En esta última parte, los que quedan son tres casos curiosos. El primero que iremos a abordar es el de Pappo. Ubicado en Remedios de Escalada al 2300, en barrio porteño de La Paternal, el mural está pero no está. Con esto quiero decir que aquella pintura que se había construido hacía algún tiempo quedó parcialmente tapada, en el sentido de que aquella parte que efectivamente se tapó, quedó totalmente invisible al público. En cambio, aquella que no se modificó quedó intacta.
Los autores de este crimen fueron los dueños del negocio Yong Hui, que no dudaron en tapar el homenaje no oficial al Carpo en pos de su comercio. Lo poco que quedó ilustrado es el triángulo referente a Pappo’s Blues Vol. 5 – Triángulo y un mástil de guitarra que se transforma en los rieles de El Tren de las 16, matador clásico de nuestro rocker. Afortunadamente para la comunidad, hay una hermosa suerte de estatua en la plaza Sáenz Peña (Juan B. Justo y Boyacá) donde los devotos de Norberto Napolitano han dejado más de un recuerdo: púas, libros, frases, y hasta una bujía (recordemos la pasión de Pappo por los autos). Con lo que aquel que fuera una obra no oficial quedó sepultada bajo el negocio, una nueva se abrió, y bastante respetada se encuentra
.
Otro caso cuya intervención es extraña es el de Sandro. Si bien sí formó parte de los murales oficialmente inaugurados en años anteriores; y si bien también se encuentra intervenido nuevamente, dichos escritos son de… fanáticas. No hay que acercarse más que unos metros para darse cuenta de todo el amor irrefrenable que le han hecho sus fans a la pintura del Gitano. “Te amo”, “Fuiste, sos y serás un ídolo”, “Gracias por llenarme con tus canciones”, son algunas de las frases que rezan los grafittis caseros hechos por más de una seguidora. Es aquí que surge la pregunta ‘¿Son válidos estas escrituras?’. Si bien siguen “enchastrando” la pared, la vista general claramente es notoria y perceptible. No interfiere seriamente con la obra que se intentó ilustrar.
Un último caso, tal vez de los más interesantes, es el de la puerta de Luca Prodan. Alsina al 400 es testigo de la casa y lecho de muerte de una de las principales figuras que parió nuestro Rock. Pero es en la puerta de su casa donde descansa el fanatismo de aquellos seguidores de la vida de Prodan, pero más que nada de Sumo. Por eso, al igual que con el caso de Sandro, las escrituras a base de liquid-paper, más que ensuciarla, realzan su aura. Es cierto que a la izquierda hay una placa conmemoratoria, pero es una miniatura al lado de los murales que hemos mostrado. Por eso surge otra pregunta interesante: ‘¿Serán necesarios los homenajes oficiales? ¿No será más fácil que la gente de todos los días homenajeen a sus ídolos como más les guste?’ Al fin y al cabo, a aquel que no sabe o conoce determinado lugar que tiene que ver con la vida de un rockero, no se molestará en ir a alterarlo. Caso diametralmente opuesto para un fan que todo hubiera dado por ver a su ídolo, pero que sólo puede acercarse a un lugar simbólico. En ese caso, las paredes hablaran por ellos, serán una nueva vía de comunicación entre quienes paladeamos el Rock todos los días y nuestros sagrados artistas que tanto nos dieron, dan y darán.
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