Hace alrededor de un año, el mundo del boxeo se preparaba para presenciar un evento que había sido esperado con ansias por casi una década. El megacombate entre el invicto Floyd Mayweather Jr., y el filipino Manny Pacquiao había generado una expectativa que largamente había excedido el interés de los puros fans del pugilismo, para pasar a llamar la atención del mundo deportivo en general alrededor del planeta. Por unos breves meses, el boxeo volvió a tener una relevancia similar a la que supo tener en sus mejores épocas, años en los que una pelea por el Campeonato Mundial Pesado podía parar al mundo
No era para menos. En una época en general escasa en figuras (al menos comparada con décadas anteriores), se enfrentaban los dos mayores talentos de una generación, los que habían logrado trascender la relativamente baja importancia del boxeo llegando a la cima de la gloria deportiva y al mismo tiempo convirtiéndose en estrellas con millones de seguidores, capaces de generar altos números de audiencia y PPV (Pay Per View) en cada una de sus peleas. Después de años de dilaciones y excusas de uno y otro lado para no enfrentarse, finalmente se encontraban frente a frente en un cuadrilátero.
La decepción suscitada por lo poco que la pelea finalmente ofreció en términos de acción, y las discusiones posteriores (particularmente en lo relativo a cómo se habría desenvuelto todo si el encuentro hubiese sido 5 años antes, cuando ambos boxeadores estaban más frescos y en su mejor nivel), opacaron la verdadera trascendencia del evento. Haya cumplido las expectativas o no, lo cierto es que la pelea marcó la coronación y el fin de una época. La pelea entre Mayweather y Pacquiao representó una suerte de última gran presentación para ambos, y la antesala del fin de la era que ambos supieron dominar. Cuatro meses después de derrotar al filipino, Mayweather se retiró con una dominante presentación ante un rival de poca monta, Andre Berto. Y ahora le llegó el turno al Pacman: el sábado 9 en el MGM Grand de Las Vegas, el multicampeón filipino enfrentará al norteamericano Timothy Bradley en lo que será su última pelea.
Un campeón que hizo historia
Una de los aspectos que llevó a Manny Pacquiao a rivalizar tan nítidamente con Mayweather fue la fácil contraposición que podía establecerse entre los dos. El norteamericano era multimillonario, arrogante, un genio defensivo y un boxeador sumamente técnico que frecuentemente prefería asegurarse un triunfo cómodo antes que ofrecer un espectáculo atractivo. Pacquiao siempre fue lo opuesto. Tanto en sus orígenes, el boxeador humilde surgido de la pobreza de una familia perdida en un remoto país del 3er mundo, como en su estilo: Un verdadero peleador, con una enorme capacidad ofensiva y un voraz instinto de destrucción que lo llevaba no solo a vencer a sus oponentes, si no a aniquilarlos con una demostración de furia y contundencia. Mayweather y su técnica quizás fueron lo más dominante de su época, pero no queda duda de que Pacquiao fue verdaderamente el peleador más excitante de las últimas décadas. Y deja detrás de sí un legado que es valioso rememorar
Aunque la derrota en el combate más importante de su carrera sin duda funcionará como una mancha, lo logrado por el filipino a lo largo de casi 20 años de carrera sin duda le garantiza un lugar en el panteón de las glorias, particularmente, el muy amplio rango de sus victorias. El filipino ganó al menos un título de campeonato mundial en 8 categorías diferentes de peso, récord máximo en la historia de cualquier boxeador. En la mitad de esas categorías obtuvo el título de campeón lineal, un reconocimiento no oficial pero consensuadamente aceptado por la comunidad boxística para establecer quién es el verdadero campeón de una categoría (especialmente en una era dónde puede haber hasta 4 campeones en el mismo peso). Los 4 campeonatos lineales de Pacquiao lo ubican, junto a Mayweather, también como el boxeador más exitoso en ese rubro. Pero a diferencia de Floyd, su recorrido boxístico fue más largo, y por ende, más notable.
Manny Pacquiao tuvo su debut en su Filipinas natal en 1995, con apenas 16 años. Previo a esa había tenido dos años de desarrollo como boxeador amateur, etapa que le permitió salir de su vida en las calles de Manila (había escapado joven de su hogar después de una pelea con su padre) y llegar al equipo nacional amateur de Filipinas. Aunque no llegó a grandes logros, como lo es participar de un juego olímpico, la experiencia lo preparó para el rigor de la práctica profesional. Inició su carrera en la segunda categoría más baja, la de los Mini Moscas (108 libras, poco menos de 48 kilos), en la cual solo compitió a nivel local. Los primeros dos años lo vieron crecer de a poco, y aunque sufrió una derrota en sus primeras peleas, sus triunfos fueron suficientemente notables y contundentes como para ir ganando notoriedad. Su primer gran triunfo llegó en diciembre de 1998, cuando viajó a Tailandia para enfrentar al Campeón de los Moscas, Chatchai Sakasul. Pacquiao lo noqueó en el 8avo round, para obtener así su primer título mundial.
Su reinado como campeón mosca fue breve. Tras apenas dos defensas, en septiembre del 99 perdió la corona frente a otro tailandes, Mengoen Singurat. Fue su última pelea en una clase que ya le quedaba chica. Para su siguiente pelea pegó un salto y pasó a la categoría de los Super Gallos (122 libras, poco más de 55 kilos). Sus triunfos en esa categoría le dieron notoriedad, y se ganó el derecho a enfrentar al sudafricano Lehlo Ledwaba por su título mundial de la Federación Internacional de Boxeo (FIB). Aquella pelea, en la que venció con un knock-out en la 6ta vuelta, se dio en el MGM Grand de Las Vegas, el mismo escenario que lo verá retirarse en pocas semanas.
Aquel triunfo en 2001 fue el primero de la larga racha de conquistas que lo llevaría a ser campeón de todas las categorías entre Super Gallos y Super Welters (154 libras, 70 kilos), pero el verdadero triunfo que lo puso en el primer plano de la escena internacional se dio en su enfrentamiento con el Campeón Mundial Pluma, Marco Antonio Barrera. En 2003, año de la pelea, el mexicano estaba considerado como uno de los 3 mejores boxeadores de todo el planeta. Al noquearlo en 11 rounds, Pacquiao ganó inmediatamente reconocimiento internacional, pasando indiscutiblemente a ser considerado en el top 10 libra por libra (el ranking que consagra a los mejores boxeadores del mundo sin distinguir categorías). Conservó ese lugar desde entonces hasta hoy, que se aproxima su retiro.
Su nuevo status de boxeador de clase mundial ameritaba enfrentar a los mejores rivales disponibles, y así lo hizo en aquellos años. Si bien para la historia su nemesis principal será Mayweather, sus verdaderas rivalidades dentro del cuadrilátero se establecieron en esos años y fueron con rivales de elite como los mexicanos Erik el Terrible Morales, y Juan Manuel Dinámita Márquez, a los que enfrentó 3 y 4 veces respectivamente, en series que son consideradas rivalidades clásicas del boxeo contemporáneo. A Márquez lo enfrentó por primera vez en 2004, pelea que terminó en empate aunque tuvo a su rival en la lona tres veces en el primer round, para luego vencerlo en su revancha en 2008. A Morales lo enfrentó en 2005, perdiendo en el primer combate por decisión unánime, pero vengando esa derrota con dos notables triunfos por KO en 2006. Por esos años también volvió a vencer a Barrera en una revancha ocurrida en 2007.
Toda esta serie de triunfos y títulos llevaron a que a finales de 2006, el filipino ocupara el N°2 del ranking mundial, solo por detrás de Mayweather. Esa situación de ocupar juntos el N°1 y 2 del mundo se prolongaría por los siguientes diez años. Sin embargo por aquel entonces el norteamericano peleaba en la categoría Welter (147 libras, 67 kilos), mientras que el Pacman estaba bastante más abajo compitiendo en Super Pluma, por lo cual la posibilidad de un combate entre ambos no empezó a barajarse inmediatamente. Para eso faltarían unos años más, durante los cuales Pacquiao continuó con su serie de triunfos notables: Ante Juan Diaz para obtener un título en Ligeros; su completa destrucción de Oscar de la Hoya en 2008 para consagrarse definitivamente como una estrella y como el boxeador más popular del mundo; un brutal KO en 2 rounds ante el inglés Ricky Hatton para ser Campeón Mundial Super Ligero; y finalmente, su probable mejor performance ante el puertoriqueño Miguel Cotto, a quién le dio una verdadera paliza para desembarcar con un título en la categoría Welter.
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En ese momento, sí, Pacquiao parecía invencible. Solo un rival, Mayweather, parecía ser rival acorde a la calidad del filipino. Solo la brillante capacidad técnica y defensiva de Floyd parecía ser capaz de resolver la inigualable capacidad ofensiva de Manny, quién con la increíble velocidad de sus manos y asombrosa capacidad de combinar golpes, había hecho sucumbir a todos sus oponentes anteriores. En 2009, el mundo suplicaba por verlos enfrentarse. En 2010, con ambos en su mejor nivel, estuvieron a punto de concretarlo, especialmente después de otra notable actuación de Pacquiao ante Antonio Margarito para quedarse con un título en su 8ava categoría. Sin embargo, cuando más cerca estaba de cerrarse el acuerdo, la pelea se cayó. Se cruzaron excusas y versiones, y nunca quedó del todo claro el porqué. Del lado de Pacquiao aseguraron que Mayweather tenía miedo porque sabía que ante el filipino perdería su invicto. Del lado del norteamericano aseguraron que el Pacman se negó a aceptar ciertos requerimientos de anti doping previo a la pelea.
Lo cierto es que el enfrentamiento no se dió, la rivalidad creció, pero ambos siguieron por senderos separados, mientras el fantasma de la pelea no realizada los acechó a ambos por los siguientes años. Cuando la pelea se dió el año pasado, los mejores años de ambos, pero especialmente de Pacquiao, ya habían pasado. En el medio sucedió 2012, el año que marcó el fin de la era dorada del filipino. Primero, en mayo, perdió su título frente a Timothy Bradley en una decisión divida que generó polémica alrededor de todo el mundo, hasta el punto de ser considerada uno de los fallos más discutidos de la historia del boxeo. Convencido de que realmente había ganado la pelea, Pacquiao no estuvo interesado en la revancha inmediata con Bradley, y en su lugar prefirió una más lucrativa 4ta pelea frente a Márquez (habiéndolo vencido en los dos combates anteriores, tras el empate en el primero). Sin embargo, su archi rival mexicano finalmente obtuvo la posibilidad de vengarse de las frustraciones anteriores, con un espectacular KO en el 6to round. La imagen de Pacquiao derrumbado inconsciente en la lona recorrió el mundo. Nunca se recuperó plenamente de esa derrota.
En los siguientes años, siguió boxeando y obtuvo algunos buenos triunfos, particularmente en la revancha con Bradley que finalmente se dió en abril de 2014. Sin embargo para entonces Pacquiao ya no era la fuerza que supo ser, y había empezado a dedicar mucho de su tiempo a otras actividades. Esto tiene que ver con que en su Filipinas natal, Pacquiao se convirtió en mucho más que en la máxima figura deportiva en la historia de su país. El multiple campeón alcanzó un status de popularidad máxima que lo llevó a un estado de cuasi divinidad, en un país que lo adora aun más que en lo que en estas tierras se adora a Maradona. El amor de las masas le abrió las puertas para hacer prácticamente cualquier cosa: Desde ser jugador de básquet profesional en la liga filipina, a cantar y grabar un disco de platino, a ser juez en concurso de Miss Universo, o incluso llegar a ser congresista en su provincia natal.
En todo ese tiempo de 2012 para acá, lo único que pareció buscar en el mundo del boxeo fue su ansiada pelea con Mayweather, que además de saldar una disputa de muchos años, le habría garantizado multimillonarios ingresos que aportarían a solucionar problemas con el fisco que también se destaparon por aquellos años. Cuando esta finalmente se dió el año pasado, fue la última chance de Pacquiao de brillar en la primera plana que lo consagró durante tantos años. Sin duda su performance, aunque tuvo algunos buenos momentos, fue lo más decepcionante de toda la pelea, y esa desilusión seguramente acompañe para siempre su legado cada vez que en el futuro se recapitule lo logrado en su carrera. El filipino se excusó afirmando que durante la pelea se desgarró el hombro derecho, e inmediatamente le reclamó a Mayweather que le diera una revancha. La negativa del norteamericano, que se retiró poco después, liquidó lo último de interés que tenía Pacquiao por el boxeo.
Volcadas sus ambiciones hacia la política, Pacquiao buscará en Mayo ser elegido senador nacional por Filipinas. Ante la probable perspectiva de ser elegido, el filipino anunció que su 3er combate frente a Bradley en este mes, marcará su despedida, sea cual sea el resultado. La pelea en sí misma genera poca expectativa, tomados los antecedentes recientes en los que Pacquiao ya venció a Bradley dos veces ante los ojos del gran público. Más notoriedad ganaron sus polémicas declaraciones recientes, en las cuales afirmó que los gays eran peores que los animales. Dichas declaraciones generaron una enorme repercusión en contra, por ejemplo Nike decidió romper su contrato con el boxeador, y sin duda su popularidad general bajó. Una razón más para asumir que ya es tiempo del final de su carrera.
Lo que viene
Por más deslucido que sea este tramo final de su carrera, los méritos deportivos de Manny Pacquiao son indiscutibles, y su retiro (junto al de Mayweather el año pasado), marcan el fin de una era. Una era complicada para el boxeo, en la cual ha perdido mucho de su peso histórico y su relevancia general. Las razones para ese declive son muchos: el surgimiento y auge de nuevos deportes de combate como la MMA; la perdida de relevancia de los Estados Unidos (máxima potencia histórica) en favor de figuras de nuevas regiones, como Europa del Este; desmanejos organizaciones con proliferación de organismos mundiales con múltiples campeones y guerra de promotoras, etc. En ese contexto hostil, Pacquiao se las arregló para trascender y ubicarse por sus logros en el panteón junto a los grandes, y su estilo bravo y de gladiador probablemente fue lo más cercano que tuvimos en los últimos años a la ferocidad de los campeones de antaño. Sin estrellas como él para llevar el deporte en sus espaldas, tendrá que surgir una nueva generación de talentos que sea capaz de generar la misma adrenalina e interés que le permitieron a Pacquiao pasar de ser el niño pobre de una nación devastada, a una gloria deportiva de calibre mundial. Talento no falta: Nombres como el nicaragüense Roman Chocolatito Gonzales, el ruso Sergey Kovalev, el kazajo Gennady Golovkin, el mexicano Saul Canelo Alvarez, los estadounidenses Andre Ward y Terrence Crawford, el británico Tyson Fury, etc., tienen plena capacidad y calidad para liderar una nueva generación de campeones que lleve al boxeo al lugar de relevancia que le pertenece históricamente. Dependerá de ellos mismos, y de las instituciones (organismos sancionadores, promotoras, cadenas de TV, etc.) del mundo boxístico, tomarse en serio la tarea y llevarla a buen puerto. Mientras tanto, siempre podemos disfrutar lo clásico logrado por las glorias del pasado. Entre las cuales, a partir de ahora, podemos contar a Manny Pacquiao.
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