Palabras mayores dentro de la música, Bernardo Baraj ya lleva más de 45 años de carrera, cuya cual sigue en crecimiento. Saxofonista y flautista, atravesó distintos géneros con distintas bandas como Alma y Vida, Color Humano, el dúo Baraj-Barruecos, el trío Vitale-Baraj-González y un presente que lo tiene ocupado en variadas ofertas. Y si bien se lo conoce como músico de jazz, no descarta sumergirse en otras aguas musicales para expandir su obra.
Nolvadex online I’ve begun a series of posts that I hope will illustrate the gap, buy cheap Cafergot Combivent online cod, Combivent cost, multi-causal etiology and pathology. Rock N’ Ball: – ¿En qué estás trabajando en estos momentos?
Bernardo Baraj: – Yo estoy tocando con una banda de los 70 que se llama “Alma y Vida”, y estamos todos los originales menos el baterista y tocamos periódicamente. También toco con el guitarrista de Alma y Vida [Juan Barrueco], que somos amigos desde los 15 años, y tenemos un dúo con el que tocamos, no con mucha continuidad, pero tocamos. Y estoy con un proyecto personal que es una cosa muy rara, y es que hace un tiempo atrás estoy componiendo canciones (la letra y la música) y estoy grabando un disco –donde ya terminé grabé las bases, me faltan grabar las voces-, donde dirijo, toco el piano y canto.
RNB: – ¿Es una nueva faceta tuya?
B.B.: – Absolutamente.
RNB: – ¿La desarrollaste ahora, la tenías pensada o era una deuda pendiente?
B.B.: – No, la vengo desarrollando desde hace un tiempo atrás que empecé a cantar.
RNB: – ¿Tomás clases de canto?
B.B.: – Sí, tomo clases de canto. En realidad eran canciones con un corte tanguero, en general. Estaba con una idea de componer y por ahí dárselas a otra gente para que las haga, fui haciendo ese acopio de material y en determinado momento dije: “No, las voy a grabar yo”.
RNB: – ¿Qué rescatás de la experiencia de haber pasado al tango, teniendo en cuenta que se te conoce como músico de jazz?
B.B.: – Para mí no es nuevo, en realidad. Hay como una asociación muy directa del género con el instrumento. El instrumento que yo toco es el saxo, y eso te remite directamente al jazz. Pero si se repasa mi historia es como muy diversa en cuanto a la estilística, es de lo más heterogénea.
RNB: – ¿Es nuevo para vos meterte en distintos géneros musicales?
B.B.: – No, el tango fue siempre una cosa que me gustó muchísimo. Yo soy de una generación en la que en mi infancia lo que sonaba en la calle era tango y folclore –la televisión recién estaba empezando a aparecer y los pocos programas que habían eran de folclore y los de tango, o sea que lo que sonaba era tango, básicamente. Era el sonido de la calle, el sonido de la ciudad. A mí todo eso me quedó muy adentro, y si bien después elegí el saxo para expresarme como un instrumento que tiene que ver con el jazz –porque amo el jazz y fue la música que me cautivó durante mi adolescencia-, el tango siempre estuvo adentro mío. Y ahora esta nueva etapa que tiene que ver con el material que ya compuse, relacionado con el tango, me parece una posibilidad muy expresiva, que no me quita nada, sino que me agrega.
RNB: – ¿Estuviste mucho tiempo para grabar y componer?
B.B.: – Hace como tres años que estoy componiendo cosas, despacito se me van ocurriendo. Tuve una época un poco más prolífica, después el material lo seleccioné, tampoco grabé todo lo que tenía compuesto. Sí seguí una línea como en Alma y Vida de componer con letras, yo soy letrista también. Espero poder sacarlo antes de fin de año el disco, si bien estoy un poco demorado, y si no será para comienzos del año próximo.
El músico se presta como una persona simple. En una casa acogedora, mate de por medio, habla entretenido de a ratos, pausado en otros. Juega con una goma de borrar de aquí para allá, mientras nos observa una caricatura de él que le hizo un amigo, donde tiene puesta una camiseta de River Plate. Sin embargo, la entrevista toca otras costas menos blandas.
RNB: – ¿Por qué no se pueden encontrar hoy discos de Alma y Vida en las bateas?
B.B.: – No lo sé. Las ediciones iniciales obviamente ya no están más, están agotadas, descatalogadas. No tengo una respuesta, es complicado. Los discos de los ’70 los grabamos para la RCA y tienen los derechos de por vida de ese material. [Piensa] La otra alternativa era de hacer un disco nuevo, que se va dilatando. Tampoco sé si a alguna compañía le va a interesar difundir ese material. Es un grupo que está medio como ‘descatalogado’, aunque la banda suene como la puta madre.
En nuestro caso, nosotros toda la vida nos dedicamos a la música, tocando y progresando y eso a la hora de tocar se pone de manifiesto. Yo me pongo a tocar ahora y siento que toco 20 veces más que lo que tocaba hace 40 años y es lógico que así sea.
A pesar de esta triste situación, Baraj no se deja desanimar. Clásico, movido, inquieto, busca nuevos horizontes en las generaciones presentes.
RNB: – ¿Seguís conectado con el jazz hoy?
B.B.: – Sí.
RNB: – ¿Tenés una idea de la escena jazzística hoy en día? ¿Tenés contactos con músicos de jazz ahora?
B.B.: – No tengo muchos contactos directos, en el sentido de estar vinculado. Pero escucho cosas y, sí, sé que hay muchos jóvenes músicos que tocan muy bien.
RNB: – ¿Y cómo ves la escena hoy?
B.B.: – Yo creo que hay muchos músicos que tocan muy bien, que tienen sus cosas y está muy bueno. El jazz siempre fue una música de élite, es así; salvo cuando viene algún artista internacional y llena un Gran Rex -donde hay también mucho de snobismo. Pero bienvenido que la gente vaya y escuche.
Siempre me pregunté por qué si de repente viene Wayne Shorter y mete 2500 personas en el Gran Rex; y después voy yo con mi cuarteto (salvando las distancias, porque por ahí queda muy pedante) a tocar en Oliverio y vienen 30 personas; entonces, de las 2500 que estaban ahí, ¡¿no hay 50 que vengan a este boliche?! Es raro este fenómeno. Pero bueno, hay otros músicos que realmente admiro que han hecho carrera de jazz adentro de la Argentina, que por su constancia y su presencia dentro del ambiente del jazz deben tener seguro más convocatoria, como Juan Cruz Urquiza, un capo total. Si le preguntás a un músico de jazz si yo soy músico de jazz te va a decir que no. Lo mismo un músico de tango o de folclore. Es como que estoy un poco fuera de los ghettos musicales.
RNB: – ¿Por qué?
B.B.: – Por decisión propia, porque fui mutando, porque fui haciendo lo que me daba las ganas hacer en el momento que tenía ganas de hacerlo, lo que se me cruzara por la cabeza. No tengo mucho purito ni mucha cosa.
RNB: – ¿No te molesta?
B.B.: – No me molesta. Ahora me voy a sentar en el piano a cantar canciones mías y más de uno va a decir “este pelotudo que se las da ahora por esto, ¿por qué no se dedica a tocar el saxo que le sale mejor?” [risas]
RNB: – ¿Hay una especie de parámetro impuesto por el público con sus propios músicos?
B.B.: – Y, todos necesitamos una especie de contención, de estar organizados, delineados por algo. Porque si no la gente, o uno mismo, se encuentra como en el aire, como sin contención o pertenencia. Y a mí me parece que una de las particularidades del arte es esa, poder romper con eso.
RNB: – Volviendo al tema de la convocatoria, otro asunto es el de los lugares para tocar. Hay pocos escenarios para tocar ‘jazz’ propiamente hoy en día. Está Jazz and Pop, Notorious, ¿esto termina afectando el circuito?
B.B.: – Sí, no hay muchas más. Cabría preguntarse qué está primero, si el huevo o la gallina. No hay más presencia jazzera en Buenos Aires porque faltan boliches, o si no hay suficiente demanda que cree esos espacios. Pero ahora no lo siento como algo personal porque tampoco estoy tocando en boliches y buscando lugares, pero de alguna manera la trayectoria te da como un poco de chapa para llenar un lugar y que te digan “Sí, dale, te damos tal fecha”. Pero para la gente nueva sé que es muy difícil. Y más para los chicos que tienen bandas de rock, que escucho cosas que son insólitas como que tienen que pagar para tocar en los boliches; que tienen que pagar 800 mangos para tocar en un boliche, y pagar el sonido y tienen una hora y media para tocar y después se van y llega otro grupo que pagó otros 800 mangos y así por ahí 3 grupos en una noche pagan cada uno 800 mangos para tocar en un lugar.
La deuda con el Flaco y el mito de la Banda Spinetta
La Banda Spinetta fue un proyecto que tuvo Luis Alberto Spinetta entre la disolución de Invisible (1977) y la aparición de Spinetta Jade (1980) donde grabó el disco A 18’ del Sol, pero está marcado como solista. La Banda tiene un álbum propio grabado llamado Los espacios amados, aunque sólo disponible en YouTube. A este proyecto, Baraj se le sumó para las presentaciones en vivo. Y comenta sobre Spinetta: “El Flaco era un tipo muy laburador, le gustaba mucho ensayar, era muy perfeccionista, de querer hacer las cosas bien, por eso ensayaba mucho. Era alguien con un ángel y un carisma increíble. Haber tocado con él fue un privilegio. Era un tipo con muy buen humor, era mucho de hacer bromas, imitaciones… Lamentablemente no pude llegar a grabar con él en el estudio. Un día me lo encontré, hace años, y le dije: “Che, Flaco, te quiero decir algo: tengo una asignatura pendiente, no hay un puto disco donde haya un tema grabado con vos…” y se quedó pensando y me dijo “Sí, tenés razón, ya lo vamos a resolver”. Esto no fue mucho antes de que enfermara, después lamentablemente, eso se perdió. Pero bueno, me queda el haber estado ese año con él, que fue maravilloso”.
Charly García, hoy
Baraj se encuentra, además de lo mencionado, en la producción que acompañó a Charly García en el Teatro Colón el 23 y 30 de Septiembre. Su experiencia con él no es nueva, ya había estado como invitado suyo en los discos Writing essays and papers Say No More (1996), Alta Fidelidad (1997), en cuyo cual el pianista grabó a dueto junto a Mercedes Sosa, y El aguante (1998).“Fue impresionante”, dice. Y respecto al propio García y su cuestionada salud, agrega: “Está muy bien, esta cariñoso, está trabajador, está componiendo. Sigue tomando medicación, pero su cabeza está hecha un avión”.
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