejo tema, cuando terminó su show. Pero Cosquín empezó a coparse y muy bien, desde el comienzo nomás. Hilda, que fue una de las primeras que subió al escenario Norte, comenzó a hacer vibrar esa parte del predio desde bien temprano con sus temas y clásicos del rock, luego de Pink Wasted y Joystick, mientras que en el Escenario Sur, Telescopios y Fly Fly Carolina, dieron el puntapié inicial con temas de la escena actual, muy festejados.
El Córdoba X, escenario cada vez más importante, que tuvo a los 2 Minutos, Juan Terrenal y Mariano Martínez & Animales En Cautiverio muy festejados cuando la tarde daba lugar a la noche, abrió con los ganadores del Pre Cosquín. Entre ellos Sopló El Fantasma, el trío villamariense que comenzó a gestarse en el mismo año que lo hizo el festival.
En La Casita del Blues se quedaba la gente que: o querían escuchar muy buena música y disfrutar de un espacio que cada vez es más disfrutado, o se cansaron temprano de caminar las casi 15 cuadras que había de un escenario principal a otro.
Mientras las nubes amenazaban con descargar su bendición sobre Santa María de Punilla, las bandas cumplían con su objetivo de hacerle pasar al público, una edición especial. Por ejemplo, en la parte Sur que acobijó a varios referentes de la nueva generación. Esa medida que fue criticada de antemano, pero muy efectiva. Kchiporros, primera banda paraguaya en tocar en Cosquín preparó el terreno para que Sara Hebe hiciera saltar y reflexionar.
La reflexión también le llegó a Palazzo –que se encargó en todo el año de aclarar los dichos sobre las mujeres, el talento y la falta de presencia femenina, que le costó varias críticas el año pasado, que llevó a cabo el 30 por ciento de cupo femenino exigido por ley. Mucho más en los escenarios secundarios, pero avanzando y mucho.
Amor serrano
La lista de bandas y de canciones, continuó en el Norte, con La Que Faltaba y sus temas con nostalgia piojosa, que son un clásico ya en las primeras horas (“Micky” Rodríguez y letras). Airbag, agarró un escenario que ya estaba encendido, aún mirados de reojo por varios. Pero dio un show acorde y bien aceptado.
Patricio Sardelli, con su guitarra endiablada regaló el Himno Nacional Argentino, en uno de los puntos altos y una seguidilla de éxitos de hard rock, mucho estilo y personalidad. El cierre con “Solo aquí”, fue acompañado hasta por la gente que estaba en medio del predio y escuchaba ese hit.
Bandalos Chinos, en la otra punta del predio, con un Goyo Degano, que sabe manejar y pasearse en el escenario con una soltura y elegancia envidiable, arrancó con “Vámonos de Viaje” para que fuese sólo de ida.
Los vientos en Cosquín empezaron a cambiar… los vientos de Las Pastillas del Abuelo, que empezó con la fiesta grande del sábado. Para esa altura de la jornada, las banderas ya eran parte de la postal principal. Y “Piti” Fernández, quien comenzó entonando “Raíces”, para cantarle a la gente, que ya las echó hace rato en el lugar donde pasa de todo, donde se cree que “si Dios es universo”, todos creemos en Dios.
Porque el universo empieza a conspirar a nuestro favor, como cantaba Gustavo, como se escucha en “Magia”. Y es que la magia en Cosquín es mayor, porque hay un coro de miles que no desafinan. Que, en “El Favor” un “tema del 2020” anunciado por el líder de la banda, canta: Yo venía sin tropezar /Pero me enredé con tu lengua/ Y cuando me quise correr/ Vos me atrapaste entre tus piernas. La magia es no saber si se le canta eso al rock, o a quien abraza mientras suena la canción…
Volver… con la frente en alto
Y volver para no irse más. Y volver para que Tomás, que estaba sacando fotos cerca del escenario confiese: “Nunca sentí tanta potencia”. Y volver, volver y volver. Volver para ser más aplanadora que nunca. Para que sea más rock que siempre. Volver al Cosquín Rock para Divididos, fue la vuelta a lo que parecía imposible hasta hace poco. Fue volver y querer quedarse ahí, toda la noche frente a ellos.
Con su mochila, entrando como si fuese parte del público, él y sus secuaces. Estos Hombres en U, comenzaron a tocar, “ensayando para encontrar la eternidad”. Y sin exagerar, debe ser lo más parecido a ella, cuando Ricardo, Diego y Catriel comienzan a tocar. A ser Divididos. O por lo menos, todo quisiéramos que, si existiese la eternidad, sonara este trío.
Fue el regreso más esperado. Fue de lo más festejado. Fue la seguridad de que “todo está vivo, a pesar del dolor, si me sonreís”. Sea en homenaje al padre de Ricardo, que recordó, o a Luis Alberto Spinetta, que se anduvo por ahí abajo un rato con y entre nosotres, al igual que sus nietos Ángelo y Benicio Mutti Spinetta, que tocaron con Flu Os. Porque nos acordamos de él todos los días y más los 8 de febrero, “este santo hermoso”. Por eso cantó apenitas “Para ir” y no pudo más de la emoción. Por eso fue tierno y potente a la vez. Por eso fue una aplanadora, pero de sensaciones.
Por eso, Ricardo fue más Mollo que nunca. Por eso, el video inicial de él cantando el Himno, vestido con guardapolvo, con una orquesta fue la mejor definición: Ricardo Mollo ya es un prócer del rock.
Prócer, padre, leyenda, dios del rock es Charly García. Que por el accidente que tuvo, no pudo estar. Pero estuvo. Sí. Fue suplantado por tantos artistas, que se convirtió en uno de los momentos del Festival. Pero para esto, hace falta otra nota…
Lo bueno de lo nuevo
Nathy Peluso y Mon Laferte, fueron las presencias femeninas que más resonaron. La primera por carisma y estilo, la segunda por sensualidad y fuerza. La Sandunguera, puso a toda la gente a bailar y dejarse llevar por sus caderas. Mientras que la chilena hizo lo suyo, pero con dulzura y una presencia que intimida.
Se destacaron en el sur Ca7riel y Paco Amoroso, quienes ya habían conquistado a Córdoba en el festival La Nueva Generación. Bueno. Lo volvieron a hacer. Son magnéticos en cantidades inmensas, rompiendo todo tipo de molde. Algo así como Louta, que subió luego de Él Mató a Un Policía Motorizado.
El Mató, convocó a miles, que los vienen acompañando desde cuando tocaban en los escenarios más chicos. Esos miles, siguieron y cerraron la noche con Louta. Quien se encarga siempre, siempre de dar buenos shows. Y esta vez no fue la excepción. A esta altura, creemos que jamás lo será.
Amoroso, cuando terminó de cantar dijo: “Te queremos Skay, aguanten Los Redondos, aguante el rocanrol”.
El aguante
Del otro lado, al norte del predio, el que era saludado por la nueva camada era Skay. El hermoso y querido Flaco, que regaló un show como nos tiene acostumbrados. A puro conquista con esa guitarra que se enciende con sus dedos. Y con los grandes pogos, que encienden a la noche, entre desconocidos o conocidos de más. “¿Es común que el primer pogo de una pareja sea con ‘Jijiji’?”, se preguntaban unos enamorados bajo la luna de Punilla. No lo sabemos, lo que sí, que es un buen augurio para lo que viene…
Guasones, agarró la posta de un escenario y un horario caliente -una de las grandes novedades y buenas noticias para los fanáticos de Facundo Soto y los suyos-. Mucho rock, mucha canción y mucho pogo. Una fórmula platense que nunca falla.
El final de la noche llegó con la fiesta que se merecía un aniversario de tal magnitud. Los Auténticos Decadentes, que no son rock, pero tienen mucho más rock que unos cuantos hicieron bailar a la multitud. Y es que cuando cantan “Somos el trago perfecto /Que enciende las mechas /Que explota y que arenga/ Que borra las penas/ Que anima y que alienta”, no solo se definen, si no definen lo que se busca en cada edición del CR.
Alguien dijo por ahí “es la música para casamientos que más nos llena”. Y la verdad que sí. Es la música para todo casamiento. Inclusive, el que celebramos con el rock desde hace 20 años en Cosquín, Comuna de San Roque y Santa María de Punilla. Al que le dijimos que sí. Para toda la vida….
Por Juanjo Coronell
Fotos Florencia Zufiaurre
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