Morphine es una banda que puede ser la envidia de cualquier rockerito loco. Mark Sandman, su líder, además de haber sido un gran compositor, tenía el aspecto de un asesino serial de callejón que fue sorprendido por la muerte en pleno escenario mientras deslizaba el slide sobre su bajo de dos cuerdas. Por suerte la vida le alcanzó para demostrar que se pueden estallar cabezas y hacer rock sin guitarras. Además, en sus últimos días, pasó de ser una “artista de culto” a lidiar con una leve masividad. Hoy, ya sin él, su proyecto sigue en pie bajo el nombre de Members Of Morphine, quién en compañía de Jeremy Lyons mantienen la llama del Psycho Delta Blues.
El ND Ateneo tenía sus ubicaciones llenas. Era imposible negarse a presenciar la propuesta de esta banda. Un saxo barítono enchufado a todos los efectos y distorsiones que uno se pudiese imaginar (y los que no también), un campesino rockabilly que aprendió a tocar el famoso bajo de dos cuerdas y una bata de dos plazas para que Jerome Deupree la demuela a palos y Billy Conway haga arreglos sutiles. ¡Morphine está vivo y Mark Sandman también!. Y entre la efervescencia sonaron: “Thursday”, “All Wrong”, y “Let´s Take A Trip Together”.
Luego de cantarle el feliz cumpleaños a Jerome Deupree, y pasar decenas de interacciones entre Dana Colley y el público se escuchó: “The Other Side”. Al rato Jeremy Lyons se colgaría la guitarra eléctrica y trasladaría a todos los presentes a un paisaje de carreteras, fardos y fugitivos con el Delta-Billy “Hurricane”.
Pese a haber surgido en los ’90, las influencias de Morphine se remontan al folklore norteamericano y se entienden desde la generación X. Si uno logra sacarle la vista por un segundo a Dana Colley y su sax, se dará cuenta que la banda suena de mil maravillas. Potencia, ritmo y excentricidad. Pero hay que ser sinceros, no vemos todos los días un saxo hacer de guitarra, ni mucho menos mandarle wha wha, distorsiones y demás artefactos.
“Yes” logró con su estribillo contar con la complicidad del público, mientras que “Buena”, el hit de la banda, hizo que la sala del Ateneo vibrara. Todo el mundo estaba chocho, jóvenes y jovatos por igual. Luego de un infaltable bises llegaría la ovación y una vez puertas afueras, buscar un cómplice para tratar de explicarle lo que se vivió en dos horas de música.
Comentarios