“Estoy volviendo a conectarme con el urbano”, dice de entrada Dante Spinetta. Es que el artista, luego del último disco de Illya Kuryaki & The Valderramas, decidió ir por un camino diferente, y editó “Puñal”, con una estructura más cancionera y rockera. Pasó un tiempo y tras juntarse con la nueva camada de raperos y traperos, sacó dos singles, “Verano Hater” con Duki y más recientemente “No Sigas”, con Neo Pistea.
“Retomé el sonido de la calle y elegí estos dos artistas que son sangre nueva y, para mí, son dos talentosos, de lo más fresco que hay”, continúa. Para Dante, la única manera de hacer música es estar siempre evolucionando. Le pasó cuando decidió, a pesar de su apellido de prócer musical, comenzar a hacer rap cuando el género en nuestro país no existía.
Pero el cauce de su afluente terminó en el río principal, y llegó la fama. Cuando ya tenía un camino hecho con IKV y con sus dos grandes discos de hip hop, volvió con Emmanuel Horvilleur y rompió la escena nuevamente, con mucho más funk. Y así va Spinetta, por un lado y por otro, siempre escapando de lo esperable.
RNB: Este mundo del género urbano es muy diferente al de “Elevado” (2002), “El Apagón” (2007) y “Pyramide” (2010).
DS: En el género todo va mutando. Algunos se quedan en la misma, pero yo soy un músico que va aprendiendo de la sangre nueva. Mi estilo es disfrutar lo que hago y seguir nutriéndome. De músicos de rock, de cumbia y de lo que sea. Incluso en un mismo género los conceptos cambian, como por ejemplo en la cumbia. Con Mala Fama y Damas Gratis, con los que yo toqué, aprendí diferentes cosas. Siempre creí en ese mestizaje musical y flashear la que quieras flashear.
RNB: ¿Te sentís un referente de ambos mundos?
DS: No quiero ser representante del urbano ni del rock. Mucha gente esperaba que yo siguiera el legado del rock porque yo tocaba la guitarra, por mi apellido, otros querían que fuera el rapero. Yo soy yo, soy el representante de mí mismo. En un momento me perturbaba en lo personal incluso, cuando tenía ganas de hacer un disco y saber que quería hacer algo muy diferente a lo que ya había hecho. Me lo he preguntado, pero al final termino haciendo la mía. Es la calentura y el amor por las cosas, no puedo seguir a la industria. Tengo que hacer lo que tenga ganas. El urbano que estoy haciendo no es que salgo con un disco completamente de trap, no me quedaría bien.
RNB: Hablaste de evolución en el género, y se da de una manera rápida, hay algo nuevo todos los días.
DS: Esa evolución acompaña lo que sucede en el mundo. El mundo se va moviendo y a vos te van copando otras cosas. No le doy mucha cabida a la tendencia, sino tendría que haber hecho otra clase de música siempre. Me ha jugado en contra tener esta mezcla de estilo. De hacer “Soltar” y “No Sigas”. Siempre fui demasiado rockero para los raperos y demasiado rapero para los rockeros. Con Illya y solo. Los que me siguen tienen la apertura para pensar que ese soy yo. Crecí con una pata en el rock, con la poesía del rock argentino, y otra pata en la calle con las cosas que pasaban y siendo parte de lo nuevo que venía.
RNB: ¿Ahora el público puede entender más esa mixtura de tu arte?
DS: En los 90 no podías poner a Rosalía y a Metallica en un mismo festival, porque moría gente. Era todo tribu. Por suerte ahora se relajó todo. Por eso me conecto con esta generación de artistas urbanos. Porque hay una apertura. No hay que darle mucha vuelta, algo está bueno y está bueno. Siempre me conecté con gente real, no fakes. El hecho comercial de ver si un artista está pegado, me chupa un huevo.
RNB: Decís que ahora se pueden juntar diferentes géneros, pero al mismo tiempo sentís que hay gente muy tradicional.
DS: Hay una parte que siempre me va a negar en la historia porque no aceptan el mestizaje, y para mí el mestizaje es el futuro. ¿Por qué no podemos tener lo mejor de ambos mundos? Igual que la mezcla de razas. Es una evolución, uno trae algo y otro un complemento. El intercambio genético y cultural es importante para el desarrollo de las sociedades. Lo mismo que pasa con las migraciones, así se dan las variaciones en el lenguaje. Se modifica la forma de hablar, las costumbres, te puede gustar o no, pero tenés que aceptar que la cultura es un cuerpo que está constantemente en movimiento. Y no envejece, sino que se renueva, cambia de piel. Y mucha gente atacando nuevas generaciones.
RNB: Hablás de los artistas que “están pegados”, ¿vos te sentís afuera hoy?
DS: Estoy subiendo y cada vez más pegado, porque trabajo para llegar más alto. Pero cuando hicimos las cosas con IKV o solista, y estás arriba, lo sé porque lo viví, las cosas pasan porque tienen que pasar, y no porque las estás buscando. Vos simplemente trabajás, y de golpe conectás. He tenido hits internacionales como “Abarajame”, “Coolo”, que fueron fuertes en todo América, tocamos en Estados Unidos incluso, es re groso pero después pasa, y no te podés creer que iba a ser siempre así. Si estás en eso por eso, te equivocaste. Cuando no pueda sentir el fuego, me dedico a otra cosa.
RNB: Este momento lo urbano manda. ¿Vos lo viste antes que nadie o te sentís precursor?
DS: Estaba seguro de que quedaba. No era una moda. Siempre me acuerdo de una anécdota el día que firmamos con EMI. Alguien del sello nos dijo “esto es una modita que va a durar un año” y nosotros nos reímos con Ema, porque no sabía de qué hablaba. Hoy en día es urbano el mundo. No tenía dudas de que la data iba a llegar, y hoy Argentina tiene unos exponentes increíbles en el género. Yo siento que soy parte de esa historia, y me pone super feliz ser parte de una revolución de un movimiento.
RNB: ¿Con qué tiene que ver que haya sucedido esa revolución, cómo la llamás?
DS: Conectó la gente, pero es raro entender el fenómeno. En todo el mundo pasó. Hasta los artistas pop se acercaron al urbano. Todos están haciendo colaboraciones con reggaetoneros o traperos. En Argentina, las rimas tienen algo, el argentino habla, el tango, la payada, está en nuestra sangre, y resurgió. Era obvio en la idiosincrasia que tenemos. Y también es una competencia y Argentina en ese sentido es re competitiva. Tiene algo de fútbol, nos une y nos apasiona. Yo fui jurado de las dos primeras Redbull, hace mil años, en lugares chiquitos. Mirá lo que pasa ahora… Llenan estadios con batallas de freestyle. Pega con el paisaje de acá, con como es el argento. Con las redes de golpe ahora ves un puertorriqueño diciendo palabras argentinas, y argentinos diciendo palabras de otros países caribeños. La cultura tiene esa flexibilidad y movimiento que es necesario, para que todos se unan.
RNB: ¿Qué diría tu papá del trap?
DS: Le coparía. No es tampoco tan diferente a lo que hacíamos. Hay cosas que le gustarían y otras que no. Mi viejo no escuchaba rap, pero escuchaba R&B a full. En sus últimos discos se nota fuerte esa influencia. Tenía beats de rap, pero estaban cantados. Y era música que le llevábamos nosotros, y se ponía al día con todo lo que iba saliendo.
RNB: Los Flu-os son un dúo de trap compuesto por tus dos sobrinos adolescentes. ¿Ves parecidos con IKV?
DS: ¡Los pibes están en una! Son pibes que están protagonizando películas, una de arte muy linda. De golpe uno se va a Brasil a actuar, después se meten en un estudio, pintan, graffitean, se juntan con músicos increíbles, y va a seguir floreciendo eso. Están rimando re sarpado, y más adelante vamos a sacar un tema. El otro día estaba en el estudio grabando, tiré un beat y empezamos a rimar todos y se armó una linda idea. Pero no me meto mucho en lo que hacen, los apoyo y que hagan la suya. Puedo ver que hay algo similar, porque los dejan hacer la suya, como nosotros con Ema cuando arrancamos.
RNB: Empezaste con Matías Mendez en bajo y Pablo González en batería para los vivos. Pero ahora la familia se agrandó…
DS: Me maquiné mucho porque son monstruos. Todos los temas se elevan con ellos. Primero salimos en trío, pero después necesité más. Nuevas texturas, percusión, y extrañaba a Carlitos (Salas, percusionista de IKV) y a Mati Rada (guitarrista de IKV), a nivel humano. Me los crucé y les dije ‘ya fue, hagámoslo juntos’. Y es más quilombo porque salen menos shows si la banda es más cara, más pasajes y hoteles pero no me importó. Axel (tecladista) es una bestia, es un robot, está en otra era y pegamos una amistad buenísima. Ahora sueno como quería sonar en esta era.
Fotos: Cristian Sangermano
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