El domingo 22 de junio de 1986, a las 13.27 en la Ciudad de México y 15.27 en Buenos Aires, la Selección argentina conducida por Bilardo superaba 2-1 a Inglaterra, con las dos páginas de historia escritas por Diego Maradona -una con la mano y la otra con los pies-, y resistía los avances de los once británicos empecinados en conseguir el empate. En ese instante, a los 87 minutos de partido, otro actor importante de aquella película tendría su escena estelar. John Barnes desbordó por la izquierda, tiró un centro que sobrevoló el área de Nery Pumpido y, cuando llegaba Gary Lineker con el espacio suficiente para cabecear y ahogar el festejo argentino, el Vasco Julio Olarticoechea anticipó la jugada, interpuso su cuerpo y rechazó la pelota. Con la nuca. En la línea. Sobre la hora. Días después, el Obelisco se colmó de bocinazos y gritos de campeón.
En 2016 el Vasco, que jugó tres Mundiales con la celeste y blanca y fue dirigido por el yin y el yang de nuestro fútbol, reapareció bajo el mismo papel de salvador. AFA intervenida y en crisis, Juegos Olímpicos por delante y un fierro caliente que nadie quería agarrar. Así, salió a poner la cara y hacer equilibrio en medio de un terremoto. Algo que parece haber quedado muy atrás en la línea temporal, pero que inexorablemente forma parte del recorrido previo a Rusia 2018. Y a poco del comienzo de la Copa del Mundo, Olarticoechea, coprotagonista y testigo del barrilete cósmico, hace un cuadro comparativo entre aquel entonces, el ahora y lo que se borroneó en el camino. “Lo ideal es un proceso. Así, a los ponchazos, se puede ganar si hay alguna inspiración”, anticipa el Vasco, en el inicio de su charla con Rock and Ball.
RNB: En la previa de México ‘86, la Selección era muy discutida. ¿Identificás similitudes con este camino a Rusia 2018?
Olarticoechea: Es parecido pero no es igual. En el ’85 y ’86, antes de viajar, o cuando fuimos, nos puteaban bastante, porque la Selección no rendía. Esa es la verdad. Pero no es igual porque, a pesar de que el equipo por ahí no funcionaba bien o no era vistoso, teníamos casi todos un trabajo de tres años y eso te daba una ventaja. Nosotros estuvimos en México un mes antes del Mundial, todos juntos y más tranquilos, porque una vez que el técnico da la lista, se tranquilizan los jugadores y también el entrenador. El equipo salió ahí, porque ya venía con una base de trabajo. Ahora es diferente porque, aunque no gusta, no han tenido tiempo y esa es la principal duda. Si Sampaoli, en veinte días, va a poder armar un equipo fuerte y competitivo, con el número uno.
RNB: ¿Y esa falta de tiempo de trabajo tiene que ver con la inestabilidad del proceso durante los cuatro años anteriores al Mundial?
Olarticoechea: Yo estuve dirigiendo en el peor momento de AFA y era un caos. No es normal que, en una selección del prestigio de Argentina, pasen tres técnicos totalmente distintos durante una eliminatoria. Se les genera un desorden en la cabeza a los jugadores que complica todo. Vienen de Europa, jugando campeonato, y tienen tres días antes de cada partido para entrenar y cada medio año les cambiás el sistema de juego. No es bueno ni normal.
RNB: Tu paso por el banco de la Selección fue breve, pero intenso. Desde adentro, ¿qué conclusiones sacaste?
Olarticoechea: Los equipos que están compitiendo de la mejor manera a nivel mundial en este momento son Alemania y España, que ya tienen chapa para ser campeones porque tienen un trabajo desde hace años. Y eso a Argentina no le pasa desde hace muchísimo tiempo. Tiene que haber una idea clara y contundente. Y que se respete.
RNB: Y en todo este trayecto, ¿creés que Argentina perdió identidad futbolística?
Olarticoechea: Es que si se va Martino, con una idea, y viene Bauza, con otra, y después se va Bauza y viene Sampaoli, con otra idea, es todo diferente, todo el tiempo. Si no se puede sostener una idea, tampoco una identidad.
RNB: Frente a eso, ¿alcanza con tener al mejor del mundo?
Olarticoechea: No alcanza. Diego jugó cuatro Mundiales y ganó uno. Si fuera suficiente con tener al número uno, Diego tendría que tener tres Mundiales, por ejemplo, y Messi, como mínimo, dos. Siendo el número uno, no necesariamente sos campeón. Los mejores te van a ganar partidos y te van a ayudar, pero los campeonatos los gana el equipo. Y si vos no tenés un equipo que respalde y ayude a ese número uno, es muy difícil llegar al séptimo partido y, más aún, ganarlo.
RNB: Vos compartiste tres Mundiales con el número uno. ¿Cómo se trabaja con el mejor? ¿En función a él o para él?
Olarticoechea: Bilardo, en principio, lo primero que nos dijo fue que Diego era el único titular y que los demás nos teníamos que ganar el puesto. Pero armó un esquema táctico para que el equipo sea compacto, porque si tenés un equipo compacto y, además, al número uno, ahí sabés que teniéndolo, él te puede desequilibrar o abrir la puerta del partido. Te lo puede definir. Pero, para eso, primero tenés que cuidar tu arco, ser fuerte en la parte defensiva, y además tener otras variantes, para que no dependas únicamente del número uno. Nosotros teníamos a Burruchaga, aparecieron Valdano, Cucciufo y el Tata Brown. Aparecía el Negro Enrique desde atrás y hasta por ahí yo. Tuvimos variantes. Y eso es un equipo, no depender únicamente del mejor.
RNB: Sampaoli, en conferencia de prensa, dijo que el equipo es más de Messi que de él. ¿Qué te pareció?
Olarticoechea: No lo escuché, lo leí. Por lo cual no sé si realmente quiso decir eso. Y por ahí es algo que no caiga muy bien, pero Bilardo, a nosotros, nos dijo algo muy parecido. Nos aclaró que Diego era el único titular. Pero, como decía, armó el equipo con él como bandera, no como único jugador.
RNB: Y si con el mejor no alcanza, ¿qué se necesita para ser campeón del mundo?
Olarticoechea: Lo ideal es un proceso, sin duda. Así, a los ponchazos, podés ganarlo con alguna inspiración de Messi o algún otro. Pero, primero y fundamental, jugadores que estén a la altura del Mundial y a los que no les pese la camiseta ni el momento. Después, el orden táctico. Un técnico que te ordene. Y además, no tener lesionados. Como en el ’86, en donde no tuvimos lesionados, salvo lo de Passarella, sobre lo cual algunos todavía dudan, pero que fue real. Bilardo sacaba y ponía, y el que entraba jugaba. Empezó con línea de cuatro y terminó con línea de tres. Se fue dando. A veces, también, se necesita alguna cuota de suerte. Pero en algún partido, no en todos.
RNB: Y por fuera de lo estrictamente futbolístico, ¿cuánto influye la dinámica del grupo?
Olarticoechea: Nosotros hablamos mucho en el Mundial ’86. En la parte grupal, al principio, nos juntamos y tuvimos dos reuniones muy fuertes, en las que nos dijimos las cosas bien de frente, y a partir de ahí el grupo se potenció. Cuando se hacen las diferencias a un costado, que siempre existen y más cuando estás tiempo concentrado que cualquier pavada te cae mal, si no hablás las cosas y no afrontás las dificultades, vas a tener problemas más adelante. Eso es necesario, juntarse a hablar y dejar todo lo malo de lado, para realmente plantear un objetivo común y querer ser campeones del mundo.
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