Otra vez la inseguridad. Una vez más, a esa maldita injusticia se le dio por arrebatarle la vida a un jóven. Un pibe que le dedicó toda su vida a perseguir ese sueño que comparte cada chico de nuestro país, cuando comienza a patear una pelota: ser jugador de fútbol. La injusticia y la inseguridad se volvieron a complotar, arruinando por completo la vida de una familia entera, y dejando amigos y compañeros, totalmente devastados. La dolorosa noticia fue confirmada, primero vía Twitter, por el vicepresidente del Club Atlético Nueva Chicago, Daniel Ferreiro, y más tarde, por el departamento de prensa de la institución de Mataderos, en donde Rodrigo se desempeñaba hacía más de dos años. El mundo del fútbol se unió para enviarle mensajes de apoyo y solidaridad a todo el entorno de El Rulo, tal y como se lo conocía en el ambiente, y así también se sumaron en el reclamo de justicia.
Rodrigo Espíndola surgió de las divisiones inferiores de Chacarita Juniors, en donde firmó su primer contrato en 2010. Permaneció allí hasta 2013, peleando por ganarse un puesto, y vistiendo la camiseta del club de San Martín atravesó, incluso, dos descensos de categoría. Uno de ellos en 2012, en aquella recordada promoción frente a Nueva Chicago, club que más tarde se convertiría en su casa. Tiempo después, a mediados de 2013, y luego de quedar libre en el Funebrero, firmó contrato con Racing, a pedido de Luis Zubeldía, por entonces DT de la Academia, pero lamentablemente no logró afianzarse en Avellaneda, y solo pudo acumular minutos en reserva. Más tarde, sobre la mitad de 2014, volvió a quedar en libertad de acción, pero Rulo no se rindió y, luego de superar largas semanas de prueba, tuvo el visto bueno de Omar Labruna para sumarse a las filas del Torito. En el verdinegro fue una pieza importante, siendo primera opción de recambio durante todo el torneo de transición en el que Chicago lograría el ascenso a Primera División, aunque luego, pasaría a jugar nuevamente en Reserva, teniendo que volver a esperar por su oportunidad.
Esa posibilidad, por la que venía luchando desde sus comienzos, le llegó, finalmente, en el presente torneo de la B Nacional. Rodrigo, después de esperar y perseverar por mucho tiempo, se convirtió en una fija en el 11 inicial del verdinegro, jugando en su verdadera posición de marcador central, y no de lateral izquierdo, como le había tocado en otras ocasiones. Rulo, un luchador del fútbol, un pibe humilde, sencillo, y muy querido por sus compañeros, la peleó desde siempre. Meses atrás, frente a Santamarina de Tandil, de visitante, y por la 7° fecha del torneo, se había dado el gusto de convertir un gol. El único con la camiseta de Chicago, y el segundo en su carrera. Esa que se vio inexplicablemente interrumpida, cuando en la noche del jueves, intentaron asaltar su casa de Monte Grande, en la que se encontraba con su familia, y según trascendió, luego de defender a su mujer y su bebe de tan solo 6 meses, e intentar resistir el robo, recibió un disparo en el tórax, sin piedad.
Rodrigo fue ingresado de urgencia en el Hospital Santamarina de la ciudad bonaerense en la que nació y se crió, en donde lo intervinieron e hicieron todo lo posible por reanimarlo. El Rulo la lucho hasta el final, como siempre, pero esta vez, lamentablemente, no lo logró. Le arrancaron la vida y le robaron su sueño. Paradójicamente, a pocas horas del día del futbolista, la maldita inseguridad nos quitó a uno. Sus amigos, actuales compañeros del Verde, y también ex compañeros expresaron su dolor en las redes sociales, en otra muestra de lo querido que era, tanto en Mataderos como en el ambiente de la pelota. Espíndola fue cruelmente asesinado en otro repudiable y lamentable hecho de inseguridad y, todo su entorno, un club, un barrio, y el fútbol entero, reclaman justicia.Por siempre, su mujer, su pequeño hijo, y toda su familia tendrán su ángel de la guarda. Y en la cancha, en el banco, o en el cielo, Chicago tendrá, sin dudas, un defensor más.
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