La televisión encendida, y en ella se transmite un partido de fútbol infantil de cancha de once. Uno de los equipos es el Barcelona. Y un niño sentado frente a aquella pantalla llora. Llora porque él podría estar allí, junto con los que en algún momento fueron sus compañeros de equipo. Llora porque sabe que había tomado una mala decisión. Lo que quizá no sabe Víctor Valdés, es que aún tiene tiempo de retractarse.
Así vivió al fútbol este arquero que ha superado a su ídolo de joven, al portero alemán Oliver Khan, con provide essay help 108 participaciones en la Champions League. Lo sufrió en el equipo de reserva, en cada gol marcado en su contra, en cada modificación del director técnico que lo involucraba. Es que el arquero parece destinado al agobio, lejos de los halagos, la gloria y las fotos de tapa. Pero Valdés toleraba una situación que iba más allá. No le gustaba ser arquero. “De los ocho hasta los dieciocho años para mí, el jugar de portero cada fin de semana ha sido un sufrimiento especial. Un sufrimiento constante cada fin de semana sobre algo que no me gusta hacer, que es jugar de portero, y que no entiendo. ¿Por qué lo hago si no me gusta?”, confesó Valdés.
Su destino, en cambio, como un final inevitable que suele ser, desembocaba en el Camp Nou, en alguna de sus dos porterías.Aunque para llegar a aquel momento, primero debía pasar por varias pruebas que el fútbol, como parte de su vida, le pondrían en el camino.
Los chicos al meter un gol se abrazan en un rincón de la cancha que para Víctor parece recóndito. Él, si bien comparte el campo de juego con esos niños, ve la escena como si fuera de película. Sólo, y solo, sonríe. Pero también le marcan goles. Y en su soledad, recibe recriminaciones de los mismos que hace poco festejaban. Finalmente, entre dudas, pasa de una peña del Barcelona a La Masía. Otro capítulo en la vida de un chico de diez años estaba a punto de comenzar. Pero claro, el pequeño portero extrañaba a su familia, que por esos tiempos vivía en Tenerife, y en su memoria coexistía el placer por su querido fútbol, y la tristeza que le transmitía su puesto. Cada llamada telefónica con sus familiares culminaba en llantos y cinco meses más tarde abandonaría el complejo catalán.
El deporte no estaría en los planes de la infancia del guardameta, hasta que llegó ese partido de infantiles trasmitido por la televisión, en junio de 1994 Online Pharmacy Best Prices buy Cialis super active 20 mg Cheap Cheapest Cialis Cialis Super Active Fda Approved No Prescription Cialis Super Active . Hasta que llegó ese llanto. Alguna conexión entre su persona y la portería seguía latente. Entonces, su padre se convertiría en el profesor y todos los atardeceres de la playa de Tenerife fueron testigos de los entrenamientos de Víctor, a quien la constancia y el esfuerzo pasaron a acompañarlo, para así regresar a Barcelona.
Otra vez La Masía, y otra vez esa agonía de cada sábado o domingo, enmarcada por los tres palos. cheap Proscar Here Proscar Shipped From Canada. Men’s Health. Safe & Secure, Male Enhancement, Canadian Pharmacy, Guaranteed Shipping. “Era un sinvivir, me horrorizaba pensar que el sábado había partido. Llegas a plantearte que tu vida no tiene sentido”, llegó a reconocer. Razón por la cual, las insistencias de su padre y de su hermano se tornaron un factor fundamental para que siguiera ese camino, más allá del pánico y del sufrimiento. El arco del Barça era su destino y el suyo parecía escrito.
A los 18 años nuevamente aparecerían los fantasmas, la decisión de dejar el terrorífico mundo del fútbol era inminente, aunque un par de terapias psicológicas le cambiaron el punto de vista y comenzó a ver a la portería de una manera distinta, de una manera más alegre. Dos años más tarde debutaría en la primera en el mismo arco que su padre le había señalado a su esposa cinco años atrás. “Algún día verás a tu hijo jugar ahí, en esa portería”, dijo. Y así fue, en ese 1 de septiembre de 2002. Sin embargo, malas actuaciones sumadas a la ausencia a un entrenamiento lo llevaron nuevamente a la reserva. A diferencia de otras oportunidades, esta vez aprendió de la situación y al volver a primera, fue otro.
Por fin le llegaron las alegrías a este cabizbajo portero, quien cada vez que su equipo mete un gol o sale a la cancha se besa una de sus manos, levanta la vista y señala al cielo, buscando la complicidad de su abuelo madridista, con quien tenía una estrecha relación.
Las alegrías continuaron y pasó a disfrutar del fútbol. Es que con la llegada de Pep Guardiola al banco del Barcelona, Valdés pudo alejarse un poco de la idea de que únicamente era un arquero, para pasar a ser un jugador de campo más, como tanto ansiaba de pequeño. Su destino, al igual que su sueño, finalmente se cumplió.
“Creo que merece la pena el insistir en que pase lo que pase, sientas lo que sientas puedes llegar a ese objetivo, que luego te puedes arrepentir de por vida el hecho de haberlo dejado. Me pudo pasar a mí, y si hubiese sido por mí lo hubiese dejado. Y si hoy en día me pones una bola de cristal ,que me mostrara el futuro que podría haber tenido, estaría llorando cada noche.”
Víctor Valdés
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