Si uno se pusiera a repasar los grandes, enormes nombres que cubrieron el parto de nuestro Rock Nacional en los primerísimos años, seguramente mencionaría nombres como Litto Nebbia, Moris, Tanguito, Pajarito Zaguri, Javier Martínez, entre otros. Pero uno que no se puede dejar de lado, aunque a veces lo parezca, es Pipo Lernoud.
Famoso por periodista, este hombre se destacó además por ser el creador de entrañables letras de canciones como “Ayer nomás” (interpretada por Moris) y “La princesa dorada” (por Tanguito). Y tomándose de esta raíz fue que ayer brindó una exquisita conferencia en el Espacio Virrey Liniers (Venezuela 469) en el marco del ciclo “Buenos Aires y el Rock: una historia de medio siglo”.
A sabiendas de todo lo que él significa, Pipo arrancó la historia (su historia) en base a experiencias, anécdotas y conceptos que se gestaban en la mítica Cueva de Pueyrredón o La Perla del Once, lugares donde se juntaban los músicos antes mencionados. Previa introducción musical a cargo de Andrés Alarcón, que se despachó con ‘Amor de Primavera’ (Tanguito), ‘Muchacho, pronto amanecerá’ (Moris) y ‘El Rey lloró’ (Los Gatos); Pipo se agarró de esas tres canciones para empezar a descarnar sobre toda la filosofía de la gente que los secundaba.
“Hay un hilo conductor en todas estas canciones, las que tocó Andrés y las demás: ser libre para vivir. No ser lo que uno no es ni podría ser, sino lo que se es” declaró sin pelos en la lengua el co-fundador de la revista Expreso Imaginario. Era sin lugar a dudas la Libertad, en el sentido más amplio de la palabra, lo que movía a esta gente a ser como era, vestirse como quería, y componer como más les gustara. Y lo más convincente aun, era que todos estos personajes no se parecían entre sí, sino que eran bien distintos. Si bien todos querían llegar al mismo puerto, no todos tomaron los mismos caminos: un caso muy ilustrativo es el de Miguel Abuelo y Pappo, que conformaron la formación fundadora de Los Abuelos de la Nada. Pero mientras el primero le gustaba mezclar todo, desde folklore hasta psicodelia (fruto de lo que había escuchado toda su vida), el segundo estaba agarrado fuertemente al blues, cosa que lógicamente generaba peleas.
Pipo aprovechó también para rescatar acerca de algunas cuestiones que rondaban por la época, y despejar ciertos mitos, como aquel que envuelve a la primigenia del rock en un aura difícil de reencontrar. El rock a fines de los 60 no era idílico, ni la mayoría compartía gustos similares, pero eso hizo que tipos distintos hicieran música distinta e igual de fructífera. Porque, al haber diversidad, hay mayor desarrollo de ideas que si se mantiene una sola homogénea. “No hubo un fundador de Rock Nacional, fueron todos los que se reunían en la Cueva”, cerró.
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