Es un viernes más invernal que otoñal en las calles grises de la Capital. En San Telmo todo parece asumir colores y el aire frío invita a refugiarse al abrazo de un café con alfajores en cualquier lugar donde haya una estufa prendida. Sentada de frente a la puerta del bar mientras mira la carta y elige qué pedir, Aniko Villalba protege sus manos del frío con el puño de su pullover y cada tanto anota en su cuaderno lo que tal vez sea parte de un futuro libro. Hace poco más de un mes presentó El síndrome de París, su segunda obra, ante un abultado público ansioso por saber más de la chica que viaja, escribe y vive de una manera que, para muchos, es el sueño de toda una vida.
“Creo que cuando tenés un sueño que querés cumplir te parece perfecto. Mi vida va a ser perfecta cuando me vaya de viaje, me reciba, me compre una casa, lo que sea, el sueño que quieras. Viajar tiene toda una mística detrás porque parece algo muy difícil de hacer. El que no vive viajando y capaz sólo puede hacerlo 15 días al año lo ve como algo muy difícil, caro, muy extraordinario. Y yo pensaba que iba a vivir viajando y mi vida iba a ser perfecta. Cuando lo empezás a hacer y por mucho tiempo le empezás a ver las fallas, como a cualquier cosa” explica Aniko.
En “Días de viaje”, su primer libro, ese sueño se ve materializado en cientos de experiencias insólitas que van desde trabajar de extra en una película de Hollywood en Marruecos hasta perderse en el desierto peruano o ser invitada a compartir el té con un grupo de mujeres chinas con las que se encontró mientras intentaba comprar un pasaje de colectivo. Cuando se refiere al proceso que la llevó a escribir Días de viaje explica: “Fue muy intensivo, durante nueve meses no me dediqué a otra cosa. Me levantaba y estaba todo el día escribiendo, editando, corrigiendo, recopilando”. En ese entonces, cuando viajaba por Barcelona y la idea de publicar un libro comenzaba a tomar forma, el blog Viajando por ahí del que es autora resultó una pieza fundamental ya que en él fue plasmando todas las experiencias de los primeros seis años de viaje.
“A veces hablo con amigas, por ejemplo con Vero (Gatti), la ilustradora del primer y segundo libro, y me dice: ya no puedo ver la tapa de tu primer libro porque eso es algo que yo ya no hago. Por momentos me pasa eso, capaz en tres años no puedo ver el libro nuevo porque cambié, o cambié el estilo”, comenta divertida. Su último libro fue un gran paso que dio como escritora y, en ese recorrido que la trajo hasta este momento, debió mirar para atrás y necesariamente encontrarse con la Aniko que fue y de la que tanto aprendió.
RNB: ¿Cómo fue el proceso de escritura de “El síndrome de París”?
Es un libro quizás más interior donde yo cuento hechos difíciles de muerte de gente cercana, entonces en ese sentido como que me costaba enfrentarme. Siempre decía “mañana sigo”. Puntualmente lo que hice fue agarrar todos mis cuadernos que había empezado a escribir en este último viaje y empecé a leer, a buscar qué encontraba y eso es un poco investigarte a vos misma. También agarré mi blog, traté de releerme a ver qué me había pasado en todo ese tiempo y de ahí empezar a construir. Este fue empezar un poco más de cero. Era como una incógnita, se iba formando a medida que yo lo escribía. Yo sabía lo que quería. A mi me encanta armar la estructura antes de empezar, me había planteado toda una serie de capítulos, cómo quería que sea, de qué quería que trate, pero hasta ahí no había escrito nada, era como todo el esqueleto. Después cambió completamente porque en el proceso me fui dando cuenta de que lo quería organizar de otra manera, pero fue más difícil verlo capaz. Pero bueno, en el primer libro ya tenía todo como quería que sea, en este no. Pero estoy contenta con el resultado.
RNB: ¿Qué crees que aprendiste de la escritura de este segundo libro que puedas aplicar para un tercero?
Mientras escribía este segundo, leí muchos de otros escritores donde hablan del oficio. Escribir es muy solitario, pueden ser meses donde sos vos sola trabajando. Y me gustó ver que a muchas personas que yo admiro les pasa lo mismo que a mi, toda esa inseguridad que te genera el proceso, o hasta el dolor de que no querés estar escribiendo. Me di cuenta que es algo normal así que por un lado me alivió y por otro lado dije “esto va a ser así toda mi vida”. A veces pensaba que por ahí un escritor tenía un súper poder de sentarse y escribir así desde el principio. Después me di cuenta que no, pero capaz si y eso igual está pulido, trabajado, releído, recontra corregido. Como que la naturalidad también cuesta. Aprendí que todo eso es parte del proceso y que me acompañará en la escritura del resto de los libros que escriba.
El sueño de la vida de viaje parece una utopía. Con 22 años demostró que no lo es y tras ocho años en movimiento logró transitar más de 40 países en donde estuvo en contacto no sólo con otros viajeros sino con locales que la alojaron y a través de quienes logró ver cómo se vive en otros lugares del mundo. La realidad no es una sola, como ella misma dice, sino que en todos lados todas las personas construyen su contidianeidad de forma distinta con los recursos que tienen. En esa vorágine que necesariamente implica el movimiento constante, Aniko se fue redescubriendo y entendiendo que también en esa elección de vida había incomodidades.
“Por ejemplo, estar siempre en casas de gente y ser siempre la huésped. Al principio me encantaba, está buenísimo porque así conocés el lugar de una manera mucho más directa, más real. Estás en la casa de una persona y estás viviendo como viven ellos. Ya está, no te están vendiendo nada, no te están haciendo ningún tour. Pero después siempre sos huésped, a veces no tenés un espacio propio. También está el tema de despedirme constantemente, de los que dejo acá primero y después de los que voy conociendo en el camino. Y a veces llego a un lugar y me encariño mucho con alguien y no me quiero ir, pero a la vez se que me voy a ir y voy a seguir viajando. También toda la parte logística, sobre todo viajando con poca plata, que tenés que estar como calculando cuál es la manera de ahorrar en todo. O sea, cuál es el colectivo más barato, y a qué hora sale. Armar la mochila, desarmar la mochila. Hacerlo tantos años seguidos me terminó cansando. Cuando empezás a vivir creando tus propias reglas y no estás haciendo lo que se supone, también es difícil no tener un camino marcado. Empieza a surgir el “¿y ahora qué hago?, ¿a dónde voy?, ¿cómo sigo?”. En el libro hay una lista de incomodidades”.
RNB: ¿Alguna vez esto te hizo replantearte la elección de vida que hiciste?
Si, capaz en situaciones más extremas, como separarme de alguna pareja o conocer a alguien y saber que si yo no me quedo en ese lugar y no me instalo para siempre no va a funcionar. O por ejemplo, ahora volví de mi último viaje y mi mejor amiga tiene dos hijos. Claro, llegué y el bebé que yo había visto con seis meses tiene como dos años y medio. Y empezar a perderme esas cosas como que me pesa. Me hace planteármelo pero también digo: no se si voy a ser feliz si me quedo acá y no me voy nunca más de viaje. No creo, me gusta moverme. Pero también me doy cuenta de que resigno muchas cosas por vivir así. Por ahora lo sigo eligiendo porque me encanta y me gusta la libertad de poder trabajar desde donde quiera, si me gusta un lugar poder quedarme el tiempo que quiera, eso no lo cambio por nada. Pero si me gustaría llevarme a la gente que quiero toda junta a todos lados.
Aniko Villalba no sólo es una nómada digital, como ella misma se define. También es su propia editorial y librería ya desde Días de Viaje. La autopublicación de sus dos libros implicó un trabajo intenso en donde no era posible dejar pasar ningún detalle: “Es todo, estar en todos los pasos del proceso de creación de un libro, desde escribirlo, trabajar en equipo con una ilustradora y un editor. Toda la parte más logística que es el armado de la plataforma on line para la venta, hacer todo lo que es la difusión, contactar periodistas, armar la gacetilla, contactarme con librerías en donde los quiera dejar, ir a la imprenta, cubrir todos los costos, organizar la preventa, organizar las presentaciones, distribuirlo, contestar los mails de la gente que compra. Todavía lo puedo hacer todo yo porque solo son dos libros”.
RNB: ¿Tenés algún viaje programado?
Yo por ahora quiero estar acá. Para mi Buenos Aires está muy linda. Es mi lugar y a mi me encanta estar acá. Se que es una ciudad muy acelerada y que por momentos es una locura, pero yo crecí acá y la verdad que la disfruto. También debe ser porque sé que en algún momento me voy a ir. Fueron dos años de estar lejos y necesitaba mucho volver. Cada vuelta es distinta, la primera vez que volví fue terrible, lo sufrí mucho. No sabía en ese momento si iba a poder seguir viajando porque no tenía plata. Entonces fue terrible porque venía de nueve meses de estar viajando y moviéndome. La segunda vez, cuando volví de Asia fue distinto porque fue volver al idioma. Durante un año y medio pensé en inglés y me comuniqué en inglés, la mayoría de las veces sin poder leer un cartel. Entonces cuando llegué y me di cuenta de que entendía todo lo que veía y se decía, fue como una sobredosis de información. Ya me había acostumbrado a apagar los oídos y no le daba bola a lo que escuchaba. Y con eso como que fue medio abrumador. Y ya después fue más fácil volver porque también sabía que tenía la posibilidad de irme otra vez.
RNB: ¿Cuáles son hoy tus objetivos profesionales habiendo logrado lo que te propusiste cuando empezaste, que es vivir de la escritura y viajar?
Hacer muchos libros. Me encantan. Justo estoy ahora en dos proyectos editoriales y me di cuenta que es lo que más me gusta. El libro como objeto me encanta. Quiero escribir varios libros, tener varios títulos publicados, escribir ficción, ilustrarme mis trabajos me encantaría, estoy aprendiendo a dibujar. Basicamente seguir en este camino que es el que más me gusta, tal vez en el futuro tener una editorial con pocos títulos, que sea de viajes y creatividad.
Tanto Días de Viaje como El síndrome de París están disponibles para su compra desde la web anikovillalba.com. Además, el libro Viajeras, un manual para mujeres que viajan solas del cual Aniko es co-autora, publicado por la Editorial Viajera de España, también se puede conseguir desde su web. Las historias de los ocho años de viaje y las fotos están en viajandoporahi.com, donde además continúa publicando no sólo experiencias sino también guías para viajeros, escritores y lectores curiosos que busquen viajar desde sus lugares y, tal vez, animarse a emprender un gran viaje.
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