Un día como hoy, pero hace cincuenta y cinco años, nacía, en Villa Fiorito, Diego Armando Maradona.
Nos colguemos el rosario de 34 pelotas, clavemos el árbol de Navidad y festejemos los 55 años D.D. (Después de Diego)
El 30 de Octubre de 1960, día que nació el Diego, se creó la mejor obra mística, futbolísticamente hablando. Nació con él la mejor obra literaria sagrada del potrero y el empedrado. Sus gambetas quedaron para la eternidad, abriendo un cielo para los de abajo, para los seres terrenales.
A Diego no le fue fácil, desde que se lo envió a la tierra, con la misión de ser la alegría del pueblo futbolero, transitar la mortalidad común y corriente, esa que, también, está llena de traiciones, mala leche, oportunismo y bajezas. A pesar de ello, se puso la Patria, en la cual le tocó aparentar ser mortal, en un gol. Su llegada, le dio fe y esperanza hasta al más ateo. Hizo rezar, e invocarlo, a más de un escéptico.
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Y qué le pueden hablar de amor por el prójimo a Maradó, si él mejor que nadie sabe lo que es enamorar al mundo. Y qué le pueden hablar de solidaridad, si él mejor que nadie sabe lo que es dar todo de si para un país entero. Y qué le pueden hablar de justicia, si él hizo justicia futbolera divina por sus compatriotas.
Muchos simples mortales, a lo largo de los años que lleva Diego Armando Maradona en la tierra, se han dado el lujo de cuestionarlo, porque han cometido el error de compararlo con los seres humanos. Pero, muchos otros, no pueden poner en tela de juicio a una deidad, a un ser supremo que todavía, a 55 años de su existencia, no se sabe de qué planeta, o cielo, vino.
La navidad Maradoniana es para brindar en familia y amigos. Es para desear buen fútbol para todos, y para recordar que la pelota siempre debe quedar inmaculada ante la tiranía mercenaria del deporte más hermoso del mundo. Nos tiene que encontrar unidos por los colores, por la casaca. Pidámosle un deseo a D10S: ¡Ayúdanos a mantener firme la memoria del barro, del barrio y de lo que representa la número 10!
Feliz Navidad, y, nuevamente, gracias Diego por no haber sido el típico ser espiritual omnipresente, sino por haber sido de un solo lugar en el mundo: Argentina.
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