Admito que no es una nota común de hacer, de armar y que también no sabía como arrancarla. No es fácil hablar de una persona que ya no está, que no camina entre nosotros, que no lo vemos más arriba de un escenario con su musculosa con la cara de Luca en el pecho y Sumo en la espalda. O con esos lentes negros que los ha usado muchísimas veces.

Sin Gustavo Kupinski, más allá de Ciro y el resto de la banda, Los Piojos no serían lo que hoy son. Él ya no está más, pero su zurda y sus guitarras son inmortales, está y estará en cada solo, riff y música que compuso. El disparador del porqué hoy toca hablar de “Tavo” son las palabras que Javier “Pupi” Zanetti contó sobre él, su gran amistad y su fanatismo por Los Piojos, y el constante recuerdo que Matías Martín, conductor del programa radial “Basta De Todo”, le hace todos los viernes.

Simplemente Tavo

Gustavo Hernán Kupinski nació el 18 de enero de 1974 en Capital Federal. Hincha de River, zurdo, amante del tango, del bandoneón y coleccionista de antigüedades. Su hermano musical, Daniel “Piti” Fernández lo llegó a resumir como “un viejo encerrado en un cuerpo de joven”.

Desde chico y por usar la “siniestra”, siempre se le complicó tocar la viola y  más de una vez ligó un reto de su padre por agarrar una guitarra y cambiarle las cuerdas para que le sea más cómodo. Caprichos de pendejo que después tuvo su rédito.

En el ’91, y casi por casualidad, entró a Los Piojos, proyecto que recién estaba comenzando, pero que ya conocía porque vivía en El Palomar y los había escuchado nombrar en el colegio. Entró en reemplazo de Pablo Guerra, que terminó siendo violero de Los Caballeros De La Quema y “Kupi” ya sabía lo que era tocar en una banda: tenía como experiencia tocar en Los Sabuesos, proyecto que nunca llegó a tal magnitud como la de Ciudad Jardín.

Y desde ese año hasta el 2009, en aquél mayo frío en la cual se separaron, “Tavo” se superó así mismo en cada uno de los Rituales y discos de estudio en los cuales grabó.

Desde la música compuesta por él tocando el bandoneón en “Gris” o la jazzera “Solo y En Paz“, pasando por los innumerables arreglos y colaboraciones en cada canción hasta “Sudestada”, su obra maestra (que la cantaba en vivo), “Tavo” demostró lo versátil que siempre fue con su guitarra rítmica y que era capaz de meter melodía de tango o un solo que rompía cabezas, como la versión en vivo de “Morella”.

Pocos saben que también fue el creador de un gran inédito de Los Piojos como “Sed Viña”, aunque que muchos piojosos tuvieron la suerte de escucharlo en algunos Luna Park.

Tavo, Piti y el “Negro” Rada. (PH Seba Klein)

Post-Piojos

Luego de la ruptura en 2009  fue uno de los primeros que salió a “ventilar” y a contar lo que en realidad había pasado entre cada uno de los integrantes de Los Piojos.

En una nota durísima para el Diario Clarín, en la que apuntó contra Ciro, Pocho y Micky, dijo: “Yo no fui parte de la decisión de que el grupo terminara. Desde que se fue Piti (Fernández) hasta que nos separamos, pasó un año en el cual hubo tres personas que se reunieron a espaldas mías, sin huevos y sin códigos, hasta que un día llegué y me dijeron que se separaban Los Piojos”.  Esas palabras pegaron mucho en los piojosos que tenían la esperanza de que sus ídolos musicales se volvieran a juntar aunque sea una vez sola.

“Germán Daffunchio es un ángel y los pibes son increíbles. Recibí un reconocimiento que jamás hubiera esperado. Ahí me di cuenta: “¿Por qué nunca me pasó esto con mis compañeros?”.  Los Piojos es mi pasado y tuvo cosas hermosas, pero hoy, si me preguntás, me quedo con Las Pelotas”. En ésa misma entrevista, así definía su último trabajo como músico, en Las Pelotas, otra banda histórica del oeste, más precisamente de Hurlingham. Entró en el 2010, como una tercera guitarra, de fanático pelotero a guitarrista. Un sueño hecho realidad. Participó del disco doble “Vivo”, grabado en el Luna Park que salió después de su muerte y en donde la banda liderada por Daffunchio le dedicó un emotivo final y en el arte del disco, una leyenda: “Tavo, siempre estarás en nuestros corazones”.

Foto vista: Diario El Territorio

El final

Su vida tuvo un final tristísimo y dramático, que conmovió a todo un país. En la tarde del 4 de enero de 2011, alrededor de las 6, en plena ruta 63, ocurrió un accidente automovilístico que cambió muchas vidas.

En su camioneta estaban su mujer Flavia y sus dos hijas: Bianca y Lara. Tiempo después circuló una versión que indica que “Tavo” se dio vuelta para retar a sus nenas por un vaso de agua que se había caído. En ese momento, perdió el control del rodado y cayó en una zanja, cerca de Dolores, en donde tanto él como su mujer perdieron la vida al instante. Bianca, su hija menor, murió unos días después en un hospital zonal cercano a donde había ocurrido todo. La consternación y el estupor fueron totales. Una muerte totalmente inesperada y que golpeó en el mentón al ambiente del rock argentino.

Al instante, la noticia salió por todos lados: canales de televisión, radios, redes sociales. Algunos (éste escritor se incluye) pensaban que era una broma de mal gusto, ¿cómo que “Tavo” había muerto?; otros ya lo lloraban, ya ponían el crespón negro en Facebook o Twitter.

A medida que pasaban los minutos, más detalles salían a la luz y era verdad: Gustavo Kupinski había pasado a la inmortalidad. Hoy, descansa en el Panteón de la Chacarita, junto a otros actores, músicos y personalidades destacadas del arte. Nadie puede dejar de decir que “Kupi” era un mal tipo, basta con ver a la cantidad artistas del rock nacional que se acercaron a despedirlo, entre ellos todos sus compañeros de Los Piojos, que tampoco podían creer lo que había pasado.

Tavo eterno

Luego de su muerte, varias bandas le dedicaron canciones, como Las Pelotas, La Franela y hasta El Vuelo De La Grulla, banda de Sebastián “Roger” Cardero, que le compuso un track: “Chico Viejo”, un emotivo recuerdo y una letra perfecta para describirlo a Gustavo.

El Cosquín Rock de ese año estuvo dedicado a su memoria y la banda de Daffunchio le hizo un gran homenaje con “Pasajeros” y más de uno quebró en llanto. Hasta el propio Andrés Ciro lo recordó “Todo Pasa”, la canción preferida del “zurdo mental”, como algunos lo llamaban.

La Franela, por su parte, en su último disco “Hacer Un Puente”, le dedicó el último fragmento el albúm: una grabación que él hizo con su bandoneón, que iba a ser parte de una canción, pero que “Piti” Fernández prefirió dejarlo como final y es realmente emocionante.

Gustavo Hernán Kupinski ya no está más. Los 4 de cada mes se lo recuerda, algunos con una foto, otros con un video y palabras. Frases que nos enamoraron y hoy nos dan nostalgia. Tenía 36 años cuando falleció y queda ese sabor amarguísimo de saber que con su vida se fueron las esperanzas de que Los Piojos alguna vez vuelvan. Muchos claman que vuelvan para que lo homenajeen, pero seamos sinceros: ¿Quién puede llenar el vacio que él dejó esa tarde de enero? Nadie, sólo “Kupi” podía lograr eso.

Al principio dije que no sabía como encarar ésta nota, y ahora puedo decir que tengo una mezcla de sonrisa gris, llanto feliz y dolor. Y como dijo él: “Los arreglos de los temas los tengo tatuados, los tengo metidos adentro del cuerpo. Nunca me los voy a olvidar. Es una cuestión de cariño y de entrega absoluta. Los Piojos son míos. No soy “el ex guitarrista de Los Piojos”: soy Los Piojos”. Merecido es recordarlo así.