Soy mujer. Soy mujer en un mundo de hombres. Soy mujer en un mundo que me dice cómo tengo que ser mujer, qué cosas me hacen ser más mujer y cuáles no. Soy mujer en un mundo que aún celebra cuando una mujer triunfa, cuando una mujer es presidente o cuando una mujer lidera una banda. Diferencias abismales, ¿no?
Soy mujer en un país cuyo idioma más de una vez me invisibiliza, pero está bien, porque ya nacimos con estas reglas, y ¿a quién le importa? Es solo el lenguaje…
Soy mujer en un país que sigue creyendo que existen carreras para hombres y otras para mujeres. Soy mujer en un país que se sorprende cuando sus amigas triunfan en carreras como ingeniería y que festeja cuando los hombres hacen carreras como psicología “porque está lleno de minas, tenés para elegir”.
Soy mujer en un país que se niega a hablar de la violencia de género como cosa en sí, como algo que existe y no solo es violencia. Es violencia que se justifica en ser una “ella”. Es violencia que se justifica en “algo habrá hecho”, en cómo iba vestida, qué lugar frecuentaba, si tenía un novio o no tenía ninguno, si iba sola, si viajaba con otra mujer, si nunca se casa, si se separó, si hace una denuncia, si camina a cierta hora, si era una puta (porque puta es mala palabra y casualmente no hay palabra en masculino con la misma carga, pero, de nuevo, es solo lenguaje), y tanto pero tanto más. Soy mujer en un mundo en que la mujer es una resentida, una histérica, una débil, un objeto a puntear por su belleza o por su habilidad sexual, por su vestimenta, por cómo baila, por cómo camina.
Hace un año atrás, un profesor de la facultad en una clase en la que éramos alrededor de 20 mujeres y 5 hombres, desestimó por completo el tema de la violencia de género. Al insistirle para hablar de eso, nos preguntó: “¿Realmente me van a decir que tienen miedo en la calle? ¿Que alguna vez lo tuvieron? Levanten la mano las que alguna vez se sintieron amenazadas en la calle“. Luego de eso, 20 manos se levantaron. Al tipo los ojos se le pusieron como platos.
Sí, todas nosotras alguna vez nos sentimos amenazadas. Sí, a todas nos gritaron alguna vez algo. Sí, todas tuvimos miedo de caminar solas de noche. Sí, todas sentimos esa impotencia de cuando un tipo te pasa al lado y te dice cualquier cosa al oído. Sí, todas temimos al subirnos a un taxi. Sí, todas alguna vez caminamos casi sin respirar para que no noten nuestra presencia. Sí, todas tuvimos miedo de que nos lleven, de salir de nuestras casas y nunca volver. Sí, todas tuvimos miedo por ser mujer y sólo eso.
Soy mujer en un mundo en el que da miedo ser mujer y ustedes no lo entienden. O son muy pocos los que lo hacen. Soy mujer en un mundo en el que la mitad del planeta siente que puede hacer lo que quiere conmigo y que tiene derecho a decidir por mí. Soy mujer en un mundo que escribió sus reglas hace mucho y yo nací para aceptarlas, sin peros, sin cuestionamientos. Soy mujer en un mundo en el que la televisión me trata de estúpida. Soy mujer en un mundo en el que la publicidad cree que mi única preocupación en la vida es ser linda… mentira, también piensan que nací para limpiar mi casa. Soy mujer en un mundo en que si la mujer denuncia una agresión, psicológica, física o verbal, es cuestionada ella y casi nunca él. Y es juzgada ella, y casi nunca él.
Pero por suerte, soy mujer en un mundo que está cambiando. Soy mujer en un mundo que cuestiona todo. Soy mujer en un mundo que se está revolucionando y que de a poco entiende que si tocan a una, tocan a todas. De a poco, entiende, que si juzgan a una, juzgan a todas.
Por suerte soy mujer en un país que se atreve a decir “ni una menos”.
Ojalá mañana también se acuerde.
Las fotos son gentileza de María José Aguirrebengoa (MJA Fotografía)
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