Decir que una de las bandas arrancó con la intro de Volver al Futuro y la otra con The Final Countdown de Rocky ya alcanzaría para que los muchachos te caigan bien. Si remato con que al final del show, uno de los cantantes invitó a los que se la bancaran a subir al escenario a cantar con él y que una horda de gente muy flexible trepó hasta las tablas del Teatro de Colegiales y no pudo creer su suerte hasta que cada uno bajó y se enfrentó a la envidia de los más cobardes, no hago más que mejorar la anécdota. Reel Big Fish y Goldfinger se presentaron en Buenos Aires y, la verdad… no hay objetividad que valga.
Everything sucks y Tendry, elegidas para el arranque, tras la intro de Back to the Future. anticiparon a todo lo que tenía que sonar: Somebody Hates Me, Ban the Tube Top, Join The Club, The Kids dont like it, un cover grandioso de Monkey Man de los siempre geniales Toots & The Maytals. She has a girlfriend Now , también figuró en la lista y pudo haber sonado mejor si los parlantes del Teatro no hubieran estado escatimando en volumen como lamentablemente aún se acostumbra a hacer antes de la banda principal. Y tras una hora y diez minutos de vivo en la que de a poco los RBF fueron recuperando la energía perdida en nueve días de puro show, cerraron con el lucimiento total, cortesía de los temas Beer, Sell Out y del clásico Take on Me de A-Ha.
Para cuando dejó de sonar The Final Countdown y Goldfinger arrancó con Spokesman, del disco “Open your Eyes”, de allá por el 2002, el pogo tomaba posesión de tres cuartas partes del Colegiales. Como cuando uno extrañó mucho a alguien y aprovecha esos primeros minutos para apretarlo todo, bueno, salvando las distancias… así. Y con el condimento extra de contar con el cantante de Reel Big Fish como guitarrista ¿de último momento?, vaya uno a saber, pero agradecida la muchachada.
Counting the Days, de 2001, parte de “Foot in Mouth”, igual que en 2008 fue el segundo track de la lista. Energía orgásmico-avasalladora la del cantante, John Feldmann, uno de los pocos platinados californianos que se banca tocar con su esposa e hijos arriba del escenario. El mismo que hizo que todo el público presente repitiera las palabras “pito chiquito”, en honor al baterista de la banda, Darrin Pfeiffer, el valiente que tomó birra de una zapatilla tirada desde la tribuna. Seamos sinceros igual: la eligió. La primera que le tiraron estaba para el suicidio, la expulsó lejos y recibió otra en condiciones más decentes.
Hubo tantas perlitas como temas: Superman, uno de los clásicos de Goldfinger, tuvo el lujo de contar con todos los vientos de Reel Big Fish en escena, una fantasía que en el 2008 había quedado pendiente, sumada al baterista de RBF vestido de Superchica bailoteando de lado a lado. Durante Open your Eyes, Feldman apareció de pronto en el primer piso del Teatro colgado da la baranda-balcón y terminó tirándose arriba de la gente.
Ni hablar del cierre, cuando apenas comenzó Mable y el cantante invitó a todo el público presente a cantar con él arriba del escenario. Increíblemente, no solo pudo seguir cantando, sino que la gente mantuvo la cortesía con los internacionales y solo fueron robadas las listas de temas que estaban pegadas en el suelo. San Simeon, I’m Down, Pick a Fight, todos temazos, uno tras otro, el pogo sin tregua.
Tras los ochenta minutos de RBF, la casi hora de show de Goldfinger se sintió corta, pero quizá la ansiedad era tanta que hizo que se pasara más rápido de lo que en realidad fue. Hay recitales que cuando te los cuentan te querés cortar las carnes. Éste es uno de ellos. Pido perdón por el daño ocasionado. Para la próxima (crucemos los dedos porque así sea), andá ahorrando desde ahora.
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