El Estádio Jornalista Mário Filho, más conocido como Maracaná, es el estadio más grande de Brasil y fue el más grande del mundo por mucho tiempo. Construido en Río de Janeiro para la Copa del Mundo de 1950, donde supo albergar hasta 200 mil espectadores, actualmente se está reformando para el Mundial 2014, donde su capacidad bajará a 82 mil personas sentadas.
El Maracaná fue como pocos testigo de hazañas, noches de gloria, reformas y hasta tragedias. Se construyó con el único objetivo de que Brasil diese la vuelta en él, cuando en 1950 organizó por primera vez una copa del mundo. Pero a los verdeamarelhos, grandes candidatos, les arruinaron la fiesta: en la final, cuando llegaban con contundentes resultados, se toparon con un irregular Uruguay que contra todos los pronósticos dio vuelta el match 2-1 dando lugar al Maracanazo. Aquella tarde, un hito en la historia futbolística, asistieron más de 200 mil personas, récord en los mundiales. A partir de ese encuentro, el primer anillo inferior es de color celeste, como homenaje a los primeros campeones que vieron sus gradas.
Luego de la inesperada y dolorosa derrota con Uruguay, comenzó a nacer un mito entre los brasileros de que en el Maracaná había un maleficio, que estaba engualichado. Como toda superstición, se rompió cuando en 1989, y ante el mismo rival que en 1950, Romário le dio a Brasil una nueva Copa América. Pero no sólo los cracks de ese entonces como el mencionado Romário o Ronaldo, Rivaldo, Roberto Carlos o Bebeto brillaron ahí, también fue el césped en el que un tal Pelé marcó su gol número mil. Además, también supieron deleitar a la tribuna jugadores como Maradona, Zico, Garrincha, Eusébio, Schiaffino y Jair. Y si de competiciones se habla, la lista es larga: Copa del Mundo 1950, Copa América 1989, Mundial de Clubes 2000, Juegos Panamericanos 2007, Final Copa Libertadores 2008, y Final Copa Sudamericana 2009.
Maracaná era un pájaro que habitaba el área en donde hoy se ubica el estadio y barrio que llevan su nombre. Su denominación original fue “Estadio Municipal”, pero en 1964 se le dio su nombre actual, “Estádio Mário Filho”, en honor al periodista fundador del “Journal dos Sports”. El estadio se visita diariamente, en un paseo que comienza en la “calçada da fama”, donde están grabados los pies de los mejores jugadores que pasaron por allí. Dentro de el, se encuentran paneles y murales explicativos de su construcción como de la historia del fútbol mundial y brasilero. También se sube al sexto piso para tener una visión panorámica, y hasta se baja a los vestuarios y al campo de juego.
Allí, en el norte de Río de Janeiro, un lugar de fácil acceso, son locales los dos grandes de la ciudad: Flamengo y Fluminense. Fue en un clásico entre ambos, donde se produjo la mayor asistencia en un partido de clubes: 194.000 espectadores en 1963. Sin embargo, el récord absoluto del estadio lo tienen, superando la final del ´50, un partido de eliminatorias entre Brasil y Paraguay, donde acudieron 210 mil futboleros. No conforme con ello, Tina Turner, una artista ajena al fútbol, se las ingenió para meter 280.000 almas y entrar en el Récord Guinnes. Además de Tina, el “Mário Filho” hospedó a Madonna, Queen, KISS, Megadeth, Aerosmith, Guns N´Roses, Sinatra, Beyoncé, Paul McCartney y RBD.
Con capacidad inicial para 200 mil espectadores, este templo cultural sin espacio entre sus tribunas sufrió más de una reforma. La primera, a raíz de un derrumbe en un Flamengo-Botafogo donde murieron tres hinchas, allí se redujo su aforo a 130.000. Luego, en 1999, en ocasión de albergar su primer Mundial de Clubes para enero del 2000 (ganado por el Corinthians), pasaron a caber 103 mil espectadores. Ahora, de cara a la Copa del Mundo 2014, la Copa América 2015 y los JJ. OO. 2016, la inclinación de las tribunas en relación al campo será más acentuada, más cerca del terreno de juego, serán anatómicas y retráctiles, lo que generará más espacio para los hinchas, y que su capacidad se reduzca a 82 mil civiles, menos de la mitad que en su origen.
Así, entre otras reformas tecnológicas y arquitectónicas que demandarán 300 millones de dólares, el Maracaná se pone a punto para seguir haciendo historia y sorprendiendo a propios y extraños. Eso sí, nada será suficiente si Brasil no logra adjudicarse en 2014 su primer mundial como local, donde la final será en el mismo estadio que alguna vez le frustró su sueño.
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