La Premier League será protagonista de lo que podría ser una de las transacciones más polémicas de los últimos años. La liga inglesa de fútbol finalmente dio luz verde a la venta del club Newcastle United a manos de un fondo de inversión saudí y se reavivó la discusión en torno al rol de los dueños de los equipos en materia de derechos humanos. A pesar del reclamo de Amnistía Internacional, todos los caminos indican que “las urracas” cambiarán de dueño.
En las últimas horas se confirmó que la Premier League autorizó la compra del Newcastle United por parte del Fondo de Inversión Público (PIF, por sus siglas en inglés) de Arabia Saudita. La transacción se realizaría en una cifra cercana a los 300 millones de libras por el 80% de las acciones del club. Sin embargo, este negocio despertó un manto de dudas y reclamos desde ONG y organismos de derechos humanos y financieros contra los nuevos dueños de la institución.
LA DISCUSIÓN ECONÓMICA
En cuanto a lo económico, las alarmas se encendieron ante una posible violación de las reglas de juego. Esto se debe a que el estatuto de la Premier League prohíbe la participación de gobiernos nacionales en las acciones de los clubes del torneo. Este punto se resolvió con simples tecnicismos, ya que, en los papeles, el PIF es un organismo autónomo del gobierno nacional. Sin embargo, el ente saudí es conducido por Mohammed bin Salman, príncipe de la corona saudí, por lo que no se cree que haya una garantía de que el Estado de Arabia Saudita intervenga en Newcastle.
Por otro lado, la verdadera traba que ponían desde la Premier League se resolvió en las últimas horas y tenía que ver con la televisión. En Arabia Saudita corría una prohibición de 4 años contra beIN Sports, la emisora de la liga inglesa en la región con sede en Qatar, debido a un conflicto político entre las dos naciones. En las últimas horas, la empresa llegó a u principio de acuerdo para normalizar sus tareas en el territorio saudí. De esta manera, el principal obstáculo en las negociaciones, vinculado directamente a los derechos de TV, se esfumó para avanzar en la venta del Newcastle.
¿DERECHOS HUMANOS? ESA TE LA DEBO
A pesar de que el año pasado se afirmó que la verdadera razón por la que las negociaciones no avanzaban eran las denuncias por delitos de lesa humanidad, quedó en claro que esa no era la cuestión. De hecho, el príncipe saudí que tomará posesión de Newcastle está implicado en el asesinato de un periodista en la embajada de Arabia Saudita en Estambul en 2018. Por esta razón, el año pasado, la esposa del periodista envió una carta a las autoridades de la Premier League para que revean la decisión de aceptar la venta del club.
Mientras tanto, desde Amnistía Internacional pusieron el grito en el cielo ante esta situación. “Hemos instado a la Premier League para cambiar la evaluación de sus propietarios y directores para abordar cuestiones de derechos humanos”, declaró el organismo que, aparentemente, no sería escuchado. “La frase ‘derechos humanos’ ni siquiera aparece en la evaluación de propietarios y directores a pesar de que el fútbol inglés supuestamente adhiere a los estándares de la FIFA”, disparó la sede de Amnistía Internacional de Reino Unido.
LOS HINCHAS BANCAN LA VENTA
Mientras desde distintos sectores políticos, económicos y sociales discuten acerca de la venta de Newcastle United, la mayoría de los fanáticos del club salieron a respaldar la venta de su equipo. De hecho, uno de los argumentos más utilizados en los últimos días fue el sueño de convertirse en “el nuevo Manchester City”. De esta forma, queda claro que en Europa los hinchas de los clubes están abiertos a la posibilidad de rifar su identidad, de cambiar de nombre, de escudo o de casa y de barrio con tal de conseguir un logro deportivo.
Además, frente a los antecedentes como los de Manchester City y PSG, “las hurracas” esperan que el gobierno de Arabia Saudita convierta al Newcastle en un “nuevo rico”. En este sentido, los futuros dueños de la institución prometieron refuerzos de la talla de Lautaro Martínez, Philippe Coutinho y Marc-Andre Ter Stegen. La billetera para los dirigentes y las promesas de grandeza para los fanáticos taparon los delitos del grupo inversor. Otra muestra de la vergozosa realidad sobre los manejos del fútbol en el viejo continente.
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