En el fútbol la globalización del negocio atravesó un crecimiento exponencial que en los últimos años sedujo la economía de los clubes más importantes de China y Estados Unidos. Incorporan profesionales de todos los rincones del mundo, e imponen un tironeo constante frente a los clásicos arrebatadores de talentos europeos que también trabajan en su expansión y que buscan, sin descanso, quedarse con las joyas sudamericanas que atraviesan momentos de lucidez en sus equipos.
En la actualidad, la inteligencia no pasa por ver quién está mejor asesorado o quién interpreta mejor el mercado futbolístico. Ya no rinde ir a buscar la joya de tal o cual institución que descose el balón esa temporada. La clave está en ser astuto y posarse estratégicamente sobre los semilleros más importantes, sumado a una gran percepción futbolística y un poco de suerte, dar en el punto exacto para poder seducir a los juveniles hambrientos de gloria. Con muchos euros en la billetera y con peso de la historia, obviamente.
Es cierto que la temporada en el viejo continente aún no ha concluido, pero como afirmó una vez Gerardo Tata Martino, allí las cosas se piensan seis meses antes. El Barcelona, ex equipo del técnico argentino, cuenta en su staff con André Cury, hombre de la secretaria técnica especializado en el mercado sudamericano. Perspicaz, el español logró contactar con Vinicius Junior a mediados del 2015 para comentarle las aspiraciones del equipo catalán de contar con sus servicios. Lo cierto es que Vinicius no había siquiera culminado el segundo año de la secundaria en ese momento, y como la FIFA no permite incorporar jugadores menores de 18 años ajenos al continente, la firma quedó en pausa hasta un nuevo encuentro.
El tiempo pasó y vaya si le daría la razón a Cury. Vinicius (16) todavía no logró llegar a la primera de Flamengo, club que lo apadrinó desde los cinco años, pero rápidamente se convirtió en el protagonista de la ‘Generación 2000‘, equipo formado por jugadores salidos de la cantera que estuvieron tres años sin perder un partido, y con el cual conseguirían la prestigiosa Copa Votorantim celebrada en la ciudad de Río de Janeiro.
Años más tarde, fue clave en la obtención del Sudamericano Sub 17 de Chile, despachándose con siete goles y dándole un lugar en la Copa del Mundo a Brasil por décimo segunda vez. Coronado como mejor jugador del certamen, el eco en los medios deportivos de todo el mundo no se hicieron esperar, y mucho menos Florentino Perez, quien rápidamente se comunicó con su par del Flamengo para comentarle sobre sus intereses por la flamante joya del futbol paulista.
Tanto Pérez como el Real Madrid hacía tiempo que perseguían un fichaje de estas características. La compra le convenía tanto en lo deportivo, como en lo económico ya que los negociados no solo parten de alcanzar el nivel más alto en lo futbolístico, si no también en financiar la deuda con la venta de camisetas.
Así es como el club de la capital venció a su clásico rival en la pulseada por el juvenil al que llaman “El nuevo Neymar” producto de sus pinceladas con la suela derecha y el amplio repertorio para definir. Imposible dejar de lado su velocidad mental.
Con un desembolso de 60 millones de euros –el doble de la clausula puesta por Flamengo– La Casa Blanca podrá contar con Vinicius Junior a partir de la pretemporada 2018. Mientras tanto, este gran gambeteador mulato deberá esperar a cumplir los 18 años para poder emigrar a España y así, con una presión mediática infernal, intentar devolverle al Madrid un poco de la confianza que se depositó en él.
EL PASE
De los 60 millones de euros que pagará el Real Madrid, 40 serán para el club Flamengo, 12 para los agentes de la empresa Traffic (dueña del pase), y 8 para el jugador como prima del fichaje.
PARA DESTACAR
Vinicius está lejos de ser el primer jugador en atraer el interés de Europa a tan temprana edad. Philippe Coutinho negoció su traspaso al Inter de Italia antes de cumplir 18 años, mientras que Neymar fue tentado por el Real Madrid cuando sólo tenía 13, luego su fanatismo por Leo Messi lo llevaría al Barcelona.
Por Emiliano Zontella.
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