Desde hace tiempo en la cancha, en los escritorios, en la calle y en las redes sociales, los hinchas de San Lorenzo pelean y discuten la vuelta al barrio de su nacimiento. Diferentes manifestaciones multitudinarias y un proyecto de ley respaldan el anhelo de los cuervos, que sacan chapa en cada mención de la causa. Rock´N Ball te cuenta como nadie los detalles y razones de este tema que muchos desconocen y hasta tratan de utópico.
San Lorenzo nació, creció y se forjó como un grande en la barriada Almagro-Boedo. La mayoría de sus fundadores eran del primero de estos, pero el estadio donde construyó su vida social, cultural y deportiva estuvo en el segundo. Fueron 64 años (1916-79) donde el Ciclón fue récord con 40 mil socios, mientras los tablones del Gasómetro albergaban competencias y equipos históricos, sin dejar de lado los carnavales o los deportistas, artistas y músicos más reconocidos del momento. La vida social del club y del barrio giraba en torno al estadio y sus completísimas instalaciones, entre las que supo haber hasta un polígono de tiro.
Fue el tristemente célebre gobierno de facto el que se robaría un gran pedazo de historia del Matador. Con la excusa de abrir las calles Salcedo y Muñíz (“atravesaban” el estadio), el intendente Osvaldo Cacciatore decretó dos ordenanzas que obligaban al club a desprenderse de las tierras para la concreción de la obra. En dichas ordenanzas, se pautaba que el Ciclón abandone el terreno y se mude a donde está su estadio actual. Las presiones de Cacciatore, más el mal momento institucional azulgrana pésimamente administrado por Moisés Annan, hicieron realidad el sueño de la Dictadura: el banco Mariva junto a las empresas Agrovías S.A. y Calder S.A. compraron el espacio en 800 mil pesos.
Dichas empresas tienen como único registro aquella venta, y días después de la operación desaparecieron misteriosamente. En 1983, se remataron las instalaciones del “Wembley porteño” (San Lorenzo ya no jugaba allí desde el ´79) y dos años después Carrefour compra el predio en un precio diez veces mayor al que recibieron los santos. No se abrieron tales calles, y la Municipalidad tuvo que cambiar la zonificación para que la firma francesa pueda instalarse, ya que en Capital Federal no se podían erigir hipermercados. Si había dudas de que lo que San Lorenzo sufrió fue una coacción y una estafa, esta maniobra las despojó para siempre.
Hoy, después de un arduo trabajo de la Sub Comisión del Hincha y de varios fanáticos, los hinchas buscan hacer justicia bajo su sentimiento de identidad y pertenencia. El Proyecto de Restitución Histórica (que cuenta con las adhesiones de muchos legisladores y pasó varias sesiones), exige que el Estado le devuelva a San Lorenzo los terrenos en los que creció como club y de los que fue despojado. Para eso, además del proyecto que se está tratando en la Legislatura porteña, ya se realizaron tres movilizaciones al recinto: en noviembre de 2010, y en abril y julio de 2011, la última de ellas con 40 mil azulgranas presentes. Además, en otra movida, entregaron un petitorio en la Embajada de Francia para hacer llegar a la casa matriz de Carrefour los deseos del pueblo cuervo. El Carrefour de Avenida La Plata hace seis meses que no abre y está siendo refaccionado, sin embargo, La Gloriosa convocó a una nueva marcha en Plaza de Mayo para el 8 de marzo, bajo la insignia “100 mil cuervos por la Vuelta a Boedo”.
Esa es la misión de San Lorenzo. La que muchos creen imposible, innecesaria, o loca, pero la que a ellos los mantiene atentos en todo momento. El regreso ya se palpita en el aire, en el barrio, y hasta en los partidos. La identificación con el Bajo Flores es cero y los hinchas lo dejan domingo a domingo en claro: “Vamo´ a volver, el barrio que a San Lorenzo lo vio nacer”. Ahí nace el sueño, el que mueve multitudes, el que mandó a pintar miles de micros de Capital Federal. La ilusión de un pueblo, que el 8 de marzo volverá a decir presente.
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