En tiempos en los que se debate si jugar bien significa jugar con la pelota al piso, trasladar y llegar al arco; o jugar con segundas pelotas, defendiendo de forma compacta y esperando en mitad de cancha. En tiempos en los que se discute si lo que importa es ser mejor que el rival durante los 90 minutos, o meter más goles que el otro. En tiempos en los que se arrancan los pelos y defienden dos ideas de dos técnicos bien distintos que compartieron tiempo y espacio en España (en Barcelona y Madrid, más precisamente) y en el que se fanatizan cuando ven ganar a uno y perder al otro. Tiempos en los que viven a la sombra de los dos José –Guardiola y Mourinho-, y todos los demás no importan. La falta de prensa en los demás técnicos quizás haya hecho pasar por alto un hecho no menor que pasó en Europa: hace unos días, Carlo Ancelotti festejó sus 1000 partidos como entrenador. La fiesta fue total para el hombre que puso de moda “el árbol de Navidad”, tal como él define a su sistema de juego 4-3-2-1, con tres hombres en el medio, uno de contención, otro de ayuda en la marca y opción primer pase, y otro colaborador de juego ofensivo para los tres delanteros, de los cuales dos aparecen siempre por sorpresa detrás del 9 de área.
Ancelotti arrancó su carrera como entrenador en el Reggiana, un club históricamente del ascenso, al cual agarró en la Serie B para la temporada 1995/96, luego de que el equipo descendiera. Su debut en el banco fue más que satisfactorio, logrando conseguir a falta de dos fechas, el tercer ascenso a la máxima categoría del fútbol italiano. Carletto tuvo como maestro a Arrigo Sacchi, uno de los técnicos más reconocidos en Italia, cuando fue el ayudante de campo durante la estancia de Sacchi en la Selección Italiana. Durante el ciclo, logró un subcampeonato del Mundo en 1994, luego de haber sido su dirigido en el Milan, equipo con el que ganó un título local, dos Champions League, dos Intercontinentales y dos Supercopas de Europa.
Su paso por el Reggiana y el ascenso conseguido despertó el interés de un viejo amor, que quiso recuperarlo. El Parma, club en el que se inició como jugador, fue quien le quitó la cabeza a un Reggiana que al final de la temporada, no pudo mantener la categoría, siendo este su último pasó por la Primera División italiana. Ya en los Cruzados, casi logra dar el batacazo en la temporada 96/97 en lo que fue el único subcampeonato de este equipo que contaba con figuras como Hernán Crespo, Dino Baggio y Fabio Canavaro, entre otros. Fue la Juventus el equipo que lo contrató por las siguientes dos temporadas, aunque su paso no fue el deseado ya que no logró cosechar ni un solo título, quedando en la puerta del Scudetto en la temporada 1999/00, ganado por Lazio. Lo único que el italiano pudo rescatar de ese paso agridulce, fue haber sido nombrado por primera vez, técnico del año en la Serie A, en el primer año.
Sin embargo, el destino le tendría preparado el mayor de sus éxitos. Lejos de quedar abatido por esos dos años en los que no pudo cumplir sus objetivos, se mudó a Milan. Allí le esperaba una ciudad que lo esperaba con los brazos abiertos y que queria repetir las gestas que obtuvo con Carletto como entrenador. En su primer año entero al frente del Rossonero, cumplió en algo que ya venía siendo tendencia en su historia como entrenador y que se mantendría a la larga: su primera temporada completa en un banco, fue (casi) siempre exitosa. Fue primero en las dos fases de grupos de la Champions (se jugó en este formato de dos fases hasta esa temporada), eliminó al Ajax y al Inter antes de llegar a la final contra Juventus. Sí, su último equipo era el rival de turno en la final, y venía de conseguir el Scudetto con amplia ventaja sobre sus competidores. Ancelotti, igualmente, tenía en su haber, el título de campeón de la Copa de Italia. Así, llegaron a la final los dos clubes campeones de Italia, una final que fue una batalla táctica y con ocasiones de varios lados, que se definió en los penales. Fue Andriy Schevchenko quien selló el título que, además, le permitió a Clarence Seedorf convertirse en el primer jugador en conseguir una Champions con tres equipos distintos.
Años después, el Milan volvió a jugar una final de Champions League que quedó en la historia, luego de ganar el Scudetto en la temporada 2003/04. Aquella final de 2005 es recordada por todos. El Liverpool logró una gesta impensada tras remontar un 0-3 en el segundo tiempo, y que terminó ganando desde los 12 pasos. Parecía que se iba acabando la magia del técnico italiano, que sus días estaban contados, en esos dos año, pero Ancelotti resurgió. Llegó a una nueva final europea y pudo tomarse revancha del Liverpool, a quien venció esta vez por 2-1, en lo que fue el anteúltimo título al frente de los Rossoneros, previo al Mundial de Clubes del 2007, en la final ante el Boca de Miguel Ángel Russo.
En 2009, su destino lo puso por primera vez en Inglaterra. El Chelsea buscaba volver a ganar una Premier League desde 2006, y, como ya tenía acostumbrado el italiano, lo consiguió al primer intento. Aquel título se definió en la última fecha, en donde los Blues pudieron mantener la ventaja respecto al Manchester United y volvieron a gritar campeón, superando la barrera de los 100 goles. A pesar de esto y de haber conseguido aquella primera temporada la FA Cup y el reconocimiento de entrenador del año, el magnate ruso dueño del Chelsea, Roman Abramovich decidió despedirlo luego de pasar un año sin cosechar títulos. Su siguiente paso fue el PSG, en donde se dio la lógica inversa, ya que en el primer año se quedó a la puerta del título, que quedó en manos del Montpellier, pero pudo ganar la Ligue 1 en la segunda temporada de la mano de un Zlatan Ibrahimovic intratable, que aportó 30 de los 69 goles del equipo, que terminó con una ventaja de 12 puntos en la tabla, por sobre el Marsella.
Su paso por Francia no pasó desapercibido. En España había un club que venía siguiendo sus pasos hacía un tiempo. Un club al que se le negaba su más ansiada gesta desde hacía varios años, y que venía de caer en tres semifinales de Champions League seguidas. El Real Madrid ansiaba conseguir “La Décima”, el décimo título europeo en su historia. Y el apuntado para conseguirlo fue Carletto, que tenía que reemplazar a José Mourinho. Otra vez la historia diría que la primera temporada sería en la que brillara el Merengue, que si bien no consiguió el título en la Liga, pudo alzar la décima Champions de su historia, perdiendo solamente un partido, en la vuelta de los cuartos de final frente al Borussia Dortmund. En aquella final de copa se encontró con Atlético de Madrid, el rival del vecindario al que siempre le querés ganar y que disfrutas si lo dejás con un sabor amargo en la boca. Y más de la manera que se la ganó, con un gol de Sergio Ramos en el tiempo de descuento que emparejó las cosas y obligó a jugar una prórroga, en donde los jugadores del Real sacaron energías de donde no había, mientras el equipo del Cholo Simeone no encontraba respuestas y estaba ahogado. El 4 a 1 fue exagerado, pero quedará en la historia de un club que luego ganaría tranquilo el Mundial de Clubes ante San Lorenzo, y la Supercopa de Europa ante Sevilla. Carletto llegó a sumar una Copa del Rey antes de tomarse un año sabático, y reemplazar en el Bayern Múnich al técnico antagonista de Mourinho y del Real Madrid, símbolo completo de la filosofía del Barcelona, Pep Guardiola.
Ancelotti es sin dudas el hombre del milenio. Sus 18 títulos lo avalan. Sus 20 finales lo avalan. Sus 595 victorias como entrenador lo avalan. Incluso sus propios dirigidos lo marcan como uno de los mejores entrenadores, como dijo Arturo Vidal en aquella goleada ante el Hamburgo, en una entrevista con la cadena Fox Sports: “Ancelotti es el mejor del mundo, lo dicen los números”. Pavada de respuesta si se tiene en cuenta que fue dirigido por Guardiola.
El destino quiso que ahora con el Bayern Múnich se enfrente al último equipo que dirigió, el Real Madrid, por los cuartos de final de la Champions, en lo que es, a priori, el cruce más parejo de los cuatro partidos que definen a los semifinalistas (también está ahí nomás un interesante Juventus–Barcelona). Ancelotti se verá las caras con los jugadores a los que dirigía hace poco menos de dos años, ya que hoy por hoy, a excepción de algunas rotaciones que introduce de tanto en tanto Zidane, se mantienen los mismos 11 del árbol de navidad que tuvo que desarmar en mayo de 2015.
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