“Caramba, es bueno”, pensó Paul McCartney cuando lo vio tocar en una reunión social realizada en los jardines de la iglesia. No se equivocó, ni tampoco imaginó que esa persona sería un símbolo musical eterno y además, junto a él formaría una de las bandas más importantes de la historia. Es que, claro, John Lennon tenía un talento inusual, y eso se notaba. Deslumbraba a todos cada vez que se presentaba en algún bar. Cuando era adolescente pensó en dedicarse a la pintura, pero la música era su gran amor y por suerte, optó por ella.
Antes de dar el salto a la fama y transformarse en un hito musical, John Lennon formaba parte del grupo The Quarrymen, el cual ejecutaba un estilo que de a poco empezaba a imponerse: rock and roll. Sin embargo, al conocer a McCartney en el año 1957, todo cambió. Paul se unió a la banda y más tarde el grupo se transformó en The Beatles. La formación siguió sufriendo cambios, y el siguiente en sumarse fue George Harrison. La banda prometía y mucho. Cada integrante cumplía casi a la perfección su función. El estilo beatle comenzaba a gestarse, y eso no solo se podía ver a través del sonido y de las letras, sino también en el peinado que utilizaban. Su forma de vivir también llamaba la atención: felices, liberados, divertidos, nada parecía preocuparles, solo tocar.
Ya con Ringo Starr reemplazando a Pete Best en la batería, The Beatles habían encontrado su mejor rendimiento. Adquirieron rodaje tras varias presentaciones en Hamburgo, y más tarde, en 1962, Brian Epstein posó sus ojos en ellos y les ofreció ser su Manager. La propuesta fue aceptada, y la banda comenzó a crecer a pasos agigantados. Mientras tanto, ellos, solo disfrutaban de todo lo que les pasaba. Reían como locos y brillaban arriba del escenario. Lennon se mostraba como el líder de esa algarabía. “Todos admirábamos a John. Era el más divertido e ingenioso”, explicó Paul McCartney sobre el rol de Lennon dentro de la banda. Cuando actuaron ante la Reina Madre, Lennon no se calló nada: “Los que ocupen los asientos más baratos, tengan la bondad de aplaudir. El resto, puede hacer sonar sus joyas”.
La beatlemanía parecía no tener límites y traspasaba fronteras inimaginables. Lennon no creció, ya era un grande desde pequeño. Sus melodías y letras demostraban que su intelecto era superior a lo habitual. Su personalidad no cambió aun siendo la cara más visible de la banda más importante del mundo. Quizás el no callar nada, le resultó una mala jugada cuando dijo: “En este momento, somos más populares que Jesucristo”. A partir de ahí, todo se les hizo cuesta arriba y el disfrute acabó siendo padecimiento.
The Beatles se separó, y cada integrante siguió su camino. En el camino de Lennon, había aparecido un factor que cambió su vida: Yoko Ono. Al lado de ella, su vida tuvo cambios profundos, principalmente, en su forma de ser y su manera de sentir. Tras el nacimiento de su hijo, se dedicó exclusivamente a él e hizo a un lado su lado compositor. Se transformó en un pacifista, un soñador, alguien que quería disfrutar de la vida y amarla cada segundo. “Imagine”, quizás su mayor obra, es un reflejo de todo eso.
Un 8 de Diciembre de 1980, Lennon fue asesinado de cuatro balazos en la espalda por un psicópata fan que solo quería entrar en la historia: Mark Champman. Sin embargo, ningún asesino podrá matar por completo a Lennon, porque siempre seguirá vivo en cada composición, en cada mensaje, en cada sonido. Su influencia y su éxito en The Beatles, aún siguen vigentes y perdurarán a través del tiempo.
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