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El fútbol en Boedo es arte

San Lorenzo es el leiv motiv del reflorecer cultural, gastronómico y turístico que vive Boedo. Es uno de los clubes más ligados a su barrio y a su historia.

Cada vez parece más nostálgico recordar aquellos tiempos donde fútbol y cultura convergían en el barrio, en charlas de bar citando jugadores y no árbitros, en gambetas y no tweets, en el dilema del equipo y no el dilema de la polémica. Cuando el barrio se hace fútbol, el fútbol se hace cultura. E incluye, genera espacios, se define como un ámbito que va más allá de lo deportivo.

El arte popular se dibuja y pinta en azulgrana en muchas paredes, esquinas y persianas de uno de los barrios que definen el ser porteño. San Lorenzo es el leiv motiv del reflorecer cultural, gastronómico y turístico que vive Boedo. Es uno de los clubes más ligados a su barrio, a sus vecinos y a su historia.

Si no fuera por esto, ¿cómo se explica el aporte de los socios del Club por la vuelta a Boedo? En tiempos donde reinan más los negociados, la política deportiva, y la corrupción dentro del fútbol, cientos de miles de socios aportan 53 de los 94 millones de pesos necesarios para pagarle a una multinacional y que el Nuevo Gasómetro reviva la mística barrial que caracterizó a generaciones de abuelos, padres e hijos. La gran Restitución Histórica, después de más de 30 años, y el nombre no le queda grande.

Por supuesto, Avenida La Plata es mucho más que fútbol. Por supuesto que San Juan y Boedo es más que tango. Por supuesto que San Ignacio y Boedo es más que literatura. La esquina del Grupo literario de Boedo y el Homero Manzi son solo ejemplos de los emblemas que hoy experimentan los vaivenes que suelen acompañar el destino de los lugares sagrados.

Hoy, los bares que se suceden entre San Juan y la cortada San Ignacio repiensan la idea del barrio rebelde y literario implícita en la tradición del Grupo de Boedo. O de los Grupos de Boedo. El primero, allá por 1920, donde los bohemios intelectuales de Boedo se manifestaban en contra de los refinados escritores de Florida; el segundo, el que nació hace cuatro años: un grupo de artistas que lleva pintados más de cien murales barriales que engloban temáticas como el fútbol, la literatura, la música y, por supuesto, San Lorenzo. Porque Boedo no olvida, mantiene la memoria y la convierte en arte.

Hace más de 100 años, por 1908 unos pibes se juntaban a jugar en la esquina de México y Treinta y Tres Orientales. Pasó mucha agua bajo el puente desde entonces. Pasaron dictaduras, democracias. Pasaron escritores y músicos. Pasaron victorias y otras tantas derrotas. Y, más allá, los pibes, los de ayer y los de hoy, se juntarían en un bar, y brindarían entonces porque San Lorenzo y Boedo vuelvan a verse las caras otras vez, que ya se andaban extrañando.