“Es el show de nuestras vidas”, dice, con una sonrisa apretada Federico Claramut, mientras le pide a Mariano Codazzi “un cigarrillo” para hacerle frente al frío y pasar el impass en el primer ensayo de la semana de “Peligrosos Inocentes”, uno de los últimos antes del desembarco de la banda en Uniclub, el próximo 20 de agosto.
Rock ’N Ball puede sentirse privilegiado y ser una especie de “Gran Hermano” en la intimidad de la banda que está con su tercer disco recién parido y cocinando, a fuego lento, un show de la Puta madre para darlo a conocer en sociedad.
En algún rincón de Mataderos, en la terraza de un lugar cultural y social, la banda moldeó desde cero su sala de ensayo. Prefabricó sus sueños al vaciar un cuarto llenos de restos de construcción y edificó su propio edificio de acordes, fraseos y distorsión. Ojo, en silencio. La banda ensaya con el sistema in-ear y sí uno los ve, pero sin “cascos” o auriculares, lo que verá será más parecido a dígalo con mímica con sonido de batería. Ahora, si uno se coloca sus auriculares o tiene la suerte que el Oso, el DT del sonido de Peligrosos, le preste un in-ear la cosa cambia y lo que suena conmueve.
El sonido es sólido, es fino, es prolijo, pero no por eso es menos furioso o late menos. Algo hay que decir: para sonar rock, no es necesario sonar “sucio y desprolijo” como pregonaba Pappo, se puede ser al mismo tiempo atildado y finísimo, y volar pelucas. Sí, se puede. Si no me creen, dense una vuelta por Uniclub.
A lo que ya se escribió en este espacio sobre “Plaga”, sólo se puede agregar una cosa: su ingreso en la lista de temas y la mixtura con los demás temas de la banda no suena, ni es para nada forzado. Se da naturalmente, es más un acople ( el único, porque en la sala no se oye ni uno en las más de dos horas de ensayo casi sin pausa). Y otra cuestión, la fiesta de matices que es el disco, la mejora indudable en el sonido de la banda, no hace más que tirar de las otras canciones y las mejora también. Es un proceso natural, claro. Pero no por eso es menos meritorio.
Peligrosos logró en este disco sonar mejor y logra, en la sala, que todo suene mejor. “Tenemos que hacer un show que esté a la altura del disco que grabamos”; dicen, convencidos, los Peligrosos mientras el cielo amenaza con llover y este cronista -espía lamenta que no esté despejado para no ver todas las estrellas que la noche puede ofrecer.
“Dale, vamos”, arenga Guly, dando a entender que se terminó el recreo-puchito y es tiempo de darle rienda suelta a la última parte de la extensa lista que la banda planea ofrecer en el Uniclub, el próximo sábado 20 de agosto. “Ahora, viene lo mejor”, señala, cómplice, Mariano Codazzi, mientras se calza su guitarra. Por delante de él, solamente un Wah, Wah, atrás, una pedalera. Entre eso, y que ambos violeros tocan de manera inalámbrica, uno casi que no entiende de dónde sale tanta potencia. Es más, en Uniclub no habrá equipos en escena. Y así y todo -se los juro- va a sonar atronador.
No vamos a spoilear nada, pero sólo les diremos que la banda armó una lista XXL, donde hay temas de “Espadas de Cartón”, “Bárbaros del honor” y de “Plaga”. La banda espera dar el mejor show de su carrera, a la altura del discazo que grabó y del sonido que arma artesanalmente muy cerca de la Avenida Emilio Castro. Será un show que promete ser memorable, más cuando la banda que va a darlo gusta de desafíar y superar, constantemente, sus propios límites.
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