El triunfo de Independiente ante Boca por 5-4 fue histórico, pero también fue soñado y esperado. El técnico interino del Rojo, Cristian Díaz, metió mano, se la jugó por los pibes y tuvo la suerte de que por segunda vez en once meses la defensa del Xeneize no estuvo a la altura de un partido de fútbol, de más está decir que Ernesto Farías tuvo tres situaciones y convirtió tres goles, ese fue el promedio del equipo visitante, porque solo llevo cinco veces al arco rival.
Al hincha le gusta sentirse identificado con todos los jugadores, con los técnicos, e incluso con los dirigentes. El sentido de pertenencia enceguece a todos, hasta en los momentos más importantes y terminantes. ¿Qué Independiente le haya ganando a Boca con muchos jugadores del club y con un entrenador que se quedaría a vivir en el Rojo, fue bueno o malo?. Para el hincha, obviamente, la respuesta va a ser que fue excepcional, excelente, e incluso más de uno ya afirmó que ya no quiere a Américo Gallego como nuevo entrenador. El triunfo agónico tuvo, y tendrá, consecuencias.
Independiente no estaba bien hasta el domingo, pero por más que ahora tenga tres puntos y un clásico en el bolsillo no cambia tanto la cosa. Independiente no está en condiciones de especular y ver que pasará con Cristian Díaz, a ver que tan bueno es. No le sirve. No le alcanza. Independiente tiene que recuperar una identidad futbolística e institucional y este no es el camino. El camino de la decisión apresurada no es el correcto, no es el que va a sacar al Rojo del fondo del mar, porque además de todo sigue último.
El triunfo ante Boca encegueció a todos con el entrenador interino y el resto pasó a segundo plano. “Juntos ganamos la batalla“, decía hoy la bandera en el entrenamiento del Rojo, la que Cristian Díaz se llevó bajo el brazo como a un trofeo de guerra. El rol que estaba cumpliendo el técnico en la reserva era muy bueno, con vistas a futuro, no a presente. Independiente estaba encontrando un camino desde abajo, pero los resultados a corto plazo cambiaron el rumbo. El técnico se convirtió en una solución rápida para los dirigentes.
En la presidencia de Javier Cantero volvió Ricardo Bochini y se le dio más lugar a jugadores del club, pero sin un delantero con más de 150 goles en su haber, quizás nada de lo del domingo hubiera pasado. Los pibes del Rojo no hicieron un partidazo, como algunos dicen. Los pibes del Rojo se comieron cuatro con Boca, pero la ilógica del fútbol hace que hoy hablemos del triunfo histórico de Independiente. Buen triunfo. Gran Triunfo. Importante. Pero a la hora de analizar, las cuentas no dan.
El árbol, por más lindo que sea, no debe tapar al bosque. Independiente debe seguir trabajando en el proyecto de Cristian Díaz, desde abajo, y buscar la escapatoria a corto plazo con un entrenador más experimentado. Para Gallego el problema no era la plata, ahora lo es, eso significa que hay algo en el medio. Los dirigentes se conformaron con un triunfo ante Boca, la historia de Independiente merece mucho más que eso.
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