Hace once años, el 30 de noviembre del año 2000, hinchas de San Lorenzo se manifestaban furiosos en la puerta de su club por el intento de privatización que el ex presidente y ex socio Fernando Miele quería concretar a través de una desaparecida empresa suiza, ISL. A pesar de las represión policial y el impedimento por entrar al club, la manifestación logró dar marcha atrás el proyecto y el club mantuvo su dignidad y sus orígenes.
Es partir de aquella noche en la que La Gloriosa estampó el “San Lorenzo no se vende”, y por eso año a año se celebra el Día del Hincha de San Lorenzo cada 30 de noviembre. Aquel episodio fue otro de los tantos en los que la cuervada saca pecho por su concreción, jactándose de estar siempre a pesar de las adversidades. Fue la vez que los hinchas salvaron el nombre y la ropa de la institución, para seguir siendo una asociación civil sin fines de lucro como desde el 1º de abril de 1908.
Aquella noche de 30 de noviembre, había sido precedida por otras siete marchas, donde los cuervos ya marcaban su disconformismo por la medida que terminó por cancelarse. Aquella noche de 30 de noviembre, mientras los hinchas gritaban y se bancaban cinco represiones policiales, Fernando Miele (en ese momento presidente), hacía gestos amenazantes desde atrás de una reja. Fue el principio del fin de su tiempo corrompiendo en San Lorenzo. Fue el principio del fin de su tiempo como socio del club.
Once años más tarde, los hinchas de San Lorenzo recuerdan esa noche como el día en que salvaron la institución, y su consecuencia lleva una insignia irrevocable: “Ni olvido ni perdón”. Mientras, ven que en una Asamblea de dirigentes el oficialismo quiere imponer un presupuesto escandoloso y muy arriesgado para 2012, teniendo en cuenta los cada vez más rojos números de la institución. Hoy San Lorenzo prácticamente necesita de una ayuda externa para salvarse de la quiebra, que no sorprenda que los hinchas vuelvan a tener que manifestarse mientras ven cómo les vacían su club.
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