Ball

Capazzo

El base de Peñarol la está gastando desde el inicio del Premundial, y es la gran revelación de esta Argentina mundialista. Goleo, defensa furiosa y picardía, las claves de un pibe que no para de sorprender.

Atrevido, veloz, encarador. Facundo Campazzo es una pieza clave en el andar de un equipo que cumplió su tarea dejando el alma en cada pelota, para apaciguar la inevitable ausencia de casi toda la Generación Dorada. Conocé a este ágil cordobés que se juega la vida todo los partidos.

Campazzo nació en Córdoba capital, cuna del glorioso Atenas, y desde chico empezó a mamar el básquet como una gran pasión. Vivió con locura el retiro de Milanesio, uno de sus grandes ídolos, y desde pibe no más se empezó a caracterizar como un base petiso, rapidísimo, impredecible y ganador. En 2006, con apenas quince años, llegó a Mar del Plata a jugar un cuadrangular con Unión Eléctrica: no se clasificó, pero en Peñarol no dudaron en que lo querían en su plantel.

Desde aquella vez, Facundo no se fue más del club de La Feliz. Con sólo 17 años, Sergio Hernández lo hizo debutar en la Primera del Milrayitas, y a partir de ahí vivió un crecimiento sin techo. Se ganó un puesto, salió tricampeón de Liga Nacional, MVP de las Finales, compartió los Juegos Olímpicos de Londres con la Generación Dorada, y hoy es titular indiscutido del equipo de Julio Lamas.

A pesar de todo esto, el base está lejos de tenerla fácil. Hoy juega porque Pablo Prigioni, el titular en ese puesto, quedó afuera del torneo para estar con su familia. Además, Nicolás Laprovíttola, el ex base Lanús recientemente fichado para Flamengo, le sopla la nunca permanentemente y hasta supo compartir varios minutos con él, cuando Lamas apostó por el doble armador. Pero Campazzo fue clave: en el goleo, en las asistencias, en los robos y en las penetraciones con su sello. Cuando el equipo no encontraba las formas, nunca se escondió.

Amigo incondicional del Pipa Gutiérrez, siempre atento a los consejos de Scola, gran compañero, mejor observador pasa aprender en todo momento, Campazzo pasa por el mejor momento de su carrera. Mide 1,79, bastante poco para un jugador de básquet, pero es un rayo que no se apichona nunca. Hoy, la selección lo disfruta.

Dolorense, nacido en 1991. Licenciado en proyecto de Magíster. Hay una cosa que nunca van a entender...