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De la nada a la gloria me voy

River se consagró campeón de la Copa Libertadores de América tras vencer en la final 3-0 a Tigres de México. En el mano a mano fue implacable, pero no fue un camino fácil, todo lo contrario, por momentos sólo las matemáticas le daban vida y, finalmente, necesitó una gran mano del conjunto mexicano para entrar “por la ventana” a los Octavos de Final. A continuación, un repaso del periplo del mejor equipo del continente.

accutane prescription medication cheap valtrex acyclovir generic accutane isotretinoin buy valacyclovir hydrochloride online Oral Viagra Professional is one of the most refined and individualized forms of erectile cheap Viagra already written essays Professional 100 Fast Delivery Free Viagra Samples Valtrex online prescription. El grupo que le tocó al Millo, a priori, era accesible: San José de Oruro, Tigres de Monterrey y Juan Aurich de Perú. La principal dificultad eran los viajes, largas distancias y canchas complicadas. Había que lidiar con altura, calor y una inexplicable cancha de césped sintético. El camino arrancó el 19 de febrero de 2015 en la altura de Oruro. Había hasta tubos de oxígeno en el banco de suplentes para tratar de sobrellevar la situación. River aguantó 80 minutos como pudo, pero terminó perdiendo 2-0 y se notó mucho lo que costaba correr.

El segundo partido era de local, donde no se podían perder puntos, sobre todo en un grupo con tantos viajes. Había que sacar diferencia en casa. El rival era el más difícil: Tigres de Monterrey. River, como en cada partido en el Monumental, atacaba sin parar, a veces sin tanta claridad, ya que el equipo mexicano se paraba de contra. La sorpresa llegó por un error de Funes Mori que Guerrón cambió por gol antes del final del primer tiempo. Ahí el Millo trató de llevárselo puesto y llegó al empate con una tijera espectacular de Sánchez.

Tocaba otro viaje largo, en este caso a la ciudad peruana de Chiclayo, y había más problemas porque la cancha, además de ser de césped sintético, estaba en mal estado. Los jugadores eligieron jugar con botines sin tapones. River comenzó bien, se notaban las limitaciones del equipo peruano pero el equipo de Gallardo desperdiciaba muchas chances, más aún luego del gol de Álvarez Balanta. Y pasó lo que muchos pensaban: más allá de que en la jugada previa no le dieron un penal a Pisculichi, llegó el empate de Aurich, a través de Rengifo. Y el final con protestas del DT y la suspensión para el próximo encuentro.

Ahora sí no había excusas, había que jugar en casa ante el mismo rival y todas sus limitaciones. No se podían escapar los tres puntos. River salió a pasarlo por arriba, y a los 25 minutos apareció Mercado para el 1-0. En el segundo tiempo, el equipo de Gallardo fue arrollador pero no efectivo: pegó cuatro tiros en los palos. De no creer. Y los fantasmas volvían a aparecer, más allá de lo mal que jugaba Juan Aurich. Y lo que se temía terminó sucediendo: un pelotazo cruzado al área (de los que tanto le dolieron a la defensa) y Delgado terminó empatando a los 44 del segundo tiempo. Insólito.

River a esa altura tenía 3 puntos sobre 12, algo raro para un equipo que pretendía ser campeón. Para muchos sólo quedaban las chances matemáticas, porque el próximo partido era en México y ante el puntero de la zona.

A esa altura del año no hacía tanto calor en Monterrey pero se sentía el clima diferente a Buenos Aires, el viaje fue muy largo y el rival era uno de los que mejor venía haciendo las cosas en toda la copa. River intentó salir a presionar y jugar como si fuese el último partido, pero apenas a los 11 minutos la defensa miraba sin marcar y Arévalo Ríos convertía el 1-0. Todo muy cuesta arriba. Barovero se transformaba en héroe tapando un par de pelotas clave, pero el equipo de Gallardo (que no estuvo en el banco por suspensión) no hacía pie en ninguno de los sectores del campo. El segundo tiempo fue más de lo mismo, intentar pero dejando espacios. Por eso Damián Álvarez marcó el 2-0, y hubo chances de ponerse 3-0. Pero faltando cinco minutos se buscó la heroica, sin juego, con pelotazos y empuje. Así llegó un horror de dos defensores locales, un remate de Mora, rebote de Guzmán y el descuento de Teo Gutiérrez. Faltaban pocos minutos pero River seguía insistiendo, hasta que a los 44  desbordó Mayada, pase atrás a Teo y enorme movimiento de Mora para clavar una volea y empatar el encuentro. Impensada y festejadísima igualdad. Los jugadores buscaron rápido la pelota, tenían hambre de victoria. Pero el árbitro adicionó pocos minutos (lo que generó protestas de Mercado, que terminó expulsado) y el encuentro finalizó en empate.

Gallardo, en conferencia, dijo que vio una señal en esos últimos minutos y que, mientras las matemáticas lo digan, las chances estaban.

Quedaba un partido por jugar, de local y frente a San José de Oruro. Pero River necesitaba la ayuda de Tigres, que enfrentaba a Juan Aurich en Perú, jugando con suplentes de suplentes, ya que ya estaba clasificado como primero del grupo. Con el empate también pasaba el conjunto peruano. River tuvo que esperar hasta los 42 del primer tiempo para ponerse 1-0, a través de Mora. Pero la gente estaba en otro lado, con la radio prendida en la oreja y esperando noticias de Perú. El Millo terminó goleando 3-0 gracias a otro de Mora y uno de Teo. Tigres y Aurich se mataban a goles y un desconocido Esqueda se convirtió en el héroe de River en esa Primera Ronda. Con tres goles suyos, Tigres le ganó 5-4 a Juan Aurich y le permitió a River meterse en Octavos de Final. “Nos metimos por la ventana, pero ahora les va a costar sacarnos”, decía Gallardo en la conferencia de prensa. Y se venía Boca…el mejor de todos, el que había sacado 18 de 18.

Nadie imaginaba ese partido tan pronto, los dos tuvieron grupos accesibles pero a River le costó muchísimo. Todo el mundo hablando del gran momento del conjunto de Arruabarrena, que había ganado todos los partidos y contaba con figuras como Osvaldo, Calleri, Lodeiro o Gago. Y arrasaba a sus rivales. River, si quería seguir en esta copa debía cambiar, el chip, modificar la manera de jugar. El Muñeco decidió resignar algo de juego y sacar a Pisculichi, en su lugar ingresó Ponzio para armar un doble 5 con Kranevitter. Como en la Sudamericana.

El primer partido era en la cancha de River, este equipo no estaba acostumbrado a definir fuera de casa. Debía cuidarse del gol de visitante pero convertir para sacar una buena ventaja. River marcó presencia, pero no en el juego, sino en la lucha y el empuje, sobre todo de Ponzio y Vangioni. La chance más clara la tuvo Calleri en un mano a mano que sacó Barovero. Lo demás era meter y meter. Hasta que Gago se equivocó en la salida, Pity Martínez recibió a espaldas de Marín y le cometieron penal. Agarró la pelota rápido Carlos Sánchez, en medio de una semana donde se había hablado de problemas con Cavenaghi. Lo convirtió y deliró todo el Monumental. 1-0 y a buscar la clasificación a La Boca.

Llegaba el partido más importante del semestre para los dos, la copa era el objetivo principal de ambos. El primer tiempo siguió la lógica de la serie, mucha pierna fuerte y poca claridad para atacar. Apenas un remate de Osvaldo controlado por Barovero y otro de Driussi por encima del travesaño. 45 minutos aburridos, en los que River supo defender la ventaja de la ida. Se esperaba un segundo tiempo distinto, con Boca saliendo a buscar el triunfo y River tratando de aprovechar alguna contra. Pero todo eso terminó siendo una especulación, ya que cuando los jugadores de River salían al campo de juego recibieron un ataque por parte de hinchas de Boca con gas pimienta. El resto es historia conocida, jugadores con los ojos hinchados, una actuación pésima de las autoridades de la Conmebol y esperar la resolución de esos mismos dirigentes. Días después se conoció esa decisión, que le daba por ganado el partido a River y sancionaba a Boca.

La Banda se metía en cuartos y lo esperaba el Cruzeiro, que no era el equipo temible de antes, pero seguía siendo un equipo brasileño. El primer partido fue en el Monumental y parecía que River seguía con la cabeza en el gas pimienta y en todo lo que tuvo que esperar para saber si clasificaba o no. Por eso terminó perdiendo 1-0, con gol de Marquinhos. El sueño de obtener la tercera Libertadores se complicaba, porque había que ir a Brasil y ganar por más de un gol. River mostró otra cara desde el minuto 1, mucha presión arriba y gran nivel de Sánchez y Rojas por las bandas. Por eso, temprano, a los 19, Sánchez marcaba el 1-0 tras un gran pase de Teo, que la rompió esa noche. A los 45 minutos apareció la cabeza de Maidana y a los 6 del segundo tiempo el propio Teo marcó un golazo, para el delirio de los suplentes y del propio Gallardo. El equipo de Núñez se metía en las Semifinales.

El nuevo adversario sería Guaraní de Paraguay, uno de los que mejores atributos había mostrado en el certamen. Había dejado afuera al Corinthians y a Racing. La ida era en el Monumental, la gente jugaba su partido alentando sin parar, pero nerviosa porque era una chance única. El partido fue luchado, River apostaba a la tenencia con Lucho González pero Guaraní presionaba bastante. En el segundo tiempo ingresó Pity Martínez para tratar de buscar verticalidad. A los 14 minutos llegó un córner cabeceado por Alario (que sorprendió a muchos jugando de titular un partido clave) y Mercado definió, marcando otra vez un gol clave. Trece minutos más tarde, el enorme Rodrigo Mora, tras un gran pase del propio Alario, la picó por sobre el arquero e hizo festejar a todo River. La vuelta iba a ser dura, pero el 2-0 era tranquilizador. Se complicó bastante a los 16 del segundo tiempo por el gol de Fernández, pero apareció el “fetiche” de Gallardo: Tabaré Viudez, para meter un pase delicioso para que Alario defina por arriba y se consagre como el 9 de River. 1-1 y a la final después de 19 años. Todo River era fiesta.

El rival era un viejo conocido, el que le dio la mano que necesitaba para clasificar, el que lo dejó con vida. Y dicen que a River no lo podes dejar con vida. Por primera vez en la copa River definía de local, y los goles de visitante no tenían doble valor. La ida fue picante, mucha pierna fuerte, mucho calor. A River le costó mucho desde lo físico, incluso dos lesiones: Tábare Viudez y Mora, el mejor jugador de toda la copa. La vuelta era el partido soñado, de local, ante más de 60.000 personas, pero con la presión de saber que no se podía escapar. River ya estaba clasificado al Mundial de Clubes, pero no es lo mismo ir campeón que segundo. El encuentro comenzó trabado, luchado, nadie quería equivocarse. Pero el gol llegó justo, cuando se moría e l primer tiempo. Enorme jugada de Vangioni, con caño incluido, y terrible cabezazo de Alario, para consagrarse luego de las dudas de la gente con su llegada, más que nada porque no lo conocían mucho. Y a los argentinos futboleros no les cuesta mucho prejuzgar. El segundo tiempo fue más “tranquilo”, el 1-0 le dio cierto aire y jugó de otra manera. De todas maneras siguió presionando arriba, sin dejar que Tigres salga jugando. De esa manera llegó el penal a Sánchez, que el propio “Carlitos” cambió por gol. Era todo una fiesta, en la tribuna y en el banco de suplentes. La frutilla del postre fue el 3-0 de Funes Mori de cabeza, y la vuelta de esos centros mortales de Pisculichi.

Lo demás fue celebración, adentro y afuera de la cancha. Los jugadores parecían nenes, y es entendible porque muchos sienten la camiseta como hinchas y esperaron demasiado para poder levantar esa copa tan esquiva. Quizás el que más lo merecía era Cavenaghi, que tuvo su chance en esta final, dejando todo en cada pelota y levantando esa copa, para formar parte de una de las fotos más importantes de la historia de River.

Un párrafo aparte  para Gallardo, que supo cuando cambiar de esquema (no de idea) y dejar atrás el juego vistoso que mostró cuando llegó a la institución, porque las copas se juegan de otra manera, y se ganan de esta form. Si ya se había ganado el cariño de la gente con lo que había hecho antes, ahora se quedó con un lugar en la bandera de los ídolos del club.

River logró su tercera copa Libertadores. El camino fue complicado, parecía que quedaba a mitad de camino, pero, como dijo el Muñeco, les iba a costar sacarlos del torneo. A base de lucha, empuje y tener el objetivo bien claro, el Millonario se pudo consagrar. Y, más allá de las cosas que pasaron en el medio, fue un justo campeón.