Ball

El dueño del Oeste

Historia y autoridad. Esas dos palabras pueden resumir perfectamente lo que fue la final de la Conferencia Oeste entre San Antonio Spurs y los Memphis Grizzlies. Los texanos sentenciaron la barrida con un 93 a 86 como visitantes en el FedEx Forum, con un Tony Parker totalmente encendido que terminó con 37 puntos, su mejor número en lo que va del año. Pero mejor que analizar un partido o una serie, es pensar el porque de este éxito que lleva tantos años y parece nunca tener fin de la mano de su entrenador Gregg Popovich. El hombre de 64 años y carácter duro llegó a la dirección técnica de San Antonio en 1996, tras haber tenido un breve paso en el mismo como asistente de Larry Brown entre 1988 y 1992.

Con una filosofía que parece haber salido de cualquier otro lugar del mundo menos de la NBA, Pop realizó un trabajo casi inédito en esta última década del básquet norteamericano. "No es común lo que tenemos" aseguró el eterno Tim Duncan. El hombre de mil batallas, el pivot que vence al tiempo día a día y no solo no envejece sino que parece rejuvenecerse. Y tiene mucha razón el oriundo de Islas Vírgenes. En una liga donde los jugadores son moneda de cambio, donde las bases en los equipos se pueden mantener como mucho tres o cuatro años, donde la "clave" para apostar al triunfo es contratar estrellas, lo de San Antonio es directamente salido de otra galaxia.

[caption id="attachment_76830" align="alignright" width="352"]El ideólogo de los Spurs. El ideólogo de los Spurs.[/caption]

La columna vertebral de los Spurs consta de tres jugadores claves: el francés Tony Parker, Tim Duncan y Manu Ginóbili, este último saliendo casi siempre desde la banca. Ya son diez años los que estos pilares llevan juntos en la tierra del rodeo y conocen a la perfección la forma de trabajo de Gregg. "No entiendo ni de dinastías, ni de normas especiales, solo de trabajo" dice el técnico que moldea a sus jugadores a su gusto. El colectivo, en un lugar en el que prima lo individual por sobre todo, es lo principal en San Antonio. Y esto es transmitido a sus jugadores, tanto a las estrellas como a los más jóvenes. Tan es así que no le tiembla el pulso cuando tiene que sentar a los cinco titulares en la banca tras un comienzo espantoso tal como pasó en el tercer juego de la serie contra Memphis.

Otra de las especialidades de la casa es encontrar talento en lugares donde no suelen llegar los ojeadores de los grandes equipos. Puede pasar de Fabricio Oberto a Thiago Splitter y explotarlos a partir de su segunda temporada, que es cuando los basquetbolistas se adaptan al método Popovich. O elegir muy bien en drafts sin necesitar selecciones de primera vuelta, tal como fueron los casos de los mismos Parker y Splitter en el 2001 y 2008 respectivamente (ambos en la posición 28), o DeJuan Blair y Cory Joseph en los últimos tiempos. Y a esto se agrega el saber traer lo justo y necesario. Así llegaron dos pilares del equipo actual: Danny Green y Kawhi Leonard. Ambos jugadores le dan la frescura necesaria el quinteto inicial y cada día crecen más tanto en ataque como en defensa.

La bajada de línea en San Antonio es clara: nadie es más que nadie y todos son parte de un todo. Las marcas personales se dejan en un segundo plano, lo importante es ganar. El pase extra para encontrar al mejor tirador es uno de los factores. No por nada el equipo de Pop es el primero en cuanto a asistencias por partido con 25,1. Con esta receta San Antonio se quedó por cuarta vez en una década con el Oeste. El tridente compuesto por Parker-Duncan-Ginóbili es el primero que no sale de Boston o Lakers en llegar a cuatro finales y además solo están a 12 victorias del trío compuesto por Magic Johnson, Abdul Jabbar y Cooper. Seis años tuvieron que pasar desde la última vez que llegaron hasta los últimos partidos de los playoffs.

[caption id="attachment_76825" align="aligncenter" width="700"]Diez años juntos a la par. Diez años juntos a la par.[/caption]

"Creo que mucha gente piensa que si se cambia un entrenador o se canjean ciertos jugadores todo va a ser nirvana después de eso. Pero creo que si mantienes el rumbo y tienes líderes que son personas de buen carácter, debes seguirlos tanto tiempo como puedas" aseguró Popovich al finalizar el partido. Quizás vendrían bien algunas de estas lecciones por nuestro fútbol argentino.

[youtube p5Jmio_2uW0]

Historia y autoridad. Esas dos palabras pueden resumir perfectamente lo que fue la final de la Conferencia Oeste entre San Antonio Spurs y los Memphis Grizzlies. Los texanos sentenciaron la barrida con un 93 a 86 como visitantes en el FedEx Forum, con un Tony Parker totalmente encendido que terminó con 37 puntos, su mejor número en lo que va del año. Pero mejor que analizar un partido o una serie, es pensar el porque de este éxito que lleva tantos años y parece nunca tener fin de la mano de su entrenador Gregg Popovich. El hombre de 64 años y carácter duro llegó a la dirección técnica de San Antonio en 1996, tras haber tenido un breve paso en el mismo como asistente de Larry Brown entre 1988 y 1992.

Con una filosofía que parece haber salido de cualquier otro lugar del mundo menos de la NBA, Pop realizó un trabajo casi inédito en esta última década del básquet norteamericano. “No es común lo que tenemos” aseguró el eterno Tim Duncan. El hombre de mil batallas, el pivot que vence al tiempo día a día y no solo no envejece sino que parece rejuvenecerse. Y tiene mucha razón el oriundo de Islas Vírgenes. En una liga donde los jugadores son moneda de cambio, donde las bases en los equipos se pueden mantener como mucho tres o cuatro años, donde la “clave” para apostar al triunfo es contratar estrellas, lo de San Antonio es directamente salido de otra galaxia.

El ideólogo de los Spurs.
El ideólogo de los Spurs.

La columna vertebral de los Spurs consta de tres jugadores claves: el francés Tony Parker, Tim Duncan y Manu Ginóbili, este último saliendo casi siempre desde la banca. Ya son diez años los que estos pilares llevan juntos en la tierra del rodeo y conocen a la perfección la forma de trabajo de Gregg. “No entiendo ni de dinastías, ni de normas especiales, solo de trabajo” dice el técnico que moldea a sus jugadores a su gusto. El colectivo, en un lugar en el que prima lo individual por sobre todo, es lo principal en San Antonio. Y esto es transmitido a sus jugadores, tanto a las estrellas como a los más jóvenes. Tan es así que no le tiembla el pulso cuando tiene que sentar a los cinco titulares en la banca tras un comienzo espantoso tal como pasó en el tercer juego de la serie contra Memphis.

Otra de las especialidades de la casa es encontrar talento en lugares donde no suelen llegar los ojeadores de los grandes equipos. Puede pasar de Fabricio Oberto a Thiago Splitter y explotarlos a partir de su segunda temporada, que es cuando los basquetbolistas se adaptan al método Popovich. O elegir muy bien en drafts sin necesitar selecciones de primera vuelta, tal como fueron los casos de los mismos Parker y Splitter en el 2001 y 2008 respectivamente (ambos en la posición 28), o DeJuan Blair y Cory Joseph en los últimos tiempos. Y a esto se agrega el saber traer lo justo y necesario. Así llegaron dos pilares del equipo actual: Danny Green y Kawhi Leonard. Ambos jugadores le dan la frescura necesaria el quinteto inicial y cada día crecen más tanto en ataque como en defensa.

La bajada de línea en San Antonio es clara: nadie es más que nadie y todos son parte de un todo. Las marcas personales se dejan en un segundo plano, lo importante es ganar. El pase extra para encontrar al mejor tirador es uno de los factores. No por nada el equipo de Pop es el primero en cuanto a asistencias por partido con 25,1. Con esta receta San Antonio se quedó por cuarta vez en una década con el Oeste. El tridente compuesto por Parker-Duncan-Ginóbili es el primero que no sale de Boston o Lakers en llegar a cuatro finales y además solo están a 12 victorias del trío compuesto por Magic Johnson, Abdul Jabbar y Cooper. Seis años tuvieron que pasar desde la última vez que llegaron hasta los últimos partidos de los playoffs.

Diez años juntos a la par.
Diez años juntos a la par.

“Creo que mucha gente piensa que si se cambia un entrenador o se canjean ciertos jugadores todo va a ser nirvana después de eso. Pero creo que si mantienes el rumbo y tienes líderes que son personas de buen carácter, debes seguirlos tanto tiempo como puedas” aseguró Popovich al finalizar el partido. Quizás vendrían bien algunas de estas lecciones por nuestro fútbol argentino.