Se habló, y mucho, de los jugadores falopa. Se los sindicó como los culpables de malas campañas, se colgaron medallas aquellos que acusaron a los demás de traerlos y, sobre todo, fueron excelente chivo expiatorio para justificar derrotas impensadas o pésimas campañas.
Pero hay otra clase de falopa que es aún peor: la de los dirigentes. Porque que se sepa: River, Boca, Independiente, y la mayoría de los clubes tienen los famosos “dirigentes falopa”. Pueden ser por declaraciones desafortunadas, por accionares increíbles o por estar metidos en cosas insólitas para un dirigente de un equipo grande de fútbol.
Para empezar, el que encabeza el ránking de dirigentes de Falopa es Juan Carlos “Hasta Cristo tenía barras” Crespi. El mismo tipo que tildó de “bufón” a Ramón Díaz por aquello de los chupetines, es el mismo que cuando estalló el caso Mazzaro, quedó salpicado. Trascendieron escuchas en las que Mauro Martín, ex capo de la 12, le decía a “Fido” Debaux, su sucesor “cualquier cosa decile a Crespi”. Sí, el mismo que decía que Boca no tenía barras.
Eso es sólo un ejemplo en el prontuario enorme que tiene Crespi, amo y señor de exabruptos y frases poco felices, como aquello de que “ser de Boca era un desprestigio” cuando el club no ganaba nada. Una joyita.
Un Boca que ahora tiene aquello del “socio adherente”, que amenaza con reírse de la voluntad de sus hinchas vendiendo La Bombonera a un millonario qatarí. Una conducción que encarna lo peor del ShowTime del macrismo, que parece querer ir por todo. En un combo peligroso que incluye revender entradas a sus propios socios a un valor mucho más alto que el real cuando la variable dólar entra a jugar, como pasó cuando Boca viajó a Uruguay y a Brasil.
Ojo, River tiene muchísimo en este campo también. Tiene un trío bien falopa que, para desgracia del Millonario, es quien conduce el club: Passarella-Turnes-Solassi. Tres dirigentes, los más encumbrados de la banda, que deshonran la memoria de los gigantes que han sabido conducir a River, como Leopoldo Bard y Antonio Vespucio Liberti, entre otros.
El último hit de uno de los miembros de este trío nefasto fue aseverar, sin ningún tipo de dudas que “Boca se va a la B en 2015” y, para coronar las declaraciones tribuneras, desafortunadas y, sobre todo, innecesarias, despacharse con un “Ojalá Independiente se vaya a la B”. ¿Motivo? Ya que River descendió, este buen señor, mucho más ducho en el tema carnes, ya que por ahí viene su negocio, justificó su deseo de la siguiente manera: “No voy a estar tranquilo hasta que todos los equipos hayan descendido a la B Nacional” ¡Ay, Omar!
Bueno, Turnes tampoco, claro. Incluso, está acusado de manejar el negocio de la reventa en River. ¿Y Passarella? Bueno…ni hablar de él. Entra en la “familia” de los Aguilar, Israel, Comparada, López, Portell y más. Un tipo que conduce al club con un verticalismo impropio de una Asociación Cívil sin fines de lucros y que, durante su gestión, lo único que multiplicó fueron las contradicciones. Empezando por “no voy a echar a Astrada”, hasta un “estaría loco si no les renovara a Cavenaghi y Domínguez”.
Passarella ganó las elecciones, pero jamás supo cómo conducir al club. Terminó enviándolo a la B debido a su inutilidad para girar el timón antes que el Titanic de de lleno con el iceberg. Manoseó al socio a más no poder e inventó canjes y abonos sin numerar, algo nunca visto y que, seguramente, no exista en ninguna parte del mundo. Los logros de su gestión son escasos, la joda no se acabó y River descendió. Toda su vida deportiva como DT del club se quejó de los “jugadores falopa”, lo triste es que se convirtió en un “dirigente falopa”.
Ni hablar de José María Aguilar, quien destruyó a River. De Julio Comparada, quien hizo lo propio con Independiente o de Carlos Portell, que minó a Banfield. También tenemos la saña con la que Eduardo López saqueó a Newell’s, la inutilidad con la que Horacio Usandizaga llevó a Central a la BN o a un Luis Segura que hace a Argentinos coquetear con el abismo, luego de haber sido campeón en 2010. Ejemplos sobran, y lamentablemente, año a año, parecen sumar nuevos miembros al club.
Los jugadores falopa hacen que los equipos no salgan campeones, pero los dirigentes falopa los descienden, los saquean, los vacían y los destruyen. Como aquellos “ilustres” que condenaron a Ferro, Platense, Talleres, Chacarita y el propio Huracán, equipos de Primera, a pulular por la B Nacional en el mejor de los casos. Todos procesos de los que llevó años recomponerse. Todos esos dirigentes que vaciaron clubes los dejaron: en el descenso, en la quiebra, últimos, rebajados, sin patrimonios propios e incluso obligados a ser gerenciados por fideicomisos.
El único que no vivió nada de esto fue Boca, que, sin embargo, con el macrista Daniel Angelici y su séquito de dirigentes bastante perjudiciales para la salud del pueblo Xeneize, va camino a culminar en la posición más baja de su historia en el torneo local, ya eliminado de la Copa Libertadores y apenas aferrado a la Copa Argentina. Poca cosa para el club más exitoso de los últimos 15 años. Y todo eso a pesar o incluso con Carlos Bianchi y Juan Román Riquelme liderando el barco. ¡Mirá si estarán haciendo las cosas mal!
Por eso, como consejo final: Ojo con los jugadores que no dan la talla, pero, sobre todo, muchísimo ojo con aquellos dirigentes que no están capacitados, no para manejar a un club, sino que no podrían ni administrar el videoclub del barrio. El que avisa no traiciona.
Comentarios