La música es parte de la tradición, como cualquier forma de arte. Pero también por pertenecer a ese colectivo debe mutar obligadamente a través del tiempo, reformulando paradigmas, intercambiando ideas entre un género y otro, llevándose ritmos típicos de un lado a otro para hacerlos parte de una nueva identidad. Como una especie de paradoja, debe romper con la tradición todo el tiempo y reinventarse.
Esa forma de expropiar se ve cada vez más, afortunadamente, en grupos argentinos que van a buscar su propia forma de sentir y contar lo que sienten en diferentes latitudes. Láudano En Canciones es uno de esos ejemplos, pues el grupo compuesto por Flor Albarracín (voz, acordeón, piano), Juan Matías Tarruella (voz, guitarras, cuatro venezolano) y Martín Ortiz (trombón) encontró (y aún sigue la búsqueda) su voz en el norte, el este, el oeste y el sur del planeta, siendo ciudadanos del mundo a pesar de haber nacido en estas tierras.
El 22 de septiembre, cuando la primavera haya llegado a este 2017, es el día elegido para presentar su segundo disco, que curiosamente -o no- se llama “La Fuerza Colibrí”. Con esa excusa, Flor y Juan Matías le abrieron las puertas de su música a Rock N’ Ball para charlar con sobre esta nueva producción, el inminente debut en vivo.
RNB: ¿Cómo surgió “La Fuerza Colibrí”?
Juan Matías: De manera diferente al otro disco y los EP que teníamos. Surgió de un formato más pequeño, callejero, que era guitarra-trombón-acordeón, con el que veníamos tocando de hace un tiempo, empezamos a pensar algo más chico, también porque nos movíamos y tocábamos en diferentes lugares de esa manera. Nos empezó a gustar el sonido, la devolución de la gente fue buena, y nos encontramos en esa posibilidad. De ahí surgen las primeras semillas de los primeros temas del disco. Sumamos al productor, Martín Yubro, y desde ese germen, ese origen pequeño, casi primordial, empezó a surgir y pensamos los temas en contexto, con instrumentos, colores y sonoridades diferentes. Por suerte, la esencia se bancó bastante los cambios. Este disco no tiene baterías, sino percusiones. Temas que son guitarra y voz. Porque fue pensado así. Pensamos en qué necesitaba cada tema y no tanto en qué queríamos tocar, que instrumentos meter. Más en la canción y qué decía que en un gusto personal o grupal.
Flor: Con el tiempo aprendes a entregarte un poco más a la canción. El primer lugar lo ocupa la música y no vos como músico, vos estás al servicio de la canción y eso modifica bastante la búsqueda. En este disco hay muchos amigos, que no han grabado, pero nos encontrábamos en Córdoba, en Uruguay, y después tocamos con otro guitarrista amigo, gente que giró con nosotros, también pusieron su semilla al sonido callejero de la banda. Sumaron su versión, su sentir de lo que es Láudano, y eso obviamente nos enriqueció mucho.
RNB: En sus canciones confluyen muchos géneros, ¿las ideas se piensan o simplemente fluyen?
F: Hay una mínima consciencia de qué vas a mostrar. Quizás sucede más a retrospectiva cuando lo estás terminando, se volvió mucho más presente el concepto cuando quedan detalles pero ya lo tenes casi listo. Pero durante todo el armado tenes que tener conciencia también, porque si no, abrís innumerables frentes, tenes que reducir para saber por donde ir. Hay canciones para las que probamos cinco o seis arreglos distintos, otras que por ahí tardaron dos años en tener un arreglo que nos cierre. Nos tomamos nuestro tiempo. Queríamos que el disco tuviese algo para comunicar y que no fuese igual al primero. El tomarse el tiempo implica que hay una conciencia, quizás no verbalizada, pero sí está presente en la búsqueda.
RNB: Y también el hecho de manejar las energías y sentimientos de cada uno de los integrantes…
F: Es re contra subjetivo lo que uno siente con una canción que compuso. Vos dejas un pedazo de tu corazón y capaz te dicen que le sobra una estrofa porque es redundante. Vos sentís que cada estrofa te representa. Pero viene el productor y te dice que hay que cortar y la peleas un poco! Es un lindo tira y afloje.
JM: En ese sentido la mirada des-apasionada era algo que necesitábamos. Martín Yubró manejó todo con mucho amor, mucha paciencia y laburo, cosas que están buenas que un director técnico te pare y te dirija como jugar. Igualmente, lo esencial es entender que no estás haciendo “el disco”, sino “un disco”. Uno de varios. Yo creo que no existe el disco de tu vida como artista. Son fotos, instantáneas de un momento determinado y no sé si yo puedo decir cuál es el disco de la vida de los Rolling Stones o The Beatles. Si podría decir cuál es mi favorito de ellos, pero no de tu propio arte.
RNB: ¿Hacia dónde se apunta como artista sino a hacer un disco trascendental?
F: Eso de lo trascendental va más en el oyente que en el artista. Por ahí llega un disco determinado a tu vida, y después de un tiempo, simbolizas esa etapa con las canciones que contiene. A las personas nos pasa siempre. Recordar etapas de nuestra vida con canciones, discos o artistas en particular. Del lado del artista, la búsqueda está en la producción. No tengo que esperar o guardarme para crear el disco de mi vida, sino que mientras más hago, más me encuentro, qué me gusta y como me gusta hacerlo e interpretarlo. Para el artista es eso. El artista es lo que es a través de su obra. No te podes considerar artista sin obra, porque no tenes algo que te trascienda a vos mismo como para que otros puedan conocer lo que haces. Mientras más obra producís, más te vas hallando en lo que es tu camino artístico.
JM: Cuando estás en el escenario, negociás con lo que querés tocar y lo que te piden. Spinetta no tocaba “Muchacha ojos de papel”, y era el tema que le pedían todos. No le gustaba. Debe ser difícil para un artista, con lo que pone en un disco, que le pidan temas de hace 20 años. Querés mostrar la instantánea de tu momento y te están pidiendo algo de cuando vos tenías 17 años.
RNB: ¿Y qué implica editar, “lanzar” el disco?
JM: Es que la obra trascienda a uno y pueda significarle cosas lindas a otras personas. Soltarlo implica la devolución, y que haya gente a la que quizás no le guste. Es que en el momento en el que tocás el acorde empieza a circular y ya uno no es responsable de eso, pertenece al cosmos.
F: Desde el momento en el que la soltás, comienza la apropiación del otro. Las personas se apropian mucho, y en eso va en el arte, cada uno se apropia de aquello que te significa algo a vos. El artista no contiene la obra, sino al revés, la obra desborda y empieza la apropiación.
RNB: De esa apropiación, surge la re interpretación. ¿Cómo se llevan con esa variedad de respuestas?
JM: “Los Dinosaurios” de Charly García no era un tema por los desaparecidos, era otra cosa, y ahora hasta él lo retoma en ese sentido. Lo cantó Mollo en el recital de Divididos, y ya cambió su significado, ¿qué importa? Si es lo que significa en la memoria colectiva y el corazón de un pueblo, está muy bien.
F: El arte se va actualizando al contexto en el que suena. Algo re visible es la cuestión de determinada misoginia en letras del rock o del tango. Hoy tenés bandas como Café Tacvba que decidió no tocar más “Ingrata” porque sintieron que cambiamos como sociedad y hoy no está bueno contribuir a fortalecer un discurso que estamos trabajando un montón por deconstruir. Ingrata se resignifica incluso para la propia banda.
JM: Y el buen arte, el que perdura en el tiempo, mucho más. Uno vuelve a actualizar en incalculables maneras, en obras de teatro o literatura están los ejemplos más claros, porque se siguen editando o haciendo puestas hoy cosas escritas hace 300 años porque hay algo actual. Perdura. Ojalá algo de lo que uno aporta pueda tener esa suerte.
RNB: Mezclar diferentes ritmos, ¿es en algún punto una necesidad de resignificar?
JM: No es que planteamos ser eclécticos o fusionar estilos.
F: Es un poco lo que somos, personas que escuchamos mucha música, muy variada. Tenemos una historia cercana con lo que tocamos. Yo me crié en los 90 bailando cumbia en el Conurbano, eso te representa. Quieras o no eso está dentro tuyo. Yo escucho Gilda y siento cosas, me vuelvo la mina menos objetiva del mundo. Pero al mismo tiempo en mi casa sonaba Violeta Parra, Víctor Jara, Chavela Vargas, Mercedes Sosa. Cuando empezás a componer se manifiesta, a través de una cumbia u otra cosa. De alguna sonoridad o arreglo, tomás algo. Está buena la libertad, y hacer más discos con los que seamos libres.
JM: Tocar de todo, diferentes ritmos y géneros, es una manifestación de libertad. Decir de la forma que uno quiera y pueda. Uno puede decir distintas cosas desde determinados tonos de voz, determinada sonoridad, y eso es libertad. Nuestra libertad se ve en ese juego estilístico, no es que podés decir el estilo que hacemos, como “tocan cumbia Colombiana”, hacemos una cumbia de Barracas, de Parque Lezama. El estilo es la posibilidad de decir algo y un marco que respetamos a veces y a veces no.
RNB: La canción “Flores sin prisa” tiene un fuerte significado, al homenajear a las mujeres víctimas de la violencia machista. ¿Cómo fue la creación de ese tema que, musicalmente es alegre?
F: Es una canción que la escribí hace dos años, cuando había una ola de femicidios inundando los medios de comunicación. Recordé que hace muchos años trabajaba en un lugar en el que el dueño de la empresa, para el día de la primavera, nos regalaba una flor a cada una de las mujeres que trabajábamos ahí. Y siempre me hacía ruido. Pensé en las mujeres como raíz, tallo, cuando vos cortas una flor la pones en un florero pero a la semana se muere. No puede florecer. Un poco la frase “No quiero que me den flores, yo quiero florecer” habla de eso, no queremos es que no nos corten el tallo antes de tiempo. Una semana después de escribir la canción, se arma el colectivo ni uno menos. Necesitamos que la pregunta se mantenga arriba de la mesa, que haya debate sobre estas cuestiones, cambiamos nuestra mirada como sociedad. El año pasado salimos en masa a repudiar a Gustavo Cordera y hace 15 años no hubiese pasado.
RNB: ¿Como corre la realidad dentro suyo para transformarla en canción?
JM: En el arte no tenes otra opción. Cuando el arte es genuino, vas a estar hablando de lo que sucede, de tu historia. Cuando uno escucha mucha música mainstream a veces se corre lo genuino. Cuesta encontrar algo. Si es genuino, trasmite, mueve cosas. Lo genuino de la música no tiene que ver con el género, que no se malentienda. Podés encontrar productos sin alma en cualquier estilo y ritmo, porque a fin de cuentas, el género es una categoría que ordena a nivel comercial.
F: Si sos artista e intentas hacer algo que no sos, nunca te va a salir bien. Profundizar eso que sos, es primordial. Por eso, si la realidad te inunda todos los días vas a hablar de eso seguramente, porque estás metido en eso que puede ser malo o bueno.
RNB: ¿Cómo se preparan para el concierto del 22 de septiembre en Santos 4040?
F: Tengo ansiedad, porque es la presentación en sociedad del hijo artístico de lo que se fue gestando en estos años con la banda. El primer álbum lo presentamos en el Konex, y si bien siempre nos tratan bien ahí, queríamos, con disco nuevo, sonar en un lugar nuevo.
JM: Es una noche que venimos soñando desde hace mucho. Nos tiene expectantes y contentos. Lo principal estos días es cuidar que el lugar cumpla nuestras expectativas en cuanto a como queremos sonar y como queremos que sea el show. Desde el escenario. En esta ocasión queríamos tener a la gente cerca, que sea íntimo y que a la vez cuando levante el sonido y el volumen se pueda bailar. No queríamos un lugar con butacas, sino que la gente se pueda parar porque nuestra música da para eso.
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