Luego de que la Juventus ejecutara la suculenta clausula de los 90 millones de Euros que el club napolitano le había puesto a Gonzalo Higuaín para retenerlo y anunciara la incorporación del goleador, los fanáticos del club del sur italiano se reunieron en el centro de la ciudad para destrozar imágenes, camisetas, bufandas y todo lo que tenga alguna relación con el delantero argentino. Remeras y banderas ardieron e imágenes con su cara por el inodoro fueron tendencia en Italia.
El odio de los hinchas del Nápoli se hizo eco en todo el mundo pero para entenderlo tenemos que remontarnos varias décadas atrás.
En la última mitad del siglo XIX, el Norte de Italia fue sede del primer proceso de industrialización del país con sus centros fabriles en Turín, Milán y el puerto de Génova. Así se convirtió en la zona más desarrollada y productiva del país y causando desde entonces una ruptura con el Sur, que mientras con desprecio veían como los norteños parecían “Más alemanes que italianos” eran catalogados como “atrasados e ingobernables”.
El Norte se destacó por su gran tejido industrial y empresarial, sus grandes ciudades limpias y ordenadas y su alto nivel socioeconómico que lo diferenciaba de las ciudades del sur. Este último con una cultura parcialmente distinta, caracterizadas con sus tarantelas y su música folclórica, sus monumentos y sus paisajes, aunque también por sus ciudades más inseguras y muchas veces influenciadas por la mafia.
No era raro ir al Norte y escuchar las historias de los atrasados, salvajes y campesinos del Sur o ir al Sur y escuchar a la gente burlarse de los materialistas, temerosos e inocentes ricos del Norte.
El fútbol no fue la excepción y la brecha cultural también se vio reflejada. Durante décadas los equipos ‘Norte’ como el Milan, Inter y la Juve monopolizaron la Serie A, mientras del humilde ‘Sur’ Nápoli serpenteaba alrededor de la mediocridad.
Así fue hasta que en 1984 alguien apareció para cambiar la identidad de Nápoles. Diego Armando Maradona, llegó para representar el caos y la belleza del Sur que se oponía a la dominación implacable del Norte. Dio pelea a los grandes y, por supuesto, los guió en los campeonatos conseguidos en la temporada 86-87 y 89-90.
Diego marcó un antes y un después en la lucha del Sur en el fútbol italiano y cada vez que un argentino llegó a Nápoli fue recibido con la euforia que rememoraba a los fanáticos a aquellos años de gloria, aunque ninguno como él. Primero fue Ezequiel Lavezzi y después el ‘Pipita’ quienes se hicieron un lugar en el corazón del hincha.
El rendimiento de Higuaín fue en ascenso desde su llegada en 2013 y pasó tres temporadas estupendas haciendo delirar con goles a la gente en el San Paolo. Para colmo, su estrecha relación con la hinchada lo subieron al pedestal de ser considerado un hijo más del sur, sin embargo, el artillero no pudo negarse al llamado del gigante de Turín y su elección será sin dudas una de las traiciones más grandes de la historia del fútbol y del corazón napolitano.
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