Se terminó la Era del Fútbol Para Todos. Como tantas veces en la historia de la Argentina, los políticos contradicen sus propios dichos y cambian drásticamente las reglas del juego en el orden que sea. Está claro que si el fútbol debe ser gratuito o no nunca tuvo una clara mayoría en favor de ninguna de las dos posturas, como también que el presente de la mayoría de los clubes y de la AFA ameritaba pensar que con las cosas como estaban el fútbol argentino estaba condenado a muerte.
Al Presidente de la Nación no le gustaba y sigue sin entusiasmarle que el Estado gaste dinero en aspectos que él considera secundarios. Menos aun, y coherente con su formación empresarial, si esa erogación de dinero no tiene una contrapartida igual o mayor en cuanto a los posteriores ingresos. No es “eficiente”, una de las palabras más mencionadas por los políticos del actual gobierno. Si la televisación del fútbol, el mantenimiento de una aerolínea de bandera o los subsidios a las tarifas “dan pérdida”, aunque esto sea en pos del bien común ciudadano, hay que buscar una alternativa.
Al margen de que fue una promesa de su campaña, no es la primera vez que un presidente incumple con algo pactado y había razones para hacerlo: los clubes y el ente madre del fútbol argentino están asfixiados económicamente, y el fútbol tal y cual lo conocemos se está tornando cada vez más inviable.
Uno de los objetivos de la creación del Fútbol Para Todos en 2009 había sido, además del acceso público a los partidos, sanear la economía de las instituciones a través de controles constantes, ayudas financieras y sanciones por incumplimientos. La promesa de Aníbal Fernández de auditar los clubes y prohibirles incorporar en caso de tener deudas descontroladas quedó en el olvido, por lo que la inyección creciente de dinero del Estado no sólo no ayudó a que la mayoría de los clubes mejorara sino que irritó cada vez más a los que nunca estuvieron de acuerdo con la participación estatal.
Si se tiene en cuenta esto y que aun ocho años después del fútbol estatal en algunos lugares del interior se necesita del servicio de cable para tener la señal de aire en el televisor, el sostenimiento del programa no tenía mucho sentido. Tampoco lo tenía el capricho de la casi nula publicidad privada durante la etapa del kirchnerismo, que hubiese servido para atenuar el gasto estatal o para colaborar un poco más con los clubes. Pero es difícil pensar que aun con un manejo ordenado en el gobierno anterior Cambiemos estaría de acuerdo con el rol del Estado en el caso; está en las antípodas de su pensamiento.
Macri responsabilizó a clubes y AFA por el Estado actual del fútbol y los castigó terminando con el dinero del Estado. La excusa le sentó perfecto y abre el abanico para negociar con empresarios poderosos que, por más dinero que tengan, nunca van a tener como objetivo el bienestar de los clubes y por ende de sus asociados, que son quienes sostienen la competencia profesional. El ingeniero tiene experiencia en esto: como presidente de Boca, cuando su club disputó la final de la Copa Intercontinental ante Real Madrid en el 2000, le vendió a Cablevisión la televisación del partido y millones de Bosteros se quedaron sin final.
Si hubo algo bueno de la medida sancionada por el kirchnerismo en 2009 fue sacarle el fútbol a los poderosos, a los que estafaron al Estado y a los jubilados, a los que te filmaban la tribuna, te hacían pagar el codificado o te mostraban los goles los domingos a partir de las 22. Está todo encaminado para que vuelvan y para que con la quita de la ayuda estatal a los clubes, más la deuda que el fisco tiene con ellos, las sociedades anónimas empiecen a mostrarse como una alternativa cada vez más atractiva. El sueño de los ricos.
Foto: gonzalezgass.com
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