Aldosivi, el Tiburón. Quizás sea uno de los pocos clubes que no tienen una historia para definir su nombre, pero a su vez, uno de los que tienen una lógica puramente geográfica. El Club Atlético Aldosivi es llamado así porque se usaron las primeras dos letras de los nombres de los dueños de la empresa constructora del puerto: ALlard, DOulfus, SIllard y WIriott (cómo en el telégrafo no existía la “W”, se usó la V). De allí, del puerto, proviene el apodo del equipo marplatense, y aunque existan muchos más animales en el mar, los hinchas decidieron elegir al tiburón, como símbolo de que es el animal que se come a todos los demás.
Argentinos Juniors., el Bicho colorado. Cerca de la década del ’60, Argentinos Juniors, cuna de grandes jugadores de talla mundial como Diego Maradona, Claudio Borghi o Juan Román Riquelme, el periodismo se empezaba a hacer eco de un equipo humilde de camiseta roja y que ya comenzaba a mostrar por qué lleva con orgullo el mote de “Semillero del mundo”. Con pibes que luego serían jugadores de Selección (Héctor Pedérzoli y Oscar Di Stéfano), el diario Clarín comenzó a apodar al equipo como Bichos colorados, por el color de la camiseta y porque se destacaba como un equipo que era duro de roer de local y que solía complicar a los equipos grandes.
Arsenal, el Viaducto. El equipo fundado por Julio Humberto Grondona tiene una característica particular: su apodo no está definido. Lo llaman el Arse, pero es un diminutivo de su nombre, aunque quizás el mote que más se usa para este equipo celeste y rojo sea “Viaducto”, ya que a penas a una cuadra del estadio se encuentra el viaducto de Sarandí.
Atlético Rafaela, La Crema. Hay dos motivos por los cuales al equipo santafesino lo llaman “Crema”. El primero y el que sale por pura lógica, es que Rafaela es prácticamente la capital de la industria lechera de Argentina, además de que el club ha sido ayudado por ellas. Pero un motivo fundamental y que es por el que más fuerza cobra sentido el apodo, es el gran poder adquisitivo que tuvieron y tienen algunos de los hinchas a los que les decían “cremosos”.
Atlético Tucumán, El Decano. Atlético Tucumán fue el primer club del Norte argentino en existir, y uno de los pioneros en practicar este hermoso deporte que es el fútbol. Fundado en septiembre de 1902, Atlético fue el octavo equipo en tener como fin ser un club de fútbol, desde que se fundase Gimnasia y Esgrima de La Plata en 1887. Sin embargo, en un primer principio y por la condición social de los hinchas –en su mayoría de clase alta- y de la ubicación del estadio, fueron llamados “Pitucos” por San Martín de Tucumán, su más grande rival.
Banfield, el Taladro. Otro caso que surge a partir del periodismo. La culpa, esta vez fue del ya inexistente diario “El Pampero”. En 1940, Banfield, en su primera temporada en la élite del fútbol argentino -tras aprovechar la reestructuración de la Segunda División en 1938, hecho que no permitió que el equipo del Sur del Gran Buenos Aires descienda a la Tercera División-, era una máquina de hacer goles. Los 67 goles sorprendieron a toda la prensa, pero fundamentalmente fueron las goleadas a Atlanta (7-3), Tigre (6-1), Newell’s y Lanús (ambos 5-0) las que le valieron el apodo de “Taladrador de redes” que fue rápidamente tomado por los hinchas.
Belgrano, el Pirata. Uno de los apodos despectivos que fueron tomados por la hinchada como propio. En la década de 1960, los barras de Belgrano -que se dice fueron los primeros en llevar un bombo a la tribuna- robaban en cada ciudad a la que el equipo cordobés iba a jugar. El primero en llamarlo así fue Racing de Córdoba, en 1968, que acusó que en un choque entre los barras, sus banderas fueron robadas por los hinchas Celestes.
Boca Juniors, el Xeneize. Asentados en los conventos, los inmigrantes italianos eran prácticamente una colonia genovesa ubicada en el barrio de La Boca. El apodo de “Xeneize” es una deformación de la palabra “zeneize”, que traducida significa “genovés”. Otro de los sobrenombres que llevan como bandera los hinchas de Boca es el de “Bostero”, que nació a partir de un canto de los hinchas de River que con motivo de las continuas inundaciones que tenía el barrio, entonó que “a todos los bosteros, la mierda los tapó”.
Colón, los Sabaleros. Otro de los motes que surgió de manera despectiva por la clase social que fueron los primeros hinchas del club, que se dedicaban a la pesca en el Río Salado, en dónde predominaba el sábalo.
Defensa y Justicia, el Halcón de Varela. El año 1982 fue un punto de inflexión para el club ubicado en la localidad de Florencio Varela. Aquel año y hasta 1988, Eduardo Pérez asumió como presidente de la institución. Pérez era el dueño, a su vez, de la empresa “El Halcón”, una compañía de transportes que tenía la línea 148, que unía el barrio de Constitución con Florencio Varela. A partir de ese momento, el Club Social y Deportivo Defensa y Justicia pasó a ser el primer equipo directamente afiliado a AFA en tener publicidad en su camiseta, y además adoptó los colores verde y amarillo que tenía la empresa, dejando de lado el azul y blanco que lo había caracterizado desde su nacimiento, en 1935.
Estudiantes de La Plata, el Pincharrata. Hay dos teorías que intentan explicar el extraño apodo que recayó en Estudiantes, también conocido como “El León”, por la mascota oficial del club. La más antigua y a su vez la más popular, refiere a que en los primeros años del club, muchos hinchas eran estudiantes de la carrera de Medicina, y que experimentaban con roedores en los laboratorios, inyectándolos. La segunda teoría, que no tiene tanto peso como la primera, es que esos mismos estudiantes trabajaban de barrenderos en el Paseo del Bosque, en los alrededores del estadio, y que en ocasiones usaban los pinches para levantar hojas como arma para matar a las ratas que andaban por ahí.
Gimnasia y Esgrima de La Plata, el Lobo o el Tripero. Cualquiera de los dos apodos sirve para referirse al club. El Lobo es utilizado a partir de la década del ’60, cuando Gimnasia hizo de su estadio una fortaleza, y por su ubicación en el bosque platense, se lo comenzó a llamar así. El apodo de Tripero surge como un mote despectivo a los hinchas del barrio “El Mondongo”, que en su mayoría trabajaban en un frigorífico de la localidad de Berisso.
Godoy Cruz, el Tomba, el Bodeguero o el Expreso. Los dos primeros apodos del equipo mendocino van de la mano y son los primeros motes con los que se conoció al club. En 1921, Godoy Cruz se fusionó con la Bodega Antonio Tomba, algo que le valió los dos primeros sobrenombres. En cuanto al Expreso, surge como un apodo que provino de la prensa: en 1933, cuando empezaba a nacer el fútbol profesional, Godoy Cruz le ganó a varios de los equipos grandes de aquella época, lo que llevó al diario “La Libertad” a titular “El Expreso Departamental”, debido a la campaña que estaba haciendo, en dónde arrollaba a todos.
Huracán, el Globo o Los Quemeros. El primero de los apodos viene de un hecho que no pasa desapercibido, que es el logo del club. Huracán lo toma, del globo aerostático que pilotea Jorge Newbery que viajó desde Buenos Aires hasta Bagé, ciudad brasileña al límite de la frontera con Uruguay. En cuanto al mote de “Quemero”, surge a partir de la cercanía que tenía el estadio con un lugar utilizado para la quema de basura que a veces hasta impedía la normal visión de los hinchas en el partido, por el humo que llegaba hasta la cancha.
Independiente, el Diablo Rojo. El equipo de Avellaneda es otro de los casos que consiguieron su apodo a través del periodismo y que se mezcló con el rojo que predominaba en la camiseta. En 1926, cuando la delantera letal compuesta por Zoilo Canavery, Alberto Lalín, Luis Ravaschino, Manuel Seoane y Raimundo Orsi fue la artífice de un equipo que salió campeón sin perder ni un solo partido y convirtiendo 75 goles. La prensa rápidamente se hizo eco de este equipo que tenía un ataque endiablado y que 12 años después, en 1938, volvería a contar con una delantera que hizo tener pesadillas a todas las defensas: Juan José Maril, Vicente De La Mata, Arsenio Erico, Antonio Sastre y Juan José Zorrilla.
Lanús, el Granate. Al equipo del Sur no le hace falta una explicación para detallar el motivo de su apodo. Basta con ser redundante y decir que se lo conoce como Granate por el color de su camiseta, que adoptó este color porque algunos de los fundadores eran oriundos de Pontevedra, y lleva el mismo tono que la vestimenta del club español.
Newell’s, La Lepra. Los dos equipos rosarinos (contando a Central) consiguieron su apodo en el mismo momento y por el mismo hecho. A principios del siglo XX, ambas instituciones fueron invitadas a participar de un encuentro a beneficio para los enfermos de lepra que estaban internados en el Hospital Carrasco. Ñuls aceptó la propuesta, mientras que su acérrimo rival no, algo por lo que pasaron a llamarlos despectivamente como “Leprosos”.
Olimpo, el Aurinegro. No vamos a caer en la redundancia de explicar el motivo del apodo de la institución de Bahía Blanca. Su mote proviene de los colores amarillo y negro que identifican al club desde su existencia.
Patronato, el Patrón. Al igual del caso de Arsenal, el club de Paraná no tiene un apodo conocido. Elegido el color negro y rojo por la aprobación del Padre Bartolomé Grella, símbolo del club, se lo puede reconocer como “Rojinegro”, aunque su mote más común es “Patrón” que es el diminutivo al nombre del club.
Quilmes, el Cervecero. Uno de los decanos del fútbol Argentino, el segundo club en crearse tras Gimnasia de La Plata, lleva su apodo debido a la identificación que tenía y tiene con la empresa de cerveza “Quilmes”.
Racing, La Academia. Ganador de siete títulos consecutivos durante la era amateur del fútbol argentino, los de Avellaneda pregonaron un gran fútbol que los llevó a ser los sucesores de un equipo altamente competitivo, como era Alumni, hoy dedicado al rugby. Por su forma de juego y trato con la pelota, fueron llamados “La Academia”.
River, los Millonarios. La profesionalización del fútbol fue un antes y un después para el deporte argentino. Aquel primer año (1931), River decidió invertir 10 mil pesos (unos 3 mil dólares de la época) para poder contratar a Carlos Peucelle, una de las figuras locales, para pelear el campeonato. La movida no sirvió y el Millo terminó tercero en el torneo, lo que llevó a que el año siguiente, desembolsara una suma de 105 mil pesos (alrededor de 30 mil dólares) para comprar a varios jugadores, entre los que se destacó Bernabé Ferreira. El sobrenombre de “Gallina” surgió en un partido ante Banfield como visitante en el que arrojaron a la cancha desde la tribuna local, una gallina con una banda roja pintada, en símbolo a una final de Copa Libertadores que River perdió ante Peñarol en tiempo extra, a pesar de ir ganando 2 a 0.
Rosario Central, los Canallas. Mientras que Newell’s aceptó la propuesta hecha por el Hospital Carrasco para jugar el partido a beneficio para los enfermos de lepra, Central no participó, algo que fue repudiado por los hinchas “Leprosos” que pasaron a llamarlos despectivamente como “Canallas”.
San Lorenzo, el Cuervo o el Ciclón. El más popular de los apodos con los que se lo conoce al equipo de Boedo es el primero, que surge a partir del color negro que tienen los cuervos, que se lo compara con la sotana que tienen los curas, en alusión al Padre Lorenzo Massa, fundador del club. El segundo de los sobrenombres viene del periodista Hugo Marini, que definió como un Ciclón al ataque que tenía el equipo en 1932. Este apodo, además, fue bienvenido por los hinchas como una forma de contrarrestar el nombre del máximo rival: Huracán.
San Martín de San Juan, el Santo. No vale hacer mucha redundancia por el sobrenombre que se le da al equipo sanjuanino. El Santo es el apodo que lleva el nombre del prócer José de San Martín. Es el mismo caso, por ejemplo del San Martín de Tucumán, apodado de la misma manera por el mismo motivo.
Sarmiento de Junín, el Verde. Si uno viaja a la ciudad de Junín, rápidamente encuentra que, a medida que se acerca al estadio, el color verde va predominando. El escudo, el estadio y la camiseta llevan este tono que bien le vale el apodo a Sarmiento.
Temperley, el Gasolero. Existen dos motivos por los que se lo conoce de esta manera al club, también denominado Celeste, por el color de su camiseta. El primero de los motivos es despectivo por parte de los rivales, referido a los primeros hinchas del club que eran de clase social baja. Pero el motivo fundamental de este apodo es futbolístico: en 1975, Temperley hizo un gran sacrificio económico contratando jugadores de jerarquía para conseguir la permanencia en el Torneo Metropolitano. Aquel torneo y a pesar de eso quedó último, y los dirigentes, de cara al Torneo Nacional, decidieron dar un volantazo, rescindiendo el contrato de jugadores de alto sueldo y comprando jugadores de ascenso y con bajas pretensiones económicas. ¿El resultado? Temperley clasificó al octogonal en dónde terminó último, aunque con la satisfacción de que con un equipo con mucha hambre y con un presupuesto bajo pudo llegar hasta esa instancia.
Tigre, el Matador. El origen del apodo del equipo de Victoria, proviene de la similitud con los colores y el diseño que retoma en 1970 con el de la camiseta de San Lorenzo, al cual se lo ha llamado, en esa misma época, “Los matadores de Boedo”.
Unión, el Tatengue. Otro caso de apodo llevado por la clase social de los hinchas de Santa Fe. Así como a Colón le dicen Sabalero porque sus hinchas eran pescadores en el Río Salado, a los hinchas de Unión se lo llama de esta forma, porque en la jerga de la época significaba “gente bien”, es decir, de altos recursos.
Vélez, El Fortín. Otro de los apodos puestos por la prensa, y uno de los apodos que puso Hugo Marini, jefe de deportes del diario La Crítica. En 1924, Vélez se muda a Liniers y hace de su nuevo estadio una fortaleza casi invencible para todos los equipos que iban a jugar ahí. Marini, consciente de esto y de la ubicación que tenían las torres de iluminación de la cancha, similares a la de un fuerte, comenzó a llamarlo de esta forma, apodo que tomaron rápidamente todos los periodistas de aquella época.
Comentarios