Jürgen Klopp se va ganando el respeto en Inglaterra y el Liverpool, fiel a su historia, dió vuelta nuevamente un resultado abultado en contra, rompiendo toda predicción posible. Una crónica de la remontada y el recuerdo de aquella final contra el Milan en esta nota de Rock ‘N Ball
El “Kloppismo” está asentándose cada vez más como una escuela futbolística de primer nivel. No es difícil identificarse con esta doctrina que pregona el corazón y la pasión sobre todas las cosas. Klopp es un fanático del futbol, como el que le escribe y como probablemente sea usted, querido lector, y así lo demuestra en su puesto de Director Técnico con sus planteos agresivos y vistosos como con su show a un costado del campo dónde, a veces, se lleva más los flashes que los mismos jugadores que dirige.
Klopp elige bien sus equipos y no es para nada raro que en su haber esté el dirigir dos de los equipos con, si es que no son las mejores, las aficiones más fieles y eufóricas que hay en el viejo continente.
Será cruel el destino, que hizo que se enfrente a su ex equipo, el Borussia Dortmund con su actual cuadro, el Liverpool, en lo que sería a primera vista el duelo más atractivo de los cuartos de final de la Europa League de este año.
Luego de un empate en Alemania por 1 a 1 las cosas parecían no decantarse por ninguno dejando una eliminatoria abierta y con la promesa de buen fútbol para cuando les tocase verse las caras nuevamente, esta vez con la localía del lado de los de rojo. Las tribunas empezaron a llenarse en la noche del jueves en Mereyside, la afición se veía entusiasmada de revivir momentos mágicos en una competición europea, de meterse en una semifinal después de 7 largos años. Milner y Hummels, los capitanes, se saludaron, Klopp presentó sus respetos a ambas aficiones. Tuchel, DT actual del Dortmund, repitió el proceso y la pelota en Anfield empezó a rodar.
Un vertiginoso Borussia atacaba totalmente mientras que el Liverpool no podía hacer pie, ni Coutinho ni Moreno parecían estar en sintonía con el partido y más que nunca sonó la sinfonía de Kagawa. El japonés manejaba los tiempos y abrió la pelota para Castro que elevó el esférico por encima de la defensa del Liverpool que encontraría a Aubameyang, que con una media tijera se enfrentaría a un siempre bien parado Mignolet, pero el belga no pudo evitar dar un rebote que encontró a un Mkhitaryan, que ni lerdo ni perezoso, definio fríamente poniendo el 1-0.
Los Reds seguían sin aparecer, Firminio quiso empezar un ataque pero un Marco Reus despierto le robó la caprichosa, encaró para la izquierda y con un pase diagonal magnífico rompió en las espaldas de Sakho, que no pudo evitar que Aubameyang se metiera por un extremo del área y, esta vez, no fallara y definiera al primer palo ante la mirada desanimada de Klopp. El gabonés ponía el 2 a 0 antes de los 10 minutos de juego, ante la mirada de los que vinieron de Dortmund, que veían la clasificación de su equipo encaminada hacia las semifinales del torneo.
Luego de idas y vueltas sin demasiada importancia el pitazo del árbitro rompía la tensión que había en el estadio. Finalizaba la primera etapa que dejaba el saldo de 2 goles anotados y una pobre actuación defensiva y ofensiva para los de la ciudad donde nacieron The Beatles. El Liverpool con la mirada baja se dirigía al vestuario donde se encontrarían con el siempre tan carismático Klopp
¿Qué se puede decir en situaciones como estas? Las charlas en el entretiempo a veces más que tácticas son motivadoras y quizás, solo podríamos imaginar lo que dijo el entrenador alemán en el entretiempo, si no fuese porque Origi declaró después del partido la llave de Jürgen para levantar a su equipo:
“Creen momentos que sus nietos puedan recordar”
Crear momentos para que todos los fanáticos del fútbol recuerden es algo, hasta natural, para el equipo inglés.
Klopp y los jugadores saltaron hacia Anfield con la moral alta y las pilas recargadas por las palabras que su entrenador les había dedicado y, con una rápida contra, Origi batió al arquero y ponía suspenso a la eliminatoria al minuto 48. Pero su equipo tenía que vencer otro mazazo de la realidad; Hummels colocó un pase a las espaldas de Clyne y Reus colocó el 1-3 al 57’.
¿Pero quién duda que este equipo no esté hecho para hazañas?
La revancha
Hacía mucho calor en Estambul, en la capital de Turquía, se jugaba la final de la Champions del año 2004-2005 con el Milan de Anchelotti con figuras como Maldini, Crespo, Gatusso, Kaka, Pirlo, Dida y el Liverpool de Rafa Benitez con Gerrard, Xabi Alonso, Hyypiä y el eterno Carragher, como protagonistas.
En aquella noche de mayo se erigiría un mito, un momento para contarles a nuestros nietos, una de los mayores hitos de la historia del fútbol moderno: El Milagro de Estambul.
Maldini y Crespo, por dos, colocaban al Milan de cara a una nueva conquista internacional al final del primer tiempo
En la segunda etapa el Liverpool salió renovado, con hambre de gloria y Gerrard puso de cabeza el descuento al minuto 54, luego Smicer con un tremendo disparo ponía a tiro al equipo británico en 56’, para que luego Xabi Alonso tuviera la oportunidad de empatarlo con un penal que malogró, pero se vió beneficiado por el rebote, ya que logró colocar el marcador 3 a 3 en el 60’. En una rápida pulseada, el Liverpool empataba un partido que parecía perdido y ponía suspenso en el marcador.
Traoré se vestiría de héroe al sacar una pelota de Shevchenko con el arco vacío y Dudek hizo las de santo al salvar aún más la valla del equipo al parar los embates del delantero ucraniano del Milan en frente de su arco.
Luego de una prórroga dónde ninguno supo sacarse ventaja llegarían los penales donde Serginho y Pirlo desperdiciarían sus oportunidades poniendo a los de Rafa Benitez dos encima en el marcador, resultado mermado luego por el penal que Dida detuvo al noruego Riise, reviviendo esperanzas en el equipo Rossoneri, que se desvanecieron totalmente cuando Dudek tapó el penal a Shevchenko dándole así su quinta Copa de Europa al Liverpool
…Y el Dortmund vio de cerca otra hazaña
Volviendo a la actualidad, Coutinho encaró, hizo una pared con Milner y definió afuera del área para poner el 2-3 en el 66. Poco más de 10 minutos después, tras un centro y, con la cuota de suerte que se necesita para estas ocasiones, Sakho ponía el 3-3.
Las cosas parecían levantarse para el Liverpool pero necesitaba un gol más para clasificarse, con el empate no le alcanzaba por el gol de visitante (recordemos que salieron 1-1 en Alemania). Cuando ya no faltaba nada, Milner se escapó por la derecha y casi cayéndose tiró el centro para que en Anfield todos se pusieran de pie para presenciar un tremendo testazo de Dejan Lovren que puso el 4-3 final que hizo que todo el estadio saltara. La curiosidad fue que hasta los ‘discapacitados’ del costado del campo de juego lo hicieron. Bueno, quizás no eran “discapacitados” finalmente.
La revancha también fue para Lovren
Un año atrás el croata, que ahora es héroe, en ese entonces la pasaba bastante mal. Tiró por arriba el penal que dejó afuera de la Europa League al Liverpool contra el Besiktas, en el infierno turco. Las vueltas que da la vida…
Y que resuene más que nunca el You’ll Never Walk Alone…
Por: Juan Mansilla Yanse
Foto: eurosport.com
Comentarios