Ball

Entonces, los declaro…

Un trayecto de novela. Una historia que parecía de esas en las que Shakespeare planea un romance signado por venenos y puñales, pero terminó siendo el beso del príncipe que desafía la maldita manzana y da vida eterna a su amor. Eso es José Sand para Lanús.

Y dijeron: “Sí, acepto”. Una afirmación que en cualquier casa de apuestas pagaba mucho. El número puesto era un “¡Yo me opongo!” por haber salido con el enemigo de la infancia, pero aquel penal silencioso contra Colón le empezó a dar margen. Una cuota de confianza para poder creer, para imaginar paseos de domingo bajo el rayo del sol. Aquel Lanús del 2007, no salía a bailar todos los fines de semana. Ahora bien, que concretaba siempre no lo duda nadie. Tenía un andar elegante y sabía esperar. Era impulsivo por todos los costados, pero también usaba la cabeza. Prolijo, respetuoso y atrevido a la vez. Un equipo romántico que acariciaba la pelota y le hacía el amor a la red desde los pies de José Sand.

levantando.jpg_1078082805Se besaron y abrazaron fuerte. Un diciembre que no había llegado a su pico máximo de calor aumentó su temperatura en La Bombonera. No hubo anillos, pero sí corona, medallas y una estrella dorada bordada. Un equipo modelo que dio la vuelta y recibió todos los piropos. Entre llantos y aplausos se llenó el salón. El “9” se había transformado en la punta de la flecha de un Cupido que hacía años estaba ansioso por disparar. Se escuchó 59 veces Pepe. Fueron tantas que tuvo ritmo propio, parecido al del carnaval carioca – el mismo que pasan en los finales de fiesta -.

No hubo luna de miel. Dos años de un amor intenso y leal que se tomó un tiempo. 10 millones de dólares para que el correntino emprenda un viaje de negocios con destino a Emiratos Árabes Unidos.

2010 comenzó siendo una prueba piloto. Algún que otro touch and go en el área pretendían sacarlo de las mentes granates. Experimentos con Leandro Díaz, Cristian Menéndez y Gonzalo Castillejos, entre otros, eran relaciones que no llegaban ni a amores de verano. Los meses pasaban. Los puños apretados de José con los brazos angulados en 90 grados y la cara desfigurada por un grito de gol generaban un anhelo sin precio. Banderazos, cartas abiertas y rezos politeístas mitificaban su retorno.

Voy a volver”, pero no se pudo. “Lo queremos”, pero no viene. Y así pasaron siete años en los que los hinchas tejían como Penélope esperando el milagro. “Y, sí, acá no podemos ofrecerle lo mismo” era el consuelo de tontos cuando se fue al Deportivo La Coruña. “Con México no se puede competir” fue la excusa perfecta cuando Tijuana se hizo de sus servicios en 2012. “¿Y ahora? ¿Racing? ¿Quién es esa chiruza que se mete en el medio?” El amor es así, tiene esas cosas. Se fue cerca, Avellaneda presenció la caída de Sand. Solo 2 goles en 21 encuentros (a Independiente en el mismo partido) hicieron que duerma afuera, primero, y le armen las valijas después. Fue de mudanza en mudanza, pasó por algunas localidades y provincias también. Las agujas giraban y no se vislumbraba un retorno, pero no estaba todo dicho.

maxresdefaultHasta que se dio. Un 17 de diciembre volvió. Un mar de lágrimas lo cubrió y 500 hinchas lo recibieron bajo una escueta conferencia de prensa. En la variedad está el gusto o por lo menos eso dicen. 16 equipos en 17 años de carrera dan solvencia a la teoría y la congoja por su retorno a Lanús la revalida. Siempre supo que iba a ser bien recibido, pero tantos años fuera de casa seguían doliendo. Se comprometió a hacer buena letra, entrenar duro y estar a la altura de la circunstancia. Hizo todos los deberes.

¡Feliz día, mi amor! Tengo dos regalos para vos”. El 14 de febrero, Pepe, lo festejó con un doblete y no hubo arteria que resista la presión de la sangre que bombeaban los corazones granates. Festejaron los 100 encuentros y proyectaron un viaje Monumental. Vieron despegar los aviones, pero esta vez abrazados a Sand. Fue más que una boda de plata, fue superador a la renovación de votos matrimoniales. Fue un como un paseo lunar, fue flotar de amor y perder el centro de gravedad desde la afonía.  

El correntino marcó, donde se crió, su gol 15 en 17 partidos . Mantuvo su porcentaje y volvió a ser goleador de un torneo con la casaca de sus amores. Una efectividad del 74% justificó el sentido de pertenencia y lo posicionó como el séptimo artillero en la historia de Lanús. Engrosó la idolatría. 

Los ilusos que nieguen la existencia de la “media naranja” no saben sobre este cuento. Una recorrido con inicio, nudo y desenlace (aunque los románticos soñamos con que aun quede más) que finalizó de manera similar a aquella tarde del 2 de diciembre del 2007, pero de la otra vereda. Cambio el escenario de la franja horizontal hacia la diagonal. Un romance que no conoce de dinero, tiempo ni espacio. Un amor que ni la muerte podrá separar.

 

Si rima mejor, por eso me gusta escribir y no soy actor. Viajo mucho, pero en colectivo. Creo en la música como terapia y en la pasión como motor. Sand me firmó una bufanda