El Gran Gasly: la revancha más feliz, pero la menos pensada

El francés Pierre Gasly, de 24 años, supo aprovechar un guiño de la suerte en Monza, y tras un manejo sin fallas bajo presión festejó un inesperado primer triunfo en la Formula 1 con el modesto Alpha Tauri.

Sabe de soportar castigos Pierre Gasly. Sabe de recibir cachetazos y tirones de orejas. Sabe jugarle una pulseada al dolor. Y ganar. Por eso, una vez que se apagó la música, una vez que el champagne se desparramó todo por el piso, se tomó un instante para sentarse en el podio de Monza en el escalón “1”. Y la imagen quedará para la historia retratando a un muchacho abrumado, pero esta vez no por un golpe, sino por una alegría eterna que dos horas antes parecía de ciencia ficción.

Bélgica había insinuado una estrategia: largar la carrera con el compuesto de neumáticos más duro para encarar el tramo final con caucho blando podía desembocar en un gran avance. Pero su idea se vio frustrada por la neutralización con Auto de Seguridad. Hoy, en circunstancias similares, la vuelta 20 del Gran Premio de Italia empezó a gestar un día inolvidable para él y para su equipo, Alpha Tauri.

Mientras Kevin Magnussen sólo atinaba a decir que “algo se rompió” en su Haas, el Safety Car tomaba contacto con la pista. Gasly iba a boxes: las gomas blandas dejaban lugar al compuesto más duro. Como estas neutralizaciones, por naturaleza, aglutinan todo el pelotón, hacer su jugada en el momento justo le valió al francés recuperar todo el tiempo perdido y encolumnarse en el puesto 15, pero en una fila de autos comprimida. Lo propio hicieron rápidamente el Mercedes de Lewis Hamilton y el Alfa Romeo del italiano Antonio Giovinazzi, pero ellos, una vez que la calle de boxes estaba cerrada.

La primera reacción era de sorpresa, dado que más de una docena de autos, principalmente los sólidos McLaren de Carlos Sainz y Lando Norris se habían quedado en pista. Los comisarios deportivos procedieron a investigar el accionar de Hamilton y Giovinazzi. Una vez que se abrieron los boxes el grueso del pelotón fue en busca de nuevos neumáticos y Gasly saltó al tercer puesto. Sólo tenía adelante a Hamilton, bajo la lupa, y al canadiense Lance Stroll, quien aún no había cambiado las ruedas de su Racing Point.

El relanzamiento reabrió un Gran Premio ya algo desnaturalizado: un Mercedes lideraba sobre un Racing Point, un Alpha Tauri y los dos Alfa Romeo, una postal extraña. Segundos después el fuerte accidente de Leclerc abrió una nueva página en la carrera. La bandera roja le permitió a Stroll cambiar sus neumáticos durante la interrupción, y volver a largar segundo, atrás de Hamilton y delante de un Gasly que ya se sentía en posición de pelear un resultado resonante.

Gasly de repente se encontraba con la posibilidad real de un podio, y de pelear por el triunfo, en el mismo escenario en donde Alpha Tauri había logrado su única victoria. Aquella vez había sido Sebastian Vettel, vencedor bajo un diluvio en 2008 con sólo 21 años.

Una vez superado Stroll, Gasly heredaría el liderazgo (por primera vez en sus 55 carreras) cuando finalmente Hamilton fue a cumplir su sanción. Pero la amenaza para el francés no era el bólido rosa de Stroll, sino que era una alerta naranja, el McLaren de Carlos Sainz. El español había tomado la relargada en sexto lugar y era un serio candidato al triunfo.

Sainz se encontró con un solo escollo, el Alfa Romeo de Kimi Raikkonen. El finlandés había alcanzado el segundo lugar, y suplió con experiencia la falta de potencia en el motor Ferrari para sobrevivir casi diez vueltas en puestos de podio, pero después comenzó a perder terreno.

Gasly sabia que su primera victoria, absolutamente inimaginable una hora atrás, ahora sólo dependía de él mismo. Sainz, segundo y girando a un ritmo muy fuerte, se acercaba peligrosamente al francés, decidido a dar pelea. Stroll, luego de que la fortuna no le arruinara su carrera con el cambio de neumáticos, marchaba tercero con ventaja, pero seguro que en algún lugar de su mente soñaba con un toque entre sus predecesores.

Con un buen manejo de sus recursos en las vueltas finales Gasly mantuvo a raya a Sainz y tocó el cielo. Una semana atrás su carrera en Bélgica se frustraba, cuando iba camino a hacerle un homenaje a su mejor amigo Anthoine Hubert, fallecido en ese circuito un año antes en la carrera de Fórmula 2.

Quizás sintió la mano de Hubert en el metal frio del trofeo al ganador. Quizás le resonaba en la cabeza la noticia de que en julio del año pasado Red Bull intercambiaría con Alexander Albon, el tailandés que inició la temporada 2019 en Toro Rosso (hoy Alpha Tauri), el equipo junior de la marca austríaca. Semejante actitud de destrato (no por eso menos habitual en la Fórmula 1) atentaría contra la confianza de cualquier deportista.

Lo cierto es que Gasly pudo desquitarse a lo grande, quizás de un modo que él ni se imaginaba. Su rendimiento en Alpha Tauri ya venía en alza, y un regreso por la puerta grande a Red Bull, ante el mal presente de Albon, ya estaba en el bolillero desde hace unas pocas carreras. Pero romper la monotonía de Mercedes de esta manera hizo saltar la banca.

Las imágenes posteriores a la llegada, con muchos de sus rivales felicitando efusivamente al hombre del auto número 10, incluso rozando los límites protocolares del distanciamiento social, daban cuenta de que todo el ambiente de la Fórmula 1 se alegró por él. Las amargas lágrimas del recuerdo de Hubert se endulzaron y se convirtieron en un nuevo recuerdo. En uno feliz e imborrable.