No se equivocaron. “El alma” es la mejor forma de describir a esta selección de básquet post Generación Dorada. Los tropiezos en el Premundial de básquet no lograron detenerlos. Con un equipo transformado mentalmente después de la histórica derrota ante Jamaica, Argentina resucitó. Se puso de pie. Si bien el resurgimiento comenzó ante Uruguay, Canadá significaba esa final para este grupo de jugadores golpeados anímicamente. Clasificó al Mundial. Los norteamericanos, afuera. 73 a 67 con un Luis Scola sublime y un Facundo Campazzo a nivel NBA. Ninguno de los dos salió a descansar.
Canadá pegó primero con la velocidad del base ante una estática defensa nacional. Corey Josep fue el encargado de llevar la fluidez en el ataque norteamericano. Además de una superación en la pintura ante la pasividad de los internos argentino. Mientras que en ofensiva los dirigidos por Julio Lamas mostraban los mismos errores que en todo el campeonato. Ataque lento y previsible. Sin dinámica y, además, una excesiva dependencia de los triples. Los números hablan solos: 0 de 7 en tiros desde el exterior.
Los segundos 10 minutos mostraron a una Argentina más agresiva, pero sin entrar en la desesperación. Cambio de fichas y ajuste de tuercas, pero con una idea clara: Mover el balón para que llegue al 4. Si, a Scola. Con un despliegue de tiradores por parte de Canadá, Argentina tenía la obligación de cortar el circuito de pases. Facundo Campazzo y Selem Safar parecían haberse olvidado de aquel nefasto partido ante Jamaica y se convirtieron en leones. No pasarán. De hecho, no pasaron. La intensidad se notó en una jugada puntual. Ojos inyectados en sangre en el base de Peñarol, robo, corte, escapada y ¡volcada! In the face of Andrew Rautins. Llegó el entretiempo con Canadá liderando por 4, 36-32. Sin embargo, el alma comenzaba a aparecer.
El sueño parecía complicarse luego del entretiempo. El conjunto norteamericano parecía que, finalmente, lograría despegarse al aprovechar el cansancio del Campazzo y Scola. Pick and roll y jugadas de tres puntos sobre los emblemas. Había que cortarlo. Lamas lo hizo en la mejor decisión suya de todo el campeonato. Momento justo para frenar. Nueve abajo el entrenador argentino apostó nuevamente por una marca ferrea debajo del aro y con ofensivas clásicas entre base y pivot. Agigantado en su figura, Scola se acordó que está en los Pacers. Tomó prestado el aura de Reggie Miller y clavó un triple para ponerse a uno 56-55. En el instante siguiente, robo del base de Peñarol y antideportiva. Luego del tiro, Argentina encontró el que hasta el momento era, tan solo, un heroico empate. A Mainoldi no le tembló el pulso y puso a arriba a la selección.
En el cuarto fue todo Alma. “Se debe convertir el alma en una fortaleza inexpugnable”, dijo el filósofo griego Antístenes. Y así fue. Imposible arrebatarle el partido a este grupo de jugadores luego de tanto sacrificio. Selem Safar se encendió. Facundo Campazzo se intensificó aún más. Luis Scola herido en orgullo salió a por todo y Pablo Espinoza se llenó de confianza. El joven de Obras Sanitarias es la revelación del equipo argentino en el torneo. Concentrado, Espinoza se convirtió en un fantasma para el ataque canadiense. Un legado que dejó la Generación Dorada es la inteligencia al marcar y él lo aprendió: Robos y ofensivas por doquier en el último periodo. A su vez, el escolta de Peñarol clavó las últimas dagas con 8 puntos. Incluso, el inexpresivo Marcos Mata salió desde las sombras para tomar un rebote ofensivo clave entre 3 canadienses cuando faltaba menos de un minuto para el cierre.
Sonó la chicharra. Festejo de chicos y grandes. De los que jugaron los 40 minutos (Scola – Campazzo) y de los que no jugaron nada (Laprovittola, Fernández y Bortolin). Con errores corregibles, nervios y esfuerzo Argentina alcanzó el objetivo principal: Clasificar a España 2014. Liderados por el hombre que se agranda en las difíciles. El basquetbolista que puede tener el peor partido de su carrera en los primeros partidos de un torneo (como ante Dominicana), pero nunca en un encuentro clave: Luis Scola.
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