Diciembre de 2011. Colombia le ofrece a Gerardo Martino la oportunidad de volver a dirigir una selección nacional, tras su exitoso paso por Paraguay, alcanzando cuartos de final del Mundial Sudáfrica 2010, eliminado por muy poco ante el campeón España. Pero el Tata agradece y rechaza la interesante propuesta. Dijo que no, porque Newell’s pedía a gritos un bombero para apagar el incendio provocado por una pésima dirigencia que abusó en lo institucional y económico, con terribles consecuencias en lo deportivo que acercaban a la Lepra al descenso.
Rechazó dinero y prestigio por el equipo de su ciudad, por el equipo donde se inició en el fútbol. Fue antimercado, contra la corriente del fútbol. Para apagar el fuego de Newell’s, Martino volvió a la fuente, recurrió a gente de la casa (repatriando a Scocco, Maxi Rodríguez, Heinze), potenciando a otros (Bernardi) y dándole lugar a los jóvenes (Urruti, Tonso, Orzán). Tomó un grupo de alicaídos jugadores y construyó un verdadero equipo, implementando componentes del estilo de juego que vivió y practicó cuando jugador, con Marcelo Bielsa como entrenador. ¿El resultado? Goles, alegría rosarina, renacer del fútbol, título local y semifinales de Copa Libertadores.
La lamentable salida de Francesc Vilanova le abrió las puertas a un enorme desafío que afronta. Compitió contra un ex jugador y entrenador del Barca B, Luis Enrique, pero sin embargo ganó la pulseada. Influyó Lionel Messi, sin dudas, porque expresó públicamente su buena relación con Martino, del mismo origen futbolístico que él. Con la banca del mejor del mundo, Martino tendrá que adaptarse rápidamente a los códigos que encierran el mundo Barcelona, y poder llegarle a los cracks, como Neymar, de un equipo que tiene una camada espectacular de canteranos de La Masía esperando por jugar.
Sobre el final de su mandato, el Tata dio otra muestra más de su clase: dijo que no a las suculentas ofertas del Málaga y la Real Sociedad, que incluían participación en Champions League, una extensa chequera para fichajes y la oportunidad de desembarcar en Europa. Declinó todo eso por el truncado sueño de consagrarse en la Libertadores con la Lepra. Ahora, el destino le otorgó una nueva oportunidad en el viejo continente, con una sólida estructura y varias estrellas a su disposición. Martino es un buen tipo, y a las buenas personas, les pasan cosas buenas, por eso llegó a lo más alto, a la cima de su carrera.
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