En mayo de 2015, con el estallido de los casos de corrupción en la FIFA, se inició un terremoto que sacudió un complejísimo entramado de acuerdos económicos y políticos que, aún hoy, bajo la presidencia – todavía reciente – de Gianni Infantino, muestra replicas en el mundo fútbol. Desde su campaña previa a las elecciones, el suizo con descendencia italiana cuenta con la intención clara de modificar el formato de disputa de la copa del mundo. Entre varios items apuntados a la organización del certamen, existe un punto, para nada menor, que incide directamente en lo deportivo: no habrá mas empates. Según Infantino, “así se evitarían suspicacias y empates arreglados”.
En Argentina, hace tiempo ya se hizo la prueba. Esta metodología tuvo su antecedente en nuestro fútbol y duró tan solo un año: la temporada 1988/89 del torneo de primera división fue el ensayo que realizó, por aquel entonces, la Asociación del fútbol Argentino, en épocas en las que la suma de tres puntos por partido ganado recién incursionaba en el reglamento. El campeonato se llevó a cabo con una particularidad pocas veces vista y que, para muchos futboleros, podría considerarse contra natura: los partidos que resultaban igualados se definían por penales, de manera tal que siempre hubiera un ganador.
El 20 de noviembre de 1988, tuvo lugar el máximo ejemplo de lo que podría suceder en los mundiales del mañana: en el estadio de Ferrocarril Oeste, se enfrentaron Racing y Argentinos Jrs y, luego de haber empatado 2 a 2 durante los 90 minutos, fueron a definir el partido desde los 12 pasos. El Bicho se impuso por 20 a 19, y aquella resultó ser, por mucho tiempo, la tanda de penales más larga de la historia: 44 tiros pateados. (Recién en junio de 2016, el fútbol de La República Checa otorgó una serie con 52 intentos. La más extensa hasta la fecha). Pero para la temporada 1989/90, se apeló nuevamente al viejo y querido empate. Los hinchas no habían demostrado demasiado interés en tandas de penales que, por muy extensas, perdían emoción.
De aquel tiempo a esta parte, sin dudas, pasó mucha agua debajo del puente: 29 años durante los cuales el brasileño Joao Havelange, y el Suizo, destituido y suspendido Joseph Blatter se repartieron los destinos de la entidad máxima del fútbol. Casi tres décadas en las que Argentina jugó cuatro finales del mundo y ganó dos, Diego hizo el mejor gol de la historia, pero después le cortaron las piernas, y Messi llegó a su primera final, en la casa del eterno rival, y no se le dio. Al mismo tiempo, la copa del mundo se vio reestructurada en reiteradas oportunidades, siempre con la premisa de incrementar su numero de participantes y aumentar su atractivo comercial.
El formato actual, con 32 participantes, rige desde Francia 1998 y caducará en Qatar 2022. Ahora, Gianni Infantino cumplirá su cometido y realizará cambios de fondo, para cumplir con uno de sus ganchos de campaña: organizar mundiales que generen mayores ingresos. Con una copa con más participantes, las ganancias de la FIFA ascenderían en más de 640 millones de dólares, respecto de lo que se espera que genere Rusia 2018. De esta forma, la nueva cita máxima del fútbol tendrá 48 equipos, en lugar de los 32 actuales, y dejará de diagramarse en 8 grupos de 4 equipos, para pasar a organizarse en 16 zonas de 3 selecciones cada una. Además, el mundial del futuro durará lo mismo que el actual – 32 días -, los eventuales finalistas jugarán 7 partidos, al igual que en las ultimas ediciones, y los encuentros de fase de grupos que resulten empatados se definirán, como en aquel intento fallido de AFA, por penales. Todo esto entrará en vigencia desde la copa que se realizará en 2026. Es que, para Infantino, el proverbio es otro: si no la gana, la gana.
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