La desidia aparece como anillo al dedo, si de describir la realidad de los Blue ,en la década del 70, se trata. La remodelación de Stamford Bridge, el estadio de Chelsea, fue catalogada como uno de los emprendimientos más ambiciosos del Reino Unido, dejando en jaque la ingeniería financiera del club. Bajo éste nivel, la institución vió imposibilitada la compra de jugadores entre 1974 y 1978, generando una situación deportiva que depósitaba a Chelsea en las categorías de ascenso, en una época en la cual los Hooligans asomaban en los estadios, generando un sinfín de desmanes que complejizaban, aún más, el estado de la institución.
Ken Bates se convierte en dueño de Chelsea tras abonar la – insólita e infima- suma de £1 y, tras de si, trajo un aluvión de esperanza en el renacer de los Blue. La obtención, en dos oportunidades, de la Full Members Cup, y el último ascenso en 1990, ejemplificaban que el club iba en busca de la estabilidad tan presiada, y tan perdida, a la vez. Sin embargo, más allá del progreso deportivo, la lucha con los acreedores del estadio seguía derivando en incertidumbre ecónomica, hasta que, Bates en compañía de otra organización, consiguió hacerse del total de los derechos (estadio y equipo, principalmente) que servirían de base y sustento económico para jerarquizar con refuerzos el plantel profesional. Aún los nombres no serían tan rutilantes como los de comienzos de siglo, pero Chelsea conseguía volver a posicionarse en los primeros planos.
Abramovich, empresario petrolero, dueño de casas, autos, aviones, yates, etcétera, compraría el 50% de la institución en 87 millones de dólares en 2003,haciendose cargo, también, de una deuda que se acercaba a los 130 millones. Un antes y un después que, a priori, ya marcaba una realidad opuesta a la que se había vivido 25 años atrás. El contexto deportivo seguiría progresando. Hernán Crespo, Juan Sebastián Verón, Makelele, Glen Johnson y Joe Cole, entre otras estrellas, serían los primeros refuerzos rutilantes del nuevo período. Claudio Ranieri, el entrenador por aquel entonces, no complementó con resultados – y títulos, claro está- la gran plantilla conformada y, por tal motivo, fue despedido de su cargo. En su reemplazo, apareció un ex técnico de Porto, quién ya estaba en los planes del Ruso: José Mourinho.
Actor fundamental de éste período de once años, el exitoso entrenador asomaba en la escena Londinense con un temperamento, carisma y actitud acorde a la demanda de la excelsa plantilla. Los millones relucían bajo la batuta del Ruso que no establecía ningún reparo en búsqueda de posicionarse ante los mejores. Én ésta forma de proceder, Abramovich cosechó 13 títulos e invirtió más de 1.500 millones de euros, ubicandose en lo más alto de su país, superado tan sólo por Manchester United con 17 campeonatos, teniendo en cuenta el mismo período de tiempo. Visto y considerando las exóticas sumas presentadas, se cree que el conjunto Londinense podría haber obtenido un número mayor de títulos. Complementa el cuadro el hecho de observar incorporaciones de renombre como Fernando Torres, Drogba, Ballack, Shevchenko, Robben, Deco, Anelka, Lucas, Kalou, David Luiz,Ramires, Eto´o y, sin embargo, algunos estandartes de éste proceso, como Lampard o Cech, ya se encontraban en las filas del club, y han desarrollado el grueso de su carrera allí. Curioso hecho.
Gareth Bale aparece en las estadisticas como el fichaje más caro de la historia. Real Madrid adquirio su ficha a cambio de €101 millones. El conjunto Merengue se asoma en los primeros planos de las competencias en las que participa pero, curiosamente, Bale no es una de sus figuras. Por momentos, su participación en el primer equipo parece estar más sustentada en las inversión establecida que en fundamentos fútbolisticos, no por menospreciar al galés, sino por valorar algunas apariciones canteranas. En Barcelona, el cuadro de situación es similar. En Chelsea, su estructura vertebral se basa en jugadores que se encuentran hace más de una década y poco se ha invertido en ellos, en relación a su ficha. Chelsea, de un euro a 87 millones, parece haber revivido. Pero, ¿el secreto del éxito deportivo recorre el mismo sendero? ¿Inversión inescrupulosa y títulos van de la mano? No. El fútbol está manchado de intereses económicos pero, al menos, triunfar en el mismo parece ir por otro lado.
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