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Hillsborough: sufrir para aprender

El 15 de abril se cumplieron 24 años del suceso más trágico en el fútbol ingles: la Masacre de Hillsborough, una tribuna colapsada que mató a 96 hinchas del Liverpool. Fue el día en que el fútbol cambió para siempre en Inglaterra, que a partir de ahí reformuló, con resultados óptimos, su forma de tratar y cuidar a los hinchas en un estadio. El sábado 15 de abril de 1989, Hillsborough, el estadio del Sheffield United, recibía a los hinchas del Nottingham Forest y el Liverpool en la Semifinal de la FA Cup, repitiendo rivales y escenario de la edición anterior. Para evitar cruces de hinchas, a los Reds se les dio la cabecera este, con capacidad para 14 mil personas, en tanto que el Forest ocupó la de enfrente, capaz de albergar a 21 mil personas. La intención era buena, el desenlace dramático. El grueso de los hinchas de Liverpool, en mucho mayor número que su rival, tardaron en llegar hasta el estadio por problemas en la ruta, y esa gran masa se encontró con otra sorpresa: la tribuna ya estaba llena, pero miles de personas esperaban por ingresar. Entraron demorados y casi a la fuerza, y de a poco el amontonamiento se volvió cruel. La parte baja de la tribuna, separada por rejas, empezó a recibir avalanchas de la gente desesperada. Cientos de hinchas saltaron al campo de juego y otros tantos intentaban, a los tirones, subirse a la bandeja alta de la tribuna. Con sólo seis minutos jugados, el árbitro vio el desastre y paró el juego. La Inglaterra de Thatcher vivía la etapa más omnipresente de los hooligans, que recurrentemente participaban en hechos de violencia o invadían el campo. Esta es la razón por la cual la Policía casi no intervino en la masacre y fueron los propios hinchas quienes se ayudaron unos a otros. 96 personas murieron y 766 fueron heridas por pisotones, golpes contra las rejas, aplastamientos y asfixias. Pequeño detalle: jamás hubo algún detenido como responsable de la tragedia. rnb_masacre_de_hillsborough_3__0417 El suceso sacudió al país y al mundo futbolero, y, vaya paradoja, obligó a hacer reformas a un gobierno conservador: el juez Taylor dictaminó que todos los estadios ingleses pasarían a estar en su totalidad cubiertos por butacas, sin rejas, y con rígidas medidas de seguridad en los ingresos. Pero no fue lo único: el letrado pensó que si los hinchas se comportaban como animales, lejos de tratarlos como tales, les daría mayor confort en lo que denominó safety: referente a higiene y comodidades, ante tribunas que usualmente estaban abarratodas y orinadas por todos lados.  La hinchada del Liverpool, famosa en la época por su recurrencia en actos violentos, homenajea año a año a las víctimas del crimen impune que tocó sus corazones para siempre. Nunca le perdonó a Thatcher y su gobierno que se culpara a los propios hinchas de la masacre, y por eso vivieron con alivio el informe que en 2012 rompió ese mito y culpó a los policías que abrieron las puertas aquel día. La hinchada Red tiene un grito de guerra: "When Maggie Thatcher dies, we´re all having a party" (cuando Maggie Thatcher muera, tendremos una fiesta). Thatcher murió hace nueve días; los hinchas celebraron. El público en Inglaterra cambió para siempre: no se registraron más muertes de esa calaña y poco a poco se neutralizó la influencia de los hooligans, que prácticamente ya no tienen injerencia. Hoy, el fútbol inglés es el que más hinchas tiene domingo a domingo, demostrando que no sufrió ningún problema de adaptación a la nueva medida. Acá, en Argentina, ¿habrá que esperar un Hillsborough para parar esta locura? [youtube ixMNgcBSNzc]

El 15 de abril se cumplieron 24 años del suceso más trágico en el fútbol ingles: la Masacre de Hillsborough, una tribuna colapsada que mató a 96 hinchas del Liverpool. Fue el día en que el fútbol cambió para siempre en Inglaterra, que a partir de ahí reformuló, con resultados óptimos, su forma de tratar y cuidar a los hinchas en un estadio.

El sábado 15 de abril de 1989, Hillsborough, el estadio del Sheffield United, recibía a los hinchas del Nottingham Forest y el Liverpool en la Semifinal de la FA Cup, repitiendo rivales y escenario de la edición anterior. Para evitar cruces de hinchas, a los Reds se les dio la cabecera este, con capacidad para 14 mil personas, en tanto que el Forest ocupó la de enfrente, capaz de albergar a 21 mil personas. La intención era buena, el desenlace dramático.

El grueso de los hinchas de Liverpool, en mucho mayor número que su rival, tardaron en llegar hasta el estadio por problemas en la ruta, y esa gran masa se encontró con otra sorpresa: la tribuna ya estaba llena, pero miles de personas esperaban por ingresar. Entraron demorados y casi a la fuerza, y de a poco el amontonamiento se volvió cruel. La parte baja de la tribuna, separada por rejas, empezó a recibir avalanchas de la gente desesperada. Cientos de hinchas saltaron al campo de juego y otros tantos intentaban, a los tirones, subirse a la bandeja alta de la tribuna. Con sólo seis minutos jugados, el árbitro vio el desastre y paró el juego.

La Inglaterra de Thatcher vivía la etapa más omnipresente de los hooligans, que recurrentemente participaban en hechos de violencia o invadían el campo. Esta es la razón por la cual la Policía casi no intervino en la masacre y fueron los propios hinchas quienes se ayudaron unos a otros. 96 personas murieron y 766 fueron heridas por pisotones, golpes contra las rejas, aplastamientos y asfixias. Pequeño detalle: jamás hubo algún detenido como responsable de la tragedia.

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El suceso sacudió al país y al mundo futbolero, y, vaya paradoja, obligó a hacer reformas a un gobierno conservador: el juez Taylor dictaminó que todos los estadios ingleses pasarían a estar en su totalidad cubiertos por butacas, sin rejas, y con rígidas medidas de seguridad en los ingresos. Pero no fue lo único: el letrado pensó que si los hinchas se comportaban como animales, lejos de tratarlos como tales, les daría mayor confort en lo que denominó safety: referente a higiene y comodidades, ante tribunas que usualmente estaban abarratodas y orinadas por todos lados. 

La hinchada del Liverpool, famosa en la época por su recurrencia en actos violentos, homenajea año a año a las víctimas del crimen impune que tocó sus corazones para siempre. Nunca le perdonó a Thatcher y su gobierno que se culpara a los propios hinchas de la masacre, y por eso vivieron con alivio el informe que en 2012 rompió ese mito y culpó a los policías que abrieron las puertas aquel día. La hinchada Red tiene un grito de guerra: “When Maggie Thatcher dies, we´re all having a party” (cuando Maggie Thatcher muera, tendremos una fiesta). Thatcher murió hace nueve días; los hinchas celebraron.

El público en Inglaterra cambió para siempre: no se registraron más muertes de esa calaña y poco a poco se neutralizó la influencia de los hooligans, que prácticamente ya no tienen injerencia. Hoy, el fútbol inglés es el que más hinchas tiene domingo a domingo, demostrando que no sufrió ningún problema de adaptación a la nueva medida. Acá, en Argentina, ¿habrá que esperar un Hillsborough para parar esta locura?

Dolorense, nacido en 1991. Licenciado en proyecto de Magíster. Hay una cosa que nunca van a entender...