“Trasladarles una idea“. Fue una frase repetida por el flamante entrenador de Argentina en los días previos al amistoso con Brasil en Australia. Su debut, el inicio de su sueño cumplido. Jorge Sampaoli tenía claro que con su llegada impondría dIferentes conceptos futbolísticos a los del anterior DT, Edgardo Bauza. No solo desde la táctica, visiblemente distinguible, sino desde la recuperación inmediata ante la pérdida hasta la creación de ataques, a partir de posesión y salidas del fondo.
Desde la primera jugada del encuentro, se notó el cambio, a pesar del carácter prematuro que lleva este reciente proceso comenzado. Presión y adelantamiento de línea de la defensa, tras el saque del medio de Brasil. Clarísima declaración inicial de principios. En lo táctico varío: a veces 3-3-3-1, otras 3-4-2-1, incluso por momentos con línea de 4. El dibujo muta, cambia; la idea se intenta que no.
Con el correr de los minutos se empezó a observar que, bien o mal, con poco o mucho trabajo, Argentina intenta jugar a otra cosa. Diferente a lo que hacía antes con el Patón. Quedó claro con las repetidas salidas del fondo, intentando salir tocando sin rifarla hacia delante. Una de esas jugadas, que supo conducir Lucas Biglia y apoyarse en Sergio Romero, concluyó en pase final de Paulo Dybala a Ángel Di María, que reventó el poste con un violento remate. El único gol de la noche australiana, mañana argentina, llegaría de un córner jugado: pases cortos, centro desde atrás de Fideo, cabezazo y rebote que el polifuncional Gabriel Mercado empujó hacia la red.
A la hora de defender, el retroceso fue correcto en el primer tiempo, pero no en la segunda parte. A partir de las virtudes de los brasileños, en saber contraatacar a un toque y máxima velocidad al mejor estilo liga europea, la Selección tuvo más de un sobresalto y un palo afortunado. El circuito formado entre Gabriel Jesús y los extremos siempre fue peligroso, más aún cuando en la segunda parte se perdió el dominio de pelota que se tuvo en el primero.
¿Y Messi? El 10 fue uno de los dos mediapuntas (el otro fue Dybala), pero contó con mayor libertad para moverse, fiel a su estilo. Lejos de ser el eje y requerido salvador del equipo, como era habitual, Leo buscó aportar sin mucho éxito desde los últimos metros. Como a varios jugadores, le falta seguir trabajando y encajando en lo que el nuevo cuerpo técnico pretende.
Comentarios